Internacional

Reflexión Global: Italia, migración y crisis

Esteban Belmont Bernal*

italia-migracionItalia se mantiene en un delicado balance con la situación de barcos con migrantes y refugiados que día a día se hacen a la mar en busca de mejores condiciones de vida. Para tomar una decisión se encuentra dividida y todas las opiniones configuran un escenario que, al momento, no se ve alentador.

La realidad del Mediterráneo es compleja y aunque se podría decir que la mayoría de las personas que logran llegar a costas italianas huyen de la pobreza y de la guerra, existe una preocupación creciente sobre la posibilidad que, entre los migrantes que tocan tierras italianas, se cuelen personas relacionadas con el terrorismo internacional, o bien, que una vez estando dentro de la zona Schengen, se radicalicen.

Ejemplo de lo anterior es Anis Amri, tunecino que llegó a Italia en 2011 en bote a Sicilia, luego migró a Alemania con la esperanza de encontrar asilo político, mismo que le fue negado en 2015, un año después en el mes de diciembre, Amri tomó un camión y atropelló a una multitud en un mercado de Navidad en el centro de Berlín, matando a doce personas e hiriendo a decenas más.

Pero esto no puede y no debe ser el enfoque de la problemática con la que se enfrenta Europa pues, en realidad, se trata de una oportunidad para aprender de los errores del pasado y aprovechar todas las ventajas de la inmigración como la mano de obra y el enriquecimiento cultural, por mencionar algunos.

Pero haciendo a un lado el tema político, la realidad es que los grupos de inmigrantes que se encuentran atorados en Italia es de vulnerabilidad, pues se ha documentado en reportes de la alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, abusos a los derechos humanos tales como tráfico de personas, tráfico de órganos, explotación sexual y laboral. Esto significa que hay que hacer frente a esta situación de forma decisiva y promoviendo una mayor cooperación internacional en la que se pongan en el centro el respeto irrestricto de los derechos humanos.

Ahora, hay que entender que la preocupación en Italia tiene dos vertientes: una nacional y otra internacional. A escala nacional, Italia no puede proveer de lo necesario para establecer e integrar a las masas de gente que diario llegan a su territorio. Aquellos que buscan llegar a Europa necesitan vivienda, comida, trabajo y otros tantos servicios relacionados con su tránsito o establecimiento en Italia. Ello ha puesto en jaque a todo tipo de agencias gubernamentales que se ven totalmente rebasadas y que no pueden atender todas las emergencias.

Lo anterior ha generado tensión entre la población local, quienes se encuentran con opiniones divididas que incluso han desembocado en disturbios entre comerciantes italianos y migrantes como el ocurrido a mediados de julio pasado. Por ello, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, ha hecho un llamado a la Unión Europea para hacer frente a esta situación ya que, a pesar de que Italia es la primera afectada por la crisis, la preocupación debe enfocarse al ámbito continental, argumentando que es una situación totalmente insostenible y apela la solidaridad en la que se basa la Unión Europea.

Por otro lado, a escala internacional, la preocupación italiana se debe a que las instituciones europeas han sido incapaces, por falta de acuerdos o por carencia de capital político, de atender la situación y en Italia existe el sentimiento de abandono por parte de la Unión Europea. Esta sensación se acentuó con la decisión por parte del gobierno de Emmanuel Macron de cerrar las fronteras francesas que colindan con Italia, argumentando que se deben apegar a la ley europea de solicitud de asilo, misma que contempla que el asilo debe pedirse en el país por donde se entró.

La falta de acción política de la Unión Europea se debe, en parte, por el temor generalizado de sufrir otro ataque terrorista, lo que ha provocado entre sectores de la población cierta animadversión contra los migrantes. Pero si se analizan las cifras de migrantes que llegan a Italia, encontraremos que, de acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la gran mayoría de ellos vienen de países que no se encuentran en guerra, como el caso sirio. En cambio, son personas que caen en la clasificación de migrantes económicos. Esto último conlleva otro tipo de retos, puesto que se podría interpretar que, a diferencia de un refugiado de guerra, aquellos que huyen de la pobreza buscan quedarse a residir en la Unión Europea.

Sea cual sea el caso, la falta de voluntad política en Europa para recibir abiertamente a migrantes y refugiados se debe a una mediatización del terrorismo internacional, sin entender sus verdaderas causas e ignorando las ventajas que conllevan la integración de grupos de migrantes a la fuerza laboral. Asimismo, la Unión Europea debe atender el problema desde otra perspectiva pues esta ola de inmigración bien pudiera ser un factor decisivo para los próximos veinte años.

Si la Unión Europea no establece una política integral para atender esta crisis, es posible que existan consecuencias políticas, económicas y, sobre todo, sociales, pues la integración exitosa de los inmigrantes a la sociedad depende en gran medida de su génesis y por ello es necesario cambiar la aproximación con la que se está atendiendo el problema.

Por un lado, Italia deberá continuar con el esfuerzo que ha realizado y evitar las medidas contingentes que ha propuesto, tales como cerrar los puertos del sur para evitar una entrada mayor a inmigrantes o el otorgarles visas temporales para que puedan abandonar el país. Ello solo provocaría más tensión en Bruselas y evitaría una mayor colaboración de los demás miembros. Asimismo, Italia debe atender la problemática de la integración de forma inmediata y evitar relegar a los inmigrantes en guetos que solo fomentan la segregación y detienen la inclusión social. De esta manera, Italia podría redirigir sus esfuerzos tanto al interior como al exterior para mitigar las condiciones en las que viven las personas que llegan a las costas del sur.

La Unión Europea debe actuar de forma decisiva en esta situación. Seguir postergando una solución al problema solo causará un endurecimiento de ella. Alemania y Francia deben hacer valer sus promesas recientes y cooperar económicamente con Italia para estabilizar esta problemática. Posteriormente, deben hacer presión al resto de los miembros de la Unión Europea para que acepten inmigrantes y no cierren sus fronteras pues se trata de un tema de seguridad regional que potencialmente podría desestabilizar el continente y mermar su economía. El no hacerlo solo propiciará un contexto sumamente inestable donde se lamentará no haber actuado antes.
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* Esteban Belmont Bernal tiene un máster en International Relations por Queen Mary University of London y una licenciatura en relaciones internacionales por la UNAM. Ha sido merecedor de distintas becas de excelencia académica y actualmente es consultor en temas de política internacional y seguridad internacional.

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