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Reflexión Global: ¡Seremos como el Che!

Esteban Belmont* 

Esteban Belmont
Esteban Belmont

Pocas figuras en la historia mundial son tan emblemáticas como la de Ernesto “Che” Guevara. A 50 años de su muerte, Guevara sigue siendo un indiscutible icono del siglo XX, la encarnación de la juventud rebelde y la imagen de la revolución en su más puro sentido. Su vida, fascinante por donde se vea, ha sido la inspiración de intelectuales, políticos y estudiantes por igual. Ahondar en la historia de este personaje histórico debe hacerse con detenimiento pues, a cinco décadas de su muerte, aún queda mucho por hacer para lograr la justicia social que él soñó para Latinoamérica.

De seguir con vida, nos cabe la pregunta sobre qué opinaría con respecto a lo que se ha convertido su imagen. No es fácil digerir que la fotografía de Alberto Korda, quien lo inmortalizó viendo hacia el horizonte y con una expresión decidida, sea un producto de consumo cuyo valor ideológico se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. En las calles de La Habana Vieja, se aprecian decenas de tiendas de recuerdos con esta imagen impresa en artículos que van desde llaveros, playeras, posters y hasta tazas. Esto contrasta con la ideología que el médico originario de Rosario, Argentina, acuñó con el pasar de los años.Reflexión Global: ¡Seremos como el Che!

Con esto no queremos decir que se han perdido los valores revolucionarios que él mismo planteó en distintos momentos de su vida, sino más bien pensamos que su imagen se ha ido desvirtuando debido a la cultura del consumo que él tanto odió. Esta imagen que de forma bidimensional lo retrata, no es de ninguna manera una representación de la complejidad del personaje que en realidad fue.

Pero el hecho de que su imagen se comercialice de esta manera es quizás la menor de las contradicciones pues, si revisamos las condiciones bajo las cuales se vive en la isla de Cuba, quizás nos quepa una mayor incomodidad.

Ernesto Guevara tenía un proyecto latinoamericano cuya primera prueba sería en Cuba y luego exportada al resto del continente. Pero el gobierno revolucionario encarnado en Fidel Castro terminó con la paciencia de Guevara y quedó demostrado que los ideales de la revolución corrían el peligro de estancarse por la dificultad de aplicarlos en la realidad política posrevolucionaria de la isla.

Luego, su participación fallida en la lucha revolucionaria del Congo Belga lo inició en una racha de malas decisiones que acabarían con su vida ya que partió a una ruta plagada de obstáculos que el estratega argentino decidió ignorar por razones que aún no entendemos.

Aunado a lo anterior, los métodos de los cuales se valía el “Che” para expandir la revolución, en el contexto moderno de los derechos humanos, son objeto de un juicio que ni la misma historia puede absolver. Si bien es cierto que para muchos es un héroe revolucionario, sus actos pueden pasar como acciones atroces que no hacen más que vulnerar la imagen del líder rebelde de la que goza hoy en día.

Por otro lado, es imposible no simpatizar con la indignación social del “Che”, puesto que la marginación y discriminación bajo la cual viven los pueblos latinoamericanos, y que denunció con conocimiento de causa, son vigentes hasta nuestros días. Es detestable que Latinoamérica no ha logrado reconciliar sus diferencias y trate a sus pueblos originaros como si no fueran parte de las naciones modernas que son hoy en día. Definitivamente la figura del “Che” es ambivalente. Por un lado, está la cara del luchador en pro de las clases más vulnerables y de los pueblos oprimidos, pero por otro lado existe un “Che” Guevara con acciones cuestionables y terribles.

Sin duda, su mayor victoria es haber trascendido su persona y ser parte de algo mucho más grande que él mismo, de convertirse en alguien que no solo soñó con un mundo diferente, sino que salió a conseguirlo pese a toda adversidad. En las páginas de la historia se puede comprobar que los miedos e indignaciones del “Che” para los pueblos latinoamericanos son bien fundados. Aún queda mucho por hacer en el tema de equidad social no solo en Latinoamérica, sino en el resto del mundo.

Sin embargo, la lógica de la revolución tal cual la visualizó Guevara es incompatible ya en naciones democráticas que buscan la estabilidad institucional. Pero también es cierto que en nuestros días el mundo carece de figuras tan emblemáticas como la del “Che”, que inspiren a un cambio en nuestra forma de distribuir la riqueza y de ser más justos con quienes son más vulnerables.

En efecto, esta generación grita “¡Seremos como el Che!” pues nos indigna la inequidad, nos repugna el despotismo y creemos en las causas justas; pero de la misma manera en que él se mantuvo fiel a sus ideales, tenemos también que apostar por el apego de los derechos humanos y al respeto a las instituciones democráticas que tanto nos ha costado forjar en Latinoamérica.

* Esteban Belmont Bernal tiene un máster en International Relations por Queen Mary University of London y una licenciatura en relaciones internacionales por la UNAM. Ha sido merecedor de distintas becas de excelencia académica y actualmente es consultor en temas de política internacional y seguridad internacional.

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