Internacional

Republicanos por Biden

Panteras Negras vs. Tigres Blancos

  • “No existe una vacuna contra el racismo”: Harris
  • Con Biden, terminará “la adulación de dictadores y déspotas”: General Colin Powell

Jeanette Becerra Acosta

Tras una larga espera de 33 años, Joe Biden finalmente alcanzó su sueño de llegar al último tramo de la campaña presidencial 2020 con altas posibilidades de convertirse en el cuadragésimo sexto presidente de Estados Unidos. Tal vez su fantasía de imaginarse en un escenario ante miles de fanáticos que lo aclamaban bajo una lluvia de cientos de globos azul, blanco y rojo no se cumplió y tuvo que conformarse con pronunciar su discurso de aceptación desde una oscura y silenciosa sala en Wilmington, Delaware.

“Unidos podemos y superar esta temporada de oscuridad en Estados Unidos. Es con gran honor y humildad que acepto esta nominación para presidente de los Estados Unidos de América.” Al aceptar formalmente la nominación, Biden encauzó su candidatura como una respuesta urgente a la amenaza que representa la presidencia de Donald Trump mientras la nación enfrenta una pandemia global y un ajuste de cuentas sobre el racismo. “Nuestro presidente falló en su deber más básico para con la nación. No nos ha protegido y eso es imperdonable”, agregó.

Al margen de los cambios radicales en la celebración de una Convención político-electoral en EEUU, durante la cual desfilaron Kamala Harris, la primera mujer negra en competir por la vicepresidencia, y las grandes luminarias del Partido Demócrata y sus demoledores discursos contra Trump y su gestión, esta nueva era de los máximos cónclaves partidistas que se efectúan cada cuatro años, ahora en su modalidad de “virtuales”, surgió un hecho impensable e inconcebible: la unión de destacados “republicanos por Biden”. Desde el expresidente George W. Bush, que dijo que no sabe por quién votará aunque desde luego no lo hará por Trump, hasta Colin Powell, el exsecretario de Estado de G. W. Bush y general retirado de cuatro estrellas que aseveró que apoyará al demócrata porque cree que el actual jefe de la Casa Blanca se ha “alejado” de la Constitución.

Con más de una docena de republicanos de alto nivel que sí manifestaron su decisión de votar por los demócratas y otros tantos que se reservan el derecho de mantener secreto su derecho de elegir al próximo mandatario, que no será Trump y tal vez opten por abstenerse para no ser tildados de “traidores”, muchos exfuncionarios de administraciones republicanas y connotados miembros de las fuerzas armadas coinciden en que se requiere de un cambio y de un hombre que restaure las pasadas glorias del país.

Algunos prominentes republicanos que públicamente ya manifestaron que no votarán por la reelección de Trump en noviembre son: el senador Mitt Romney (Utah), uno de los pocos que votó a favor de llevarlo a un juicio político o desafuero; John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional de Trump; Jeff Flake, senador por Arizona; William H. McRaven, quien encabezó la redada que mató a Osama bin Laden, que declaró al NYT que “este otoño, es hora de un nuevo liderazgo en este país: republicano, demócrata o independiente”.

Los republicanos que votarán por Biden son: John Kasich, exgobernador de Ohio y candidato presidencial de 2016; Miles Taylor, exjefe de personal del Departamento de Seguridad Nacional que subrayó que aunque “no soy demócrata y no estoy de acuerdo en cuestiones clave”, confía en que Biden “protegerá al país”, y entre los indecisos destacan George W. Bush y su hermano Jeb, exgobernador de Florida y candidato presidencial de 2016; Cindy McCain: La viuda del difunto senador John McCain (Arizona) que presuntamente votará por Biden, pero no está segura de qué tan pública debe ser al respecto.

McCain, que falleció hace dos años, excandidato republicano a la presidencia en 2008 y que perdió contra Obama, siempre fue el blanco de odio y desprecio de Trump. Se dice que su animadversión provenía de una profunda envidia de su vida y durante la guerra de Vietnam, donde fue prisionero de guerra de los norvietnamitas de 1967 a 1973, vejado y torturado hasta que pudo regresar a su país como un héroe.

Vale la pena señalar que si bien un buen número de exaltos líderes militares como Mattis y John Kelly, que son técnicamente no partidistas y que ambos sirvieron en la administración Trump, han expresado públicamente su escepticismo sobre la viabilidad de una reelección del actual presidente, también se afirma que muchos generales y miembros de alto rango del Pentágono, no apoyan al mandatario aunque guardan silencio como lo dicta su doctrina castrense en cuanto a que les guste o no, Trump es por ley el comandante en jefe de las fuerzas armadas de EEUU.

Con los sondeos en su contra, la insistencia de la lideresa de la Casa de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, de convocar a los diputados a regresar a Washington de sus vacaciones para revertir la orden presidencial de prácticamente congelar las tareas del servicio postal a fin de impedir la llegada de votos por correo, un objetivo que logró exitosamente, y la “traición” de muchos de sus copartidarios, Trump volvió a romper una regla hasta ahora respetada por ambos partidos. Nunca antes un presidente viajó por varios estados en campaña mientras se efectuaba la Convención política de la oposición.

Así, un Trump desesperado arremetió de nuevo contra Biden/Harris llamándolos izquierdistas, deseosos de convertir a Estados Unidos en otra Venezuela, acusándolos de que su intención es reabrir la frontera con México para dejar entrar a todos los indocumentados que puedan. Su eterno mensaje xenofóbico tomó fuerza y olvidándose de su cálida e hipócrita bienvenida al presidente López Obrador, su amigo, el pasado 8 de julio, retomó su obsesiva retórica de que México pagará por el muro fronterizo.

¿Cómo?, utilizando las leyes destinadas a prevenir el lavado de dinero para evitar que los mexicanos que trabajan en Estados Unidos envíen dinero a las familias —alrededor de 25 mil millones de dólares al año—, una manera de intimidar a México, y entre otras propuestas similares, aplicar un “ajuste fronterizo”, con tarifas de visa más altas y un aumento de tarifas para los automóviles y las personas que cruzan la frontera.

Otro asunto que le quita el sueño es la posibilidad de que los demócratas, que hace dos años recuperaron el liderazgo en la Cámara baja, se apoderen en noviembre del Senado. Hay 35 escaños en juego, incluida una elección especial en Arizona, que se vislumbran como “brutalmente competitivos”. Actualmente, los republicanos cuentan con 53 escaños, los demócratas con 45 y dos independientes que forman parte de los demócratas. Los demócratas deben ganar tres o cuatro escaños para tomar el control del Senado: tres si el nuevo vicepresidente es demócrata, y cuatro, si no.

Entre los senadores republicanos en peligro de perder pues representan a estados de “izquierda” o que están cambiando demográficamente, destacan Susan Collins (Maine), Cory Gardner (Colorado) y John Cornyn (Texas). Asimismo, el senador Thom Tillis (RN-C) también está potencialmente en riesgo después de que los demócratas obtuvieron victorias en algunas elecciones estatales clave en 2018. De ganar la presidencia y en ambas cámaras, el Partido Demócrata, con “carro completo”, retomaría un poder quizá tan amplio como el que obtuvo Ronald Reagan en 1980.

Y en cuanto a la Convención Demócrata que concluyó ayer jueves, se puede describir como un evento virtual lleno de estrellas, con discursos del último presidente demócrata, Barack Obama; la última candidata presidencial, Hillary Clinton, y la próxima candidata, Kamala Harris. Destacó Barack Obama, un orador increíblemente talentoso, que “Donald Trump no ha estado a la altura del cargo porque no puede, y las consecuencias de ese fracaso son graves”. Según los medios de comunicación, esta no es solo la crítica más aguda que Obama ha hecho a Trump, sino la peor jamás expresada por un expresidente de su sucesor.

Así trascurrió la Convención Demócrata en Wisconsin. Desfilaron por la alfombra roja virtual Bill y Hillary Clinton, que durante la pasada elección ganó a Trump con alrededor de tres millones de votos a su favor, pero perdió en el Colegio Electoral. Obama y su esposa Michelle, Bernie Sanders, el senador neoyorquino que competía con Biden por la nominación, pero que optó por retirarse en abril y dejar libre el camino a su contendiente.

Algo que quedó en claro es que el hecho que se compartiera el escenario con ciudadanos comunes y corrientes, en su mayoría jóvenes y estrellas emergentes del partido, fue que aunque hablaron solo durante unos minutos, se consolidó la voluntad predominante del momento: que a pesar de todas sus diferencias, ideológica y estilísticamente, los demócratas de todas las generaciones están comprometidos a “empujar a Biden a la línea de meta” y a Trump “fuera de la Casa Blanca”.

Por unanimidad, la mejor frase de la Convención fue la de Kamala Harris que afirmó: “No existe una vacuna contra el racismo.”

(Fotos: Especial)

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