Internacional

Un día sin coche Europa: por la creación de ciudades sustentables

Más de 65 millones de europeos se han beneficiado de un objetivo común de recuperación de sus ciudades; se trata del plan denominado «La ciudad sin mi coche», el cual se realiza cada 22 de septiembre desde hace varios años.

Por lo menos ese día, la población se libera de los congestionamientos, de la contaminación del aire y del ruido y de los peligros provocados por la presencia y la utilización excesiva de vehículos en las zonas urbanas.

Puesto que no se trata simplemente de limitar el tráfico de automóviles o camiones en determinadas calles, el plan reserva una zona para peatones, bicicletas y vehículos ecológicos que utilizan gas licuado del petróleo, gas natural o electricidad.

Además de liberar a los ciudadanos de los estragos de la «modernidad», otro de los objetivos consiste en que, sin limitar las necesidades de movilidad de la población europea, se descubran y prueben otros medios de transporte.

El año pasado, cerca de 26 países, 700 ciudades del viejo continente y unos 65 millones de habitantes participaron de manera exitosa en el día paneuropeo de una ciudad sin coche, que da una luz de esperanza a los centros urbanos que cada día enfrentan graves problemas de tráfico por el aumento del número de vehículos en las calles, afectando a la calidad de vida y a la salud de los ciudadanos.

Suman esfuerzos

El pasado 26 de marzo tuvo lugar la Conferencia de Madrid, que fue presidida por la Comisaría Europea y por los ministros europeos del Medio Ambiente, donde Margot Wallstrom, titular de la comisaría, informó que los Países Bajos se han unido oficialmente al programa de un día sin coche, emisión 2001, y cuya participación dará un gran impulso a este plan.

Wallstrom señaló que al menos 90 administraciones locales participaron en una jornada organizada por los Países Bajos el pasado 24 de septiembre, que fue un acto muy independiente de la fecha europea.

La conferencia realizada en Madrid fue considerada como un hito en la historia del día sin coche, ya que se hizo un llamado a otros países y ciudades que no son europeos para que se unan y participen en este esfuerzo de liberar al ser humano del estrés y la contaminación que provoca el uso de automóviles y camiones. Según Wallstrom, el plan de un día sin coche es una iniciativa local que puede asumir una dimensión e importancia mundial.

El proyecto pretende también fortalecer la relación que debe existir entre sensibilización y medidas políticas permanentes. En este sentido, las normas para participar en la iniciativa se han tornado más estrictas y toda autoridad que firma los documentos de inclusión se compromete a aplicar medidas de carácter permanente.

Entre estas exigencias destaca la elaboración de un plan de movilidad sostenible y aplicar medidas concretas para fomentar el cambio en el medio de transporte. Es decir, se debe garantizar de alguna manera que habrá un impacto positivo y concreto en el medio ambiente.

Lo que se desea a largo plazo, es que un día sin coche no se convierta solamente en una pausa a la rutina de tráfico y los embotellamientos o a la mala calidad del aire, sino que la iniciativa forme parte plena de un proyecto político más amplio y que tenga como objetivo la idea de convertir a todas las ciudades en sostenibles.

Wallstrom recordó que cuando se lanzó el día europeo sin coche no se empezó de cero, ya que en ciudades como La Rochelle, en Francia, o en Italia, se tenían conocimientos y experiencia, que han sido útiles para otras ciudades de países europeos como España, Austria, Grecia e Irlanda, principalmente.

Problema urbano

Este proyecto es una respuesta a las principales preocupaciones de los ciudadanos europeos, las cuales quedaron de manifiesto en diversas encuestas que se conocen como Eurobarómetro.

Cuando los ciudadanos fueron cuestionados sobre cuáles eran sus principales preocupaciones en relación con el ambiente en que viven, las respuestas le dieron un peso cercano a 51 por ciento al problema de la densidad del tráfico y un 41 por ciento a la contaminación atmosférica.

Esto a su vez responde al hecho de que millones de personas viven en la actualidad en los centros urbanos y pasan muchas horas desplazándose de un lugar a otro, en detrimento de dedicarle más tiempo a actividades productivas o a la valiosa vida familiar. Incluso en sus hogares, la población está expuesta a atmósferas de mala calidad y a elevados niveles de ruido.

Además de las consecuencias en la salud humana a esta exposición negativa, especialmente en los niños, es importante mencionar los costos en vidas humanas y lesiones que se presentan por los accidentes automovilísticos. Según cálculos oficiales, en Europa ocurren accidentes de tránsito cada semana y son heridos entre tres mil y cinco mil niños menores de 16 años.

En este contexto, el plan de un día europeo sin coche ofrece la oportunidad de concebir una ciudad totalmente diferente, mostrándonos aspectos y sonidos de una urbe sin automóviles y al mismo tiempo permite la posibilidad de debatir de manera más amplia sobre cuáles pueden ser las soluciones prácticas, realistas y coherentes que permitan cambiar nuestra realidad cotidiana.

La iniciativa de un día sin coche responde también a una demanda de democracia participativa, donde la gente quiere comprender las prácticas que afectan a su vida cotidiana colaborando en tales decisiones. Responde de igual forma a la necesidad de contar con mayor información y que ésta sea transparente, al crearse una especie de tribuna que permite a los responsables políticos locales y a otros agentes involucrados mostrar lo que se está haciendo, así los ciudadanos pueden saber qué se hace, cómo se hace o qué se deja de hacer.

Dinámica de participación

Para el caso concreto del viejo continente, un día sin coche significa una nueva combinación y una renovada dinámica de participación entre la Unión Europea, los ministerios, las redes de ciudades, las agencias de energía, las agencias de medio ambiente, las organizaciones no gubernamentales y los medios académicos, entre otros.

Incluso, según informó Wallstrom, la industria automotriz está apoyando la elaboración de este tipo de iniciativas ya que se comienza a reconocer que las ciudades basadas en el automóvil no son el futuro.

Para muchos europeos está claro que el desarrollo de nuevas tecnologías y las empresas que logren innovar con una perspectiva más clara sobre el futuro sustentable, serán parte esencial de las soluciones que se ofrezcan desde ahora a la actual movilidad que es ya insostenible.

Por último, se trata de un nuevo modelo de gobierno democrático en el que protagonistas con competencias complementarias pueden unir sus fuerzas, respetando cada uno el papel de los demás, pero también compartiendo enseñanzas comunes.
Un día sin coche es un primer paso de muchos que seguramente se tendrán que dar, hasta que la realidad cotidiana de nuestras ciudades se acerque lo suficiente a la visión de la ciudad del futuro que intentamos construir.

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