Gourmet Life & Style

Los deleites gustativos en la Iliada y la Odisea

Homero nos obsequió a través de la Iliada y la Odisea un universo de sabores y aromas que su ceguera no le impidió conocer; así, recorriendo las páginas de estas grandes obras de la literatura, nos adentramos al mundo de la cocina helénica

Por Montserrat Piñeiro Guerrero

los-deleites-portada-15-abril-09Al viajar podemos llegar a ciudades que carecen de automóviles, de edificios, de museos e incluso de habitantes, mas nunca encontraremos una ciudad que no posea una cultura o una historia gastronómica. Éste es el caso de las antiguas ciudades griegas, ellas carecen de habitantes, sin lugar a dudas estuvieron desprovistas de automóviles pero lo que abundaba entre los muros de sus construcciones era una maravillosa cultura alimenticia.

Los textos descubiertos por arqueólogos e historiadores nos han transmitido el conocimiento de aquellas delicias que eran consumidas por los antiguos griegos pero qué mejor medio para entrar en contacto con aquel delicioso mundo de viandas, manjares y néctares que a través de su literatura. Homero nos obsequió a través de la Iliada y la Odisea un universo de sabores y aromas que su ceguera no le impidió conocer, así, recorriendo las páginas de estas grandes obras de la literatura, nos adentramos al mundo de la cocina helénica.

La Iliada
La Iliada, primeramente, relata algunos episodios de los diez años que duró la Guerra de Troya, causada por el rapto de la bella Helena quien fue llevada por el valiente Paris hasta la ciudad que dio nombre a la guerra.

Conforme se desenvuelve dicha historia, nos son presentadas innumerables escenas cotidianas de la vida griega, entre las cuales destaca la gastronomía. El centro de este elemento cultural es representado en la civilización griega con los sacrificios, los cuales son definidos como la renuncia de los humanos a una parte de sus alimentos más preciados, concediéndolos así a las deidades, esto con la finalidad de lograr su satisfacción y de obtener sus favores. Como regla general, todo sacrificio era seguido de un banquete en el cual los aqueos consumían la carne del animal sacrificado, compartiéndolo como símbolo de comunión y solidaridad, no solamente entre los humanos sino entre mortales y dioses, por medio de estos actos los guerreros buscaban reforzar los lazos con las potencias divinas.

Sin duda los griegos disfrutaron enormemente del placer de los banquetes y del paladeo de manjares ya que la organización constante de este tipo de festines era indispensable para ser apoyados por los dioses en las batallas que tenían que librar.

Por supuesto que estos banquetes eran acompañados de vino el cual mezclaban con agua dentro de grandes cráteras, para posteriormente servirlo en copas para cada comensal. Esta bebida poseía un significado muy especial entre los griegos ya que el efectuar libaciones con vino tenía como finalidad establecer una conexión con las deidades, sin embargo este privilegio estaba reservado para los hombres, siendo mal visto su consumo excesivo entre las mujeres.

En el canto XXIV podemos observar que el vino juega un papel mágico en las tradiciones griegas cuando Hécuba, esposa de Príamo, le pide haga libaciones en honor de los dioses para tener un feliz regreso; entre los helenos el consumo de la roja y perfumada bebida era considerado muy importante al emprender un viaje para asegurar así un afortunado retorno al hogar.

Esta apreciada bebida es calificada frecuentemente a lo largo de los dos poemas con adjetivos como: “dulce vino” o “negro vino”, los estudiosos en la materia han concluido que se trataba de un tipo de vino bastante fuerte y concentrado ya que los griegos no poseían la tecnología que conocemos ahora para añejar y depurar aquel producto de la uva.

De vuelta al tema de los sacrificios realizados con alimentos, las mujeres por separado de los hombres, alababan a los dioses únicamente con cereales (trigo y cebada, principalmente), con los que se elaboraban los panes que consumían los griegos. Siendo la panificación una tarea primordialmente femenina, los granos se consideraban la ofrenda ideal que ellas pudiesen ofrecer a los dioses. Esta actividad de panadera que desempeñaba cada mujer en su hogar era considerada de suma importancia ya que los griegos eran grandes comedores de pan, no en vano Homero llamaba a sus compatriotas “los devoradores de harina”.

Respecto a otros ingredientes que encontramos a lo largo de la Iliada de forma esporádica, podemos mencionar los dátiles, las pasas, el queso, las frutas, la miel y las aceitunas, en lo que respecta a las carnes se citan los bueyes, ovejas, cabras y jabalíes; observemos con atención que en el texto se menciona que todas estas carnes son sazonadas con sal y en algunas ocasiones esparcidas con vino tinto antes de ser puestas a asar.

En el tema de los utensilios, sabemos que las vajillas estaban confeccionadas con plata para los ricos y con arcilla roja para la gente del pueblo. Las copas de cristal egipcio y las servilletas de tela aparecen también dentro las descripciones del célebre texto.

Podemos imaginar que era tal la afición de los griegos por la comida que dentro de la obra encontramos cuantiosas veces la frase: “…cuando hubieron satisfecho el deseo de comer y beber…”, lo cual era por lo general seguido de arengas, discusiones y planes de guerra, con ello se ve la importancia de la sobremesa en esta cultura.

La Odisea
Es en este poema en el que Homero nos describe más de cerca la vida cotidiana griega, los banquetes ya no son festejados entre guerreros solamente sino que aparece una mayor diversidad de comensales, los ingredientes evocados son más variados, dejando a un lado aquella característica tan parca que es propia de las guerras.

Curiosamente, Homero menciona el dulce de leche, un postre que por lo general no concebimos como griego. Además de ello se hace alusión a la leche de oveja y quesos elaborados a partir de este producto; asimismo, se confirma el consumo de pescados al mencionar ciertas escenas en las que los griegos practicaban la pesca para saciar su apetito.

En la Rapsodia IX encontramos descrita la elaboración de quesos de leche de oveja y de cabra: “…ordeñó las ovejas y las baladoras cabras, a la hora, haciendo cuajar la mitad de la blanca leche, la amontonó en canastillos de mimbre y vertió la restante en unos vasos”.

Pero tal vez una de las imágenes más descriptivas de lo que sucedía en una comida griega es una que tiene lugar en la casa de Odiseo, durante su ausencia y en la cual los pretendientes de Penélope disfrutan de su forzada hospitalidad al tiempo que Telémaco recibe a la diosa Atenea. En aquellas circunstancias se hace de nuestro conocimiento el uso de aguamanos de plata, la utilización de esponjas porosas para limpiar las mesas y de canastillos para servir el pan, con ello podemos apreciar que las artes de la mesa no eran nada ajenas a los griegos aunque les eran desconocidos los cubiertos, por lo que tomaban gran parte de su comida con los dedos.

Igualmente el poema de la Odisea incluye alusiones sobre banquetes fúnebres, los cuales tenían lugar a la ocasión del deceso de todo ciudadano y nos confirman la afición de los griegos por celebrar este tipo de convites, tomando como pretexto toda clase de acontecimientos.

Lo que no se debe olvidar es que no sólo los mortales acostumbraban llevar a cabo ese tipo de celebraciones gastronómicas ya que las dos obras épicas nos hacen saber que en el Olimpo las deidades realizaban igualmente sus banquetes bebiendo néctar y comiendo ambrosía.

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