México

Canoa, a 50 años del linchamiento

La historia data del 14 de septiembre de 1968, cuando trabajadores de la BUAP decidieron ir a escalar el volcán La Malinche en Puebla, pero la lluvia ocasionó una historia con un final trágico que pudo haber sido peor

Texto: Luis Felipe Hernández Beltrán

El movimiento estudiantil de 1968 en México tuvo un antecedente sangriento, solo que a diferencia de lo sucedido aquel 2 de octubre, este no fue parte de alguna protesta, es más, aunque ligado a la educación universitaria, no fueron alumnos los protagonistas principales.

La noche del 14 de septiembre de 1968, cinco trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP): Ramón Calvario, Jesús Carrillo, Miguel Flores, Julián González y Roberto Rojano, decidieron ir de excursión al volcán La Malinche, pero debido a las condiciones climatológicas que imperaban en aquellos tiempos, pararon en el pueblo de San Miguel Canoa, estado de Puebla, donde aceptan el refugio temporal de un lugareño de nombre Lucas García García, quien vivía con su esposa Tomasa y tres hijos pequeños.

Lo que estos aventureros no sabían, es que Lucas, que benevolentemente les da asilo, no tenía simpatía por el sacerdote Enrique Meza Pérez, figura de autoridad para los lugareños, pues era de los pocos habitantes que no acataba sus órdenes y de los que no estaba dispuesto a dar limosnas o hacer favores, como la construcción de su iglesia, o hacerla de su sirviente como la mayoría de los vecinos.

Para esto, según relatos de historiadores y testimonios de quienes vivían en San Miguel Canoa en aquellos tiempos, la razón de la idolatría por el padre Meza Pérez, era porque a él se le debía la construcción de una carretera y el que aunque con precariedad, hubiera servicios de agua y luz.

El clérigo, que hasta ese entonces era el único en todo el pueblo que tenía acceso a una televisión y a periódicos, conocía de las primeras manifestaciones universitarias que se realizaban en el otrora Distrito Federal, por lo que tenía la creencia de que aquellos revoltosos estudiantes eran comunistas seguidores del diablo y que en cualquier momento llegarían a San Miguel Canoa a violentar a los habitantes y alejarlos de la religión católica.

El enterarse de que uno de sus enemigos había dado techo a los raros aventureros, fue motivo para que el cura Meza hiciera sonar las campanas de la iglesia y congregar a la mayoría de los habitantes para dar la instrucción de ir a acabar con ellos, pues presuntamente eran ladrones y revoltosos que, entre otros detalles, buscaban acabar con la religión católica en los lugareños.

Sin esperarlo y mientras Lucas y su familia les ofrecían de cenar a los trabajadores de la BUAP, inició el asalto a la casa de este, sonaron disparos y entre pistolas y machetes, mataron a Lucas y su amigo Odilón, así como a dos de los inquilinos: Jesús Carrillo y Ramón Calvario, hasta que llegó la policía y algunos elementos del ejército, que pudieron rescatar a los otros tres.

El acontecimiento de lo sucedido en 1968 en San Miguel Canoa, Puebla, cobró relevancia ocho años después, en 1976, con la película Canoa del reconocido director mexicano Felipe Cazals, y que cuenta con las actuaciones estelares de Enrique Lucero, que interpretó al padre Enrique Meza; Ernesto Gómez Cruz como Lucas y de Roberto Sosa, Jaime Garza, Arturo Alegro, Carlos Chávez y Gerardo Vigil, como los aventureros trabajadores de la BUAP, en una cinta cuyo guion aborda lo ocurrido.

Parteaguas de lo que meses después ocurriera en Tlatelolco aquel trágico 2 de octubre, el suceso que coloquialmente se le conoce como Canoa, fue uno de los primeros acontecimientos sangrientos en la historia del México posrevolucionario.

A 50 años que se conmemoran hoy, 14 de septiembre de 2018, de aquellos tiempos y como testigo mudo, la iglesia de San Miguel Canoa conserva la placa donde se le agradece a Enrique Meza Pérez el progreso del lugar; y de los trabajadores de la BUAP que lograron salvarse, solo sobrevive Julián González, quien como recuerdo del evento, tiene su mano izquierda sin los cuatro dedos que le amputaron en el linchamiento.

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