México

¿Cómo llegaron las jacarandas a la CDMX?

Esta especie fue traída a México por un inmigrante japonés que alcanzó una posición de privilegio en el país

Revista Protocolo

La historia data de 1892 cuando un jardinero japonés, de nombre Tatsugoro Matsumoto, hizo una escala en México antes de llegar al que sería su destino: Perú.

Como buen hombre de campo, el japonés quedó sorprendido por el cariño y cuidado que los mexicanos mostraban a las plantas y las flores.

Después de viajar por Sudamérica, Matsumoto aceptó una invitación de José Landero y Coss, un minero mexicano que lo invitó a trabajar en su hacienda en Hidalgo, donde comenzó a diseñar jardines para los mexicanos de clase alta que vivían en zonas como la colonia Roma, nueva en aquel entonces.

La excelencia de su trabajo llamó la atención del entonces presidente Porfirio Díaz, quien lo contrató para que se encargara de los arreglos florales del Castillo de Chapultepec y el bosque que lo rodeaba, además de comisionarle la creación de un jardín para una exposición de productos japoneses en el desaparecido Palacio de Cristal, hoy Museo Universitario del Chopo, en la colonia Santa María la Ribera de la Ciudad de México.

Apoyado por su hijo, que llegó a México para ayudar a su padre, lograron sacar adelante su negocio, a pesar de los años de conflicto durante la Revolución Mexicana.

Además, el jardinero mantuvo su posición de prestigio y cercanía al poder, tanto es así que el presidente Pascual Ortiz Rubio le pidió que sembrase cerezos en la CDMX para imitar los espectaculares florecimientos de Washington, capital de Estados Unidos. Matsumoto le dio un pronóstico poco prometedor al presidente: los cerezos jamás sobrevivirían en el clima de la capital. Sin embargo, el paisajista nipón comenzó a estudiar una alternativa que había conocido en Brasil y que él había estado cultivando con éxito en su casa en el estado de Morelos: el árbol de jacaranda.

Con el mismo efecto e impacto de los cerezos pero la posibilidad de sobrevivir en un clima subtropical, este árbol era perfecto para la CDMX. Los Matsumoto le presentaron el proyecto al presidente Álvaro Obregón, quien le dio luz verde.

Así fue como un jardinero japonés cambió para siempre el paisaje urbano de la CDMX, brindando alegría y esperanza a todos los capitalinos cada primavera, cuando las jacarandas estallan por doquier con ese llamativo color lila.

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