México

El perdón, la práctica de la misericordia y el amor

Si bien el perdón es una fuente inagotable de humildad, también está estrechamente ligado a la verdad, a la dignidad y a la razón

Por Eunice María Castillo Espinosa de los Monteros de Vernis
sucedeque1939@yahoo.com.mx

Adoración al Santísimo
Adoración al Santísimo

En días pasados, tuve oportunidad de asistir a una conferencia magistral impartida por el reverendo padre Ángel Espinosa de los Monteros Gómez Haro, misma que disertó en la Parroquia de San Agustín de Polanco en la Ciudad de México.

Como preámbulo participamos familiarmente en la Adoración del Santísimo, fue un momento muy conmovedor, motivante y esperanzador.

¿Qué es la Adoración al Santísimo?

La Adoración al Santísimo Sacramento es cuando una hostia consagrada es situada en el altar en una urna especial llamada custodia, lo anterior con la finalidad de que las personas oren a Jesucristo.

Este momento de introspección puede ser personal o de grupo, y es muy especial, impactante y sobrecogedor, ya que al comunicarnos con él a través de la oración, le agradecemos por todas sus bendiciones recibidas, le pedimos por nuestra salud, que nos dé entusiasmo y fortaleza en nuestras vidas, pedimos perdón por todas las faltas, comprometiéndonos a no repetirlas, y con fervor nos encomendamos para que en unión de nuestra familia nos cuide de todo peligro y mal en todo momento, y que en caso de que nos viéramos en peligro nos permita ponernos a salvo a tiempo, e incluso a salvo de personas mal intencionadas que pudieran ser conocidas o personas que conocemos pero que pudieran acercarse a nosotros con una mala intención; le pedimos que permita que todas las bendiciones que recibimos las utilicemos adecuadamente. Al orar le pedimos también que nos dé la sabiduría y el discernimiento necesarios en nuestras responsabilidades como hijos, nietos, hermanos, como padres, como esposos, compañeros de trabajo y para con las personas que nos rodean, solicitándole que nos acompañe siempre nuestros proyectos, sueños e ideales: personales, familiares y laborales. Amén.

Ofrecer la Hora Santa por los sacerdotes, las almas del purgatorio y la conversión de los pecadores es muy agradable a los ojos de Dios.

Cuando un fiel adora al Santísimo, reconoce en este al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, es decir, a la Santísima Trinidad, como Dios único, como creador y ser supremo por sobre todo.

Cuando las personas están ante él y lo honran genuina y sinceramente reciben caridad, gracia y misericordia.

¿Qué simboliza la Adoración al Santísimo?

Recordemos que en la última cena Jesús convirtió el pan y el vino en su cuerpo y su sangre, e indicó a sus discípulos: “Hagan esto en conmemoración mía”. Cuando participamos en este sagrado misterio, respondemos “Amén”, cuando se nos da a comer el pan y a tomar el vino en la Eucaristía, profesamos la firme creencia de que estamos recibiendo el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo.

Así pues, un proemio tan impactante como la Adoración al Santísimo, nos sensibilizó y concientizó para escuchar la magna ponencia acerca de “El perdón, la práctica de la misericordia y el amor”.

Como siempre llamó mi atención la forma particular con la que el padre Espinosa de los Monteros aborda los temas y como siempre dejó también gratamente sorprendida a la concurrencia; fueron dos horas en las que fuimos llevados de la mano a la reflexión, al análisis de la esencia de la vida, de la convivencia y de la paz interior, esa que solo podemos disfrutar cuando nos despojamos de sentimientos que nos lastiman y dañan.

Citó pasajes, versículos, ejemplos de sus vivencias sacerdotales y comentarios chuscos que mantuvieron nuestra atención, y de una forma didáctica, nos orientó a perdonar desde lo más profundo del corazón, sin renunciar a la razón.

Resultando interesante uno de los ejemplos con el que ilustró su ponencia al referirse a una situación: “En el que una persona roba a un familiar y traiciona la confianza que habían depositado en ella por espacio de diez años, el ofendido lo perdona, sin renunciar al poder de la dignidad y la razón”. Nos comentó que: “Lo perdonó, pero nunca le volvió a conceder la oportunidad de abusar y traicionarlo de nuevo.”

Esta anécdota me hizo reflexionar en que si bien el perdón es una fuente inagotable de humildad, también está estrechamente ligado a la verdad, a la dignidad y a la razón. Nos dijo: “Imagínense al estar en presencia de Dios, quien roba podrá burlar la inteligencia humana, pero no la Divina, para nuestro Padre Celestial será un ladrón.” Nos compartió también que: “los cínicos y los que dañan metódicamente no serán bienvenidos ante la presencia de Dios”.

“Un perdón cuya fuente es el amor y es otorgado de corazón no se regodea en la humillación y la soberbia, se concede y espera en Dios, en el ejercicio del arrepentimiento de corazón del otro, de quien no reincide, que no espera para volver a traicionar.”

El mensaje del padre Espinosa de los Monteros Gómez Haro es vivificante e inspirador y para mí una bendición haber asistido a tan interesante conferencia, a la que también asistieron familiares y amigos, y numerosas personas que participaron en este encuentro, que tuvo un lleno total.

Con respecto a tan experto orador, les comparto que el reverendo padre Ángel Espinosa de los Monteros Gómez Haro nació en el estado de Puebla, en México; tiene maestría en humanidades clásicas por el Instituto de Estudios Humanísticos de Salamanca, España; estudió filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, teología en el Ateneo Regina Apostolorum de Roma en donde obtuvo la licencia en teología moral, con especialización en bioética y ciencias de la familia.

Desde que se ordenó sacerdote hace 22 años, ha trabajado como orientador juvenil y después como orientador familiar en México, Colombia, Italia y Francia. En Medellín, Colombia, fue además el director del Colegio Cumbres.

Ha impartido más de mil 500 conferencias abordando temas sobre: matrimonio, valores familiares y espiritualidad, en diferentes ciudades de México, Estados Unidos, Francia, Italia y todo Centro y Sudamérica.

Ha atendido a cientos de matrimonios ofreciendo consejo y programas de crecimiento conyugal y familiar.

Es autor del libro El anillo es para siempre, traducido a diferentes idiomas, y ha dictado numerosas conferencias mismas que se encuentran en CD. Actualmente es consultor familiar y de adultos en la fe.

Por otra parte, el R. P. Ángel Espinosa de los Monteros nos comparte estas reflexiones sobre un año que termina y un año que comienza: En definitiva, el paso del tiempo, para Rockefeller y para muchos otros es, simplemente, dinero. ¡Qué horror! Pero para otros, como decía Séneca: “No es que tengamos poco tiempo, es que hemos perdido mucho” y, “la vida es bastante larga para quien sabe aprovecharla.”

Y añade de Shakespeare: “Malgasté el tiempo y ahora el tiempo me malgasta a mí.” Añadía Benjamín Franklin: “¿Te gusta la vida?, entonces no la desperdicies. Economiza el tiempo, que es la tela de la que está hecha la vida.” Más tarde, con la profundidad de un hombre de Dios, el Cura Ars decía: “No esperemos el tiempo, el tiempo nos espera.”

Y es que: “el hombre que se atreve a desperdiciar, aunque sea solo una hora de su tiempo, no ha descubierto el valor de la vida”. Decía Antonio Grasci: “El tiempo es la cosa más importante: ¡es un simple seudónimo de la vida misma!” Y Marie von Ebner-Eschenbach: “Cuando llega el tiempo es que se podría, ha pasado aquel en el que se puede.” No cabe duda de que hay también algunos que pasan su tiempo esperando que el tiempo pase.

Ojalá sintiéramos en el corazón aquello que sentía Nikos Kazantzakis: “Tengo ganas de bajar a la esquina, extender la mano, y mendigar, a los que se pasan: ‘Por favor dadme un cuarto de hora’.”

Simplemente, para un cristiano, en pocas palabras: “El tiempo es Reino de Cristo” y cuidado, porque hay que hacer las cuentas con el tiempo, antes de que sea él quien las haga con nosotros. Y no nos engañemos, no hay malos tiempos ni tiempos difíciles. En realidad, nosotros somos los tiempos: “Tal como seamos nosotros, así serán los tiempos.” ¡Feliz año!, lleno de bendiciones de Dios y de auténticos frutos, resultado de la misión y de los dones que Dios nos ha dado. Que nadie deje de producir los talentos que Dios le ha concedido.

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