México

Siberianos encantan en Yucatán

La comitiva de 33 siberianos realizó el ritual “Las Noches Blancas de Verano”, tradicional de Siberia

Texto: Janette Becerra-Acosta

Desde el pequeño poblado de Sakha en Yakutia, Siberia —a diez mil 394 kilómetros de México—, llegaron a Yucatán 33 siberianos que viven en esas lejanas tierras al norte de Rusia, para hermanarse con la ciudad de Valladolid en Yucatán, y compartir sus danzas y cantos con los que en junio de cada año celebran “Las Noches Blancas de Verano”.

Jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres de ojos rasgados que recordaban a los mongoles, dejaron como testimonio de su visita a tierras mayas uno de los monumentos claves de su cultura, el “Siergue” —una especie de tótem—, que para ellos es una representación del universo y de los tres mundos, el “poste de atar caballos”, un enlace en el viaje del chamán a los diferentes mundos que rinden culto a nuestras raíces, orígenes y antepasados.

En estos árboles del mundo, se representan los tres mundos: el superior, con el plano espiritual y de los dioses; el de en medio, con los humanos, y el inferior, con “Chibalba” o el inframundo. De muchas maneras, esta ceremonia siberiana tiene varias similitudes con las de nuestros pueblos prehispánicos, toda vez que son una de las pocas culturas que adoran al sol y la naturaleza y que, como cuna del chamanismo, sus rituales incluyen las tradiciones de pedir permiso a los cuatro elementos, aire, agua, tierra y fuego, antes de iniciar sus ceremonias.

Esta peregrinación desde el helado norte ruso, donde viven ocho meses encerrados en sus casas por la temperatura ambiente de 35 grados bajo cero, inició en junio de 2017 cuando Edith Soto, presidenta de la organización Nueva Humanidad, fue invitada a asistir a Siberia durante su gran festival del solsticio Yakut Ysyakh, que ellos llaman “Las Noches Blancas de Verano” porque nunca se pone el sol que brilla durante las 24 horas del día. Asimismo, Soto explicó que en esa ocasión participó en el congreso “Las éticas ambientales de la arquitectura cosmogónica”, dedicado al Año de la Ecología y a la protección del medio ambiente en Rusia.

Y en aquellos parajes de inusual belleza, se efectuaron ceremonias mayas y siberianas a cargo de chamanes de Yucatán y Siberia, actos de suma relevancia ya que los “abuelos sabios” de todas nuestras culturas, guardan la sabiduría ancestral que nos heredan a través del DNA y por tanto debemos “honrarla, preservarla y activarla”, agregó la presidenta de Nueva Humanidad. Meses después, se reunieron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York donde se hizo el compromiso del viaje que un año más tarde fue una realidad para el evento “Siberia en Valladolid: Intercambio de dos culturas”.

Durante su estancia de más de diez días en Yucatán, los siberianos presentaron exposiciones de su arte y cultura; vestuarios y joyería e hicieron gala de múltiples y arcaicas danzas circulares y perfectamente geométricas, acompañadas de rítmicos cantos y poesías que en realidad son oraciones y maneras de adoración al sol y la naturaleza.

Cabe mencionar que todos ellos participan con un corazón amable y un alma pura. Ninguno de sus participantes puede ser parte de esta festividad si llega con una carga negativa pues están convencidos que de lo contrario, el ritual pudiera ser inválido e incluso perjudicial. Según lo expresado por ellos mismos, la fiesta nacional de verano es de una riqueza espiritual única de la gente de Sakha, que con ello simboliza el triunfo de la vida y la naturaleza en la Tierra y que refleja fielmente la imagen tradicional del mundo y su propia cosmovisión.

Además de los eventos espirituales y culturales, los siberianos se hermanaron con los mayas de la localidad para ser parte de sus rituales a cargo del chamán don Francisco Cantón Rosado; visitaron el Cenote de Zací en Valladolid, pueblo mágico yucateco, y durante un soleado domingo a principio del mes de diciembre, asistieron a Xocén, una comunidad selvática donde los siberianos invitaron a todos los ahí presentes a probar algunos de sus alimentos sagrados y a degustar el Kumis, una bebida sagrada —como el vino de la comunión católica—, pero que en este caso simboliza la gracia blanca de la abundancia, en la que se encuentra el kut-sur (alma) de todas las personas no nacidas, caballos y vacas.

Posteriormente, con la presencia del presidente municipal de Valladolid, Enrique Ayora Sosa, y su cabildo, los abuelos ancianos y representantes de los siberianos firmaron un documento en el que quedó inscrito el pacto de hermandad entre sus dos ciudades. Lo anterior en preparación a la ceremonia yzyakg, la más importante que se efectuó al día siguiente en el poblado de Chichimilá: la plantación del “poste de atar a los caballos” o “Siergue”. Sobre el particular, William F. Yakovlev, autor del libro sobre el tema, el “Siergue” representa todas las necesidades, tanto las prácticas como las simbólicas y cosmológicas, asignando diversos valores que combinan varias funciones en los ámbitos material, simbólico y ritual.

Actualmente, además de en Siberia, existen cuatro “Siergues” en el planeta: en Armenia, Camboya, Egipto, y desde hace dos semanas, en la península de Yucatán. En 2019, viajarán a Australia a colocar otro árbol de vida y de fertilidad, todo ello en armonía con la creación misma de la organización Nueva Humanidad, cuyo principal objetivo es mantener y salvaguardar las costumbres y los rituales de los pueblos indígenas originarios que son “los únicos que han sabido cuidar y proteger el medio ambiente, a la Madre Tierra y a sus recursos durante miles de años”, concluyó Edith Soto.

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