México

Un nuevo 19 de septiembre; las dimensiones del terremoto

José Luis Martínez

Plan DN-III-E en la Ciudad de MéxicoComo en una de esas películas apocalípticas, la tarde de este martes 19 de septiembre, alrededor de las 14:30 horas las calles de la Ciudad de México se inundaron de gente que trataba de regresar a sus casas lo más rápidamente que podían entre ríos de personas a pie, porque las avenidas estaban colapsadas:

Periférico Sur, Revolución, Molinos, Extremadura, Insurgentes Sur, Félix Cuevas, todo en la zona de Mixcoac y hacia la colonia Del Valle, una de las más afectadas por el terremoto de 7.1 grados Richter que, justamente 32 años después, nos recordó la peor tragedia natural que ha vivido esta ciudad en su historia.

La gente que estaba en sus autos estaba desesperada por no poder avanzar, las ambulancias que querían acceder a hospitales como el Centro Médico 20 de Noviembre del ISSSTE tenían su paso entorpecido, mientras que el transporte público estaba colapsado también: Metro, Metrobús, trolebús, sin servicio en la zona y las pocas rutas de microbuses que circulaban por ahí, estaban rebasadas, con los pasajeros prácticamente colgando para poder llegar a sus casas.

Los ríos de gente a pie marchaban a paso rápido, esquivándose entre sí, intentando llamar por celular, llorando, con angustia y miedo visibles en el rostro. Parecían no terminar, la información que fluía era poca y de repente se suspendió. En las zonas más afectadas se cortó el suministro de electricidad y los teléfonos celulares dejaron de recibir mensajes. Sólo la radio de pilas, como en 1985, se convirtió en un informante fiel y puntual de la tragedia que comenzaba.

Otros, no acababan de comprender y abarrotaban un famoso local de tortas en avenida Félix Cuevas para comer, mientras miraban indiferentes a la gente que circulaban. Incluso un merenguero, en esa misma calle intentaba hacer su ‘agosto’, pero la gente pasaba de largo a sus gritos.

En casa, todos bien, angustia porque pensaron que el inmueble se iba a derrumbar, otros salieron a buscar a algún familiar. Una persona mayor, regañada por preferir quedarse en cama que intentar resguardarse. Y comenzó la pesadilla:

Una escuela derrumbada con decenas de niños pequeños atrapados, uno a uno iban apareciendo muertos. Informes de derrumbes cada vez más cerca de casa, cuando todo parecía estar en calma. Un centro comercial en Taxqueña, daños en el estadio Azteca, edificios y oficinas en las colonias Centro, Del Valle, Roma y Condesa, el cada vez más continuo sobrevuelo de helicópteros.

Pero esta calma no era normal, más bien se sentía como el silencio de la muerte, del miedo, de la angustia.

Y entonces llegó una especie de iluminación, un edificio colapsó con gente dentro, muy cerca de ahí, en la colonia Portales. No hubo que pensarlo dos veces. Sólo portar ropa cómoda, alguna cubeta, herramienta y adelante. No había más tiempo que perder. Unas calles alrededor, la zona estaba repleta de autos estacionados y gente en las calles, algunos alistándose para ayudar, otros con miedo de regresar a sus domicilios. Unos incluso, parecían estar tomando el fresco de la tarde en un camellón de Emiliano Zapata.

Al llegar a la zona acordonada, comenzó a dimensionarse la tragedia. Un policía que controlaba el acceso respondió: “¡Pasa! Necesitamos ayuda en lo que sea”.

Un edificio de unos cuatro pisos, quizá con unos 40 años de antigüedad se desplomó, los pisos se vinieron uno encima de otro y atraparon un automóvil que estaba estacionado en la acera, en la calle de Petén, de la colonia Letrán Valle. Sobre el edificio, decenas de personas de protección Civil y otros civiles trabajaban a marchas forzadas para acceder al interior del edificio y tratar de rescatar sobrevivientes. Había gente pidiendo ayuda, que hizo sonar el claxon de algún vehículo atrapado.

Abajo, en lo que parecía ser un caos, cientos, quizá mil personas se aglomeraban tratando de ayudar. Sin embargo, el caos tenía cierto orden. Unos pasaban cubetas vacías, mientras otros las llenaban de escombro y otros más formaban una cadena humana para alejarlos de la zona siniestrada.

Mientras el personal calificado iba, con grandes esfuerzos, tratando de ordenar a los voluntarios. Poco a poco, la gente se fue ordenando, fueron abriendo paso para agilizar el retiro de escombros. También, entre el tumulto, guardaban el mayor silencio posible para ayudar a los rescatistas a ubicar a alguna persona atrapada. En una de las esquinas, un camión de volteo era llenado lentamente con las cubetas de escombro y otro con una máquina de volteo.

En la otra, la valla humana alcanzaba dos calles y reaccionó más rápidamente: agilizaron la operación de la valla para que la gente no se estorbara entre sí, otros fueron más inteligentes y acarrearon los carritos de un supermercado cercano y los utilizaron para acarrear más rápidamente el escombro. Después un camión de mudanzas entró y ayudó a desalojar más rápidamente los restos del inmueble derrumbado.

También llegaron decenas de personas con medicamentos, agua y alimentos. A cada petición, la gente respondía: herramientas, guantes, linternas, polines, escaleras, luz… Llegó un grupo de motociclistas con las luces a su máxima potencia y las colocaron de la mejor forma posible para iluminar la escena.

Sí, también hubo reportes de gente que fue asaltada mientras estaba atorada en el tráfico, otros fueron engañados por supuesto personal de Protección Civil y fueron sorprendidos en sus domicilios por ladrones, pero los casos fueron los menos.

Las imágenes que predominaron la tarde y noche de este 19 de septiembre de 2017 fueron prueba de que México es un país muy grande. Miles de personas trabajaron durante horas, en medio de la oscuridad, arriesgando sus vidas sin pedir nada a cambio, solo por el sentido de responsabilidad.

En ocasiones como esta la gente lo demostró, una vez más. La ayuda ha sido exhaustiva, pocos preguntaron, pero muchos acudieron. La solidaridad mostrada por la gente, el orden con el que empezó a trabajar, demuestran qué clase de gente habita este país. Ojalá que sea capaz de mantener esta actitud todos los días, más allá de las tragedias.

A primera hora de este miércoles 20 de septiembre, el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera reportó cifras que comenzaron a dibujar la magnitud de la tragedia: 94 muertos, más de 800 lesionados y 214 desaparecidos, 39 edificios con daños graves y 500 ó 600 con algún grado de afectación, solo en la Ciudad de México.

 

 

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