Personajes

Mujica, honoris causa

El expresidente de Uruguay fue investido por el Sistema Universitario Jesuita gracias a su compromiso con la paz, la igualdad y la integración de los pueblos y naciones latinoamericanas

Revista Protocolo

Ciudad de México, 3 de diciembre de 2019.— Por su contribución y trabajo realizados como líder en América Latina que aborda la reconciliación, justicia e integración, así como su compromiso por la paz, igualdad y democracia, el Sistema Universitario Jesuita (SUJ) otorgó el doctorado honoris causa al expresidente de Uruguay José Mujica, en una ceremonia realizada en la Universidad Iberoamericana (Ibero) campus Ciudad de México.

Durante el acto oficial, David Fernández Dávalos, rector de la Ibero CDMX·Tijuana, entregó al político uruguayo el título, además de colocarle la beca y medalla con la leyenda “Tradidit Deus mundum disputationi” (Dios puso al mundo para ser pensado). Tras rendir protesta, el nuevo integrante del claustro académico recibió el diploma de nuevo doctor y firmó el libro de honor.

Tras la investidura, Fernández Dávalos reconoció al sudamericano como luchador social; hombre apreciado en el continente y el mundo por su conducta intachable, congruencia y forma de vida, sencillez y convicción, valores que coinciden con los de la Compañía de Jesús y las instituciones educativas encomendadas a esta orden.

Recordó que José Mujica estuvo preso durante 14 años por motivos sociales y políticos, principalmente por su lucha contra la dictadura en su país. Más tarde, entró de lleno a la política como diputado, senador, ministro de Estado, presidente de la Asamblea General de Uruguay y, finalmente, como presidente de la República para el periodo 2010-2015, “en una etapa muy fructífera para la vida y la democracia uruguayas”.

El rector de la Ibero dijo que Mujica ha mostrado que es posible una política y un gobierno que construyan y que no depreden, que ayuden a quienes más lo necesitan y que no lucre con ellos. “Su pensamiento, su práctica política, su lucha por la construcción de una sociedad justa y digna contrasta radicalmente con el creciente debilitamiento de la política como búsqueda del bien común en nuestras sociedades.”

En su discurso Mujica agradeció a las universidades que conforman el SUJ por la distinción a un “campesino frustrado, enamorado de la biología, permanentemente, de la ciencia de la vida”. Aseveró que la única manera de luchar contra la muerte es a favor de la vida, y por lo tanto, “hay que sembrar para que otros sigan con el mensaje siempre inconcluso y permanente de la escalera que significa el progreso humano, el avance, la civilización”.

“Para mitigar las respuestas que no nos podemos dar siempre existe una zona del pensar y del sentir humano que conmovedoramente nos ayuda a construir esperanza. Por lo tanto, la vida no es un sacrificio.” En este sentido, comentó que sentir y vivir es comprometerse con la vida y con esa escalera interminable de lucha por construir esperanza.

Recordó que por casi tres lustros estuvo encerrado en diferentes cárceles, pero nunca perdió la esperanza: “Aún vale la pena la vida humana, en medio de las condiciones más duras y difíciles. Allí vas a encontrar la mugre, pero así también vas a encontrar la esperanza. Por eso, el premio mayor es vivir como se piensa. El premio mayor es soñar que se puede construir un mundo un poco más útil, menos egoísta que el que nos tocó vivir. ¿Qué sería la vida si nos quitan la esperanza?”

Pepe Mujica, como también se le llama, reconoció el papel de quienes empeñan su vida por transmitir fe y confianza, pues saben que los seres humanos lo necesitan, “sé que la vida necesita esperanza y he vivido con sueños y con la esperanza. Les doy un abrazo y sepan que soy dos piernas que caminan con incertidumbre por la soledad del campo”, concluyó.

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