Personajes

¿Quieres conocer a Lia Nereida?

Activista, artista de performance y pedagoga, son las actividades en las que destaca Lia, mujer transexual que en una entrevista exclusiva para Protocolo Foreign Affairs & Lifestyle, comparte desde su vida personal hasta lo que realiza en torno a la comunidad trans y LGBTTTIQ+

(Primera de cuatro partes)

Entrevista: Luis Felipe Hernández Beltrán
Fotografías: Facebook de Lia García

Cuando el autor propuso hacer esta entrevista, sería para realizar una sencilla nota informativa, pero la cantidad de conceptos, experiencias y anécdotas que la entrevistada compartió, daba para eso y más. Por lo que decidí transcribirla para que los lectores de Protocolo Foreign Affairs & Lifestyle conozcan a fondo a Lia, su vida personal y todo lo que hace para dignificar el movimiento trans.

Así pues, conocimos a Lia Nereida García Barreto que lo mismo lee y escribe poesías, realiza performances caracterizada como sirena o novia y acude a escuelas secundarias a convivir, compartir y concientizar con los estudiantes su experiencia de vida en el movimiento trans, a través de dinámicas.

A partir de hoy y durante los viernes de julio de 2019, compartiremos esta entrevista con ella.

“¡Hola, que tal!, yo soy Lia García, a mí me conocen como la novia sirena; soy artista, poeta y pedagoga radicada aquí en la Ciudad de México, aquí nací y todo mi trabajo activista se ha gestado y se ha desarrollado aquí en la Ciudad de México.”
—Lia, cuando hace ocho años tuve el gusto de conocerte, yo no vi en sí a Lia, yo conocí a Gerardo, ¿qué pasó?, ¿cómo fue esa transición?

—Mira, yo siempre desde mis primeros recuerdos están vinculados a la feminidad, yo siempre supe que no deseaba obedecer a las normas que establece el género binario, entonces creo que toda mi vida he estado en transición, he estado en una búsqueda constante de lo femenino, porque yo soy actualmente una mujer trans y siempre he estado en búsqueda de lo femenino, o sea, los cuerpos que nos escapamos de las normas del género somos los cuerpos disidentes y los cuerpos que estamos en transición.

Como se sabe, hay un acrónimo que define a las personas de la diversidad sexual que es el LGBTTTIQ+ pero esto se queda corto porque las personas que estamos en transición somos muchísimas más, nos manifestamos con nuestro cuerpo e ideas de múltiples maneras y eso es lo que sucedió en mi vida, que yo siempre estuve en transición. No puedo hablar de una vida que yo tuviera antes de haber decidido transitar hacia la feminidad porque siempre la estuve buscando. Yo soy una persona que siempre ha estado en transición, en una búsqueda constante de lo femenino.

—¿Desde pequeñita?

—Mis primeros recuerdos siempre están vinculados a lo femenino: yo buscaba la ropa de mujer, yo buscaba los juguetes de mujer, buscaba relacionarme con mujeres, me sentía muy cómoda entre mujeres. Me gustaba todo lo femenino y siento que desde ahí fue donde comenzó a emerger mi energía femenina, obviamente hubo todo un sistema que en realidad es el estado, es decir, la familia, escuela, medios de comunicación, espacios arquitectónicos, incluso, que me decían lo contrario, que yo no podría formarme como lo que yo quería sino que tenía que obedecer a un mandato de género de acuerdo a lo que habían diagnosticado en mi cuerpo. Yo fui diagnosticada como un varón cuando nací y lo digo así porque el género es un diagnóstico médico más que una construcción social. Es muy fuerte pero así lo es y, digamos, yo vivía en una fantasía en esa búsqueda de lo femenino pero había todo un sistema social que me decía que yo tenía que obedecer a un mandato de género que yo no quería, que era el masculino.

—Exactamente, ¿cuántos años tenías cuándo empieza esta transición?

—Yo recuerdo que desde los cuatro años estuve muy cerca de lo femenino, ya jugaba con las muñecas de mis primas, jugaba con ellas a la hora del té, utilizaba las toallas de baño como vestidos o me las ponía en la cabeza. Me gustaban mucho los juguetes de niña, entonces, yo creo que desde los cuatro años ya concientizaba esto y buscaba mucho estar con mi mamá, mis primas, mis tías. Luego, ya en el periodo de los cinco a los seis años me gustaban más cosas: peinar a mis tías, ponerme su ropa.

Yo tengo una tía maravillosa que me permitía vestirme con su ropa y era bien bonito porque yo era una niña de cinco años que iba a su casa, e incluso, hasta me daba sus joyas para poderlas utilizar y eso me hacía inmensamente feliz. A lo mejor en ese momento no podía nombrar lo que estaba sucediendo conmigo, no tenía ni idea de lo que significaba eso pero yo me sentía feliz de utilizar accesorios, ropa de mujer, estar entre mujeres y yo creo que ahí es donde empieza mi transición y donde oficialmente yo me conecto con mi feminidad ancestral. Digo ancestral porque ahí están todas mis ancestras: abuelas, bisabuelas, tatarabuelas…

—Hablas mucho de tu familia, ¿cómo toman esta decisión tuya?

—Al principio, de una manera desconcertada, de una manera muy vivida desde el miedo. Yo creo que las familias muchas veces no hablan del miedo que les genera vivir con personas que nos escapamos de esas normas porque la sociedad, desafortunadamente, te inculca el miedo como impronta de lo que tú tienes que sentir hacia las diversidades, incluso la misma familia siente ese miedo, pero no hacia ti, sino miedo al qué dirán, porque obviamente, mi familia, mi papá y mi mamá tenían mucho miedo de qué iban a decir de mí, de cómo me iban a tratar, de si yo iba a encontrar un trabajo o no, si yo iba a poder estudiar o no.

Tenían miedo de que me mataran, porque quiero resaltar en esta entrevista que México es el segundo país en presentar más crímenes de odio hacia la diversidad sexual, empezando por mujeres trans. Entonces, imagínate cómo las familias no van a vivir con ese miedo de que maten a sus hijos o a sus hijas trans, si estamos en un estado de emergencia total, y bueno, en los tiempos en los que yo transicioné a lo mejor no tenía mi familia esa información pero sí sabían que de alguna manera en la calle me podían violentar o me podían hacer algo, y más que nada, creo que ese rechazo viene por un lado de ahí, de sentir miedo, pero por otro, también porque hay muchos perjuicios y estigmas alrededor de las personas trans.

—¿Sigues conviviendo con tu familia?

—Si, aunque fue un proceso que implicó muchas emociones y sentimientos y que todavía se está tejiendo. Aún me encuentro en un tejido con mi familia para que mi familia pueda, más que entender, abrazar lo que yo soy, porque eso de decirle a la gente “¡es que tienes que entender a tus hijos!”, ¡no!, más bien, es abrazar quién eres tú, porque abrazar la historia de otra persona es un acto afectivo, político y me parece que la familia vale la pena decir eso: ¡que los padres de ahora abrazan la historia de sus hijos! Yo siento que mi familia abraza mi historia pero que están en un continuo aprendizaje como yo, porque quiero decirte que las personas trans, somos personas que la sociedad nos pone o nos construye como locas, enfermas o desviadas, como monstruos, pero yo creo que las personas trans somos entes completamente transformadores, porque todo el tiempo estamos enseñando a las personas de sus propios límites, sus propios miedos, lo que no son y a lo mejor lo que quisieron ser y los estamos confrontando con sus deseos.

La experiencia de las personas trans es muy transformadora y qué mal que en este país se asesine a las personas que podemos ser la transformación del otro. Es cuando a mí me gritan cosas en la calle y me digo: “esta persona me está gritando puto, maricón, traba o enferma, pero en realidad esta persona se está viendo a sí misma, o sea, yo soy un espejo de esa persona y me pregunto: ¿qué es lo que esa persona estará viendo de sí misma en mí?”, porque yo, de alguna manera, soy una persona que he decidido salir de muchas cárceles internas y yo me pregunto: “¿por qué a las personas les confronta tanto ver la libertad en otra persona?”, quizá es porque están viendo la libertad que ellos no han tenido y mira qué fuerte, que la libertad de una persona, que la búsqueda del bienestar de una persona, tenga que ser motivo de muerte. Eso está grueso de decirlo pero así es, ¿por qué nos están matando si estamos ejerciendo el derecho humano a la libertad, a decir y a ser quienes somos?, y ¿cómo un derecho humano, el derecho humano a nuestra libertad sexual, afectiva e identitaria, tiene que ser un motivo de muerte en este país?, ¡eso está jodido! ¿Cuándo un derecho humano puede incitar a la muerte?

(Segunda parte: viernes 12 de julio de 2019)

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