El multigalardonado actor falleció la tarde de ayer a los 81 años, tras sufrir las secuelas de un derrame cerebral ocasionado en 2015
Texto: Luis Hernández Reyes*
Rogelio sí que dio Guerra, de la buena, a la vida.
Deslumbrado por una súper estrella, alcanzó la intensidad de los reflectores de los que jamás se desprendió hasta que el inclemente tiempo los apagara.
Al cargar las maletas para conducir en el interior de un hotel a la habitación, jamás pensaría que ese impacto iba a fincar una vida tan especial dentro de sets y foros al saberse que en ese momento acompañaba a la gran Marilyn Monroe, suerte que muy pocos en el mundo pudieron tener. Ese incipiente jovencito vestido de “botones”, los transformaría en insignias al probar fortuna bajo las lámparas de cine, teatro y televisión.
Apuesto, galán, seductor con sus ojos azules, pero sobre todo camaleónico, Hildegardo Francisco Guerra Martínez, su nombre real, se multiplicó en vaquero, charro, deportista, pero sobre todo, conquistador: estrella principal de la novela, considerada por muchos críticos como la más importante en la historia de la televisión, que trascendiera al mundo entero doblada en alusivos idiomas, Los ricos también lloran en 1979, al formar triángulo amoroso con la iniciante y hermosa Verónica Castro, que también acreditó su mejor protagónico y la sensual Rocío Banquells; además de una pequeña que asomaba al mundo de la pantalla chica llamada Edith González.
Guerra también fue el iniciador del cine erótico mexicano, antiguamente llamado Clase “D”, al protagonizar Tres mujeres en la hoguera en donde proporciona, bajo el argumento del célebre Luis Alcoriza, el elixir cinematográfico en que se enredan los símbolos sexuales del momento: Maricruz Olivier, Pilar Pellicer y Maritza Olivares.
Sus múltiples actuaciones, lo colocaron como el actor de moda tanto en cine como en televisión, en donde su mayor impacto lo logra convertir en el villano Águila Real, en una de las novelas más recordadas en la historia de la pantalla chica, Nada personal, compartiendo créditos con el hoy consagrado actor internacional Demián Bichir, la actriz más bella del momento Ana Colchero y el novel histrión, actualmente desaparecido del mundo de la farándula, José Ángel Llamas.
Participante y conservador del género pastorela, al montar, producir y actuar en el Exconvento de Churubusco en la delegación Coyoacán, las tradicionales obras folclóricas de temporal decembrino en las que humorísticamente resalta la pugna entre el bien y el mal y que por circunstancia reflejaba a un ángel con alas que en ese momento dejaba de ser Rogelio Guerra.
Y quién iba a pensar que al alcanzar el máximo vuelo, ese Águila Real, marcaría su declive al entrar en pugna por los contratos que tenía con Televisión Azteca, situación que lo convirtió en el actor de carácter que tal vez nunca deseó interpretar: el paciente, al mermarse su salud de la que jamás pudo escapar, hasta la tarde de ayer, 28 de febrero de 2018, al agotarse la Guerra de Rogelio.
¡Descanse en paz!
* El autor es periodista de deportes y espectáculos desde 1970, colaboró para los periódicos El Sol de México, Excélsior y Ovaciones. En 1984 llegó a Televisa donde fue subjefe de información deportiva. Actualmente, escribe sobre temas taurinos para distintas páginas de internet del mundo de la tauromaquia.
