Responsabilidad Social

¿Religión y LGBT+?

Respeto y tolerancia, los componentes principales para dos de las principales comunidades en el país

Revista Protocolo

Ciudad de México, 29 de diciembre de 2021.— Entre las transformaciones que se han realizado en el mundo, se encuentra la apertura y aceptación de las diferentes comunidades que componen a la sociedad, ya que de acuerdo con la encuesta LGBT+Orgullo 2021 elaborada por la consultora IPSOS, más del 11 por ciento de la población en México se identifica como perteneciente a la comunidad LGBT+, y según datos del mismo estudio, más del 20 por ciento de los mexicanos indicaron haber asistido a un evento en apoyo por esta sociedad en defensa de sus derechos.

Por el otro lado, es bien sabido que la religión en México es uno de los pilares máximos de desarrollo para la sociedad, lo cual es representado por el 77.7 por ciento de la población que declaró ser seguidor de algún culto, de acuerdo con el censo de religión realizado por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) durante el año 2020. Incluso, ante la pérdida porcentual de seguidores y creyentes durante los últimos años, es innegable que este factor social sigue siendo uno de gran influencia en el territorio nacional, lo que ha marcado diferencias frente a la comunidad LGBT.

Estas disyuntivas entre comunidades residen en los distintos valores, costumbres, creencias y objetivos que les rigen. Mientras que los miembros LGBT+ buscan defender su voz y derecho a la libre expresión, derechos humanos y búsqueda por mejores condiciones de vida; mientras que la comunidad religiosa busca defender las creencias sobre las que se basa su fe, los valores que les rigen, el respeto por la libertad de culto y la tolerancia ante sus perspectivas sociales.

Ante una diferencia abismal de creencias centrales, ambos grupos deben regirse por dos valores principales: respeto y tolerancia, pues son los que permitirán al otro continuar con sus luchas y actividades diarias sin interferir con otras comunidades.

Estas narrativas contraponen a ambas sociedades y han creado división y exclusión que han generado casos como el sucedido cerca del año 2007 con el polémico Pavez vs. Chile, donde la profesora de religión Sandra Pavez, fue removida de su puesto como educadora por su orientación sexual y tras una larga batalla legal que llegó a su fin en el año 2021 por la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se llegó a la conclusión de que la remoción de la académica había sido injustificada, mientras que la comunidad religiosa defendía su derecho a la libertad de culto y respeto a sus creencias.

Un caso como el anterior fue el resultado de una falta de comunicación clara, por lo que es necesario conocer y entender que la religión y la comunidad LGBT no son contrapartes que deban “enfrentarse”. Al ser componentes de tal magnitud, su colaboración es necesaria para una sociedad sana e incluyente, una relación de cordialidad, de respeto y responsabilidad resulta indispensable para los componentes de un país, recordando que los derechos a la libertad de culto y a la no discriminación son factores inquebrantables, por lo que, miembros LGBT y los sectores religioso, educativo, gobierno y sociedad deben trabajar en conjunto para adapta políticas que respeten y reeduquen sobre los derechos fundamentales de todas las comunidades.

(Fotografías: Cortesía PIAR Comunicaciones y Pixabay)

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