Salud

Buscan cura del cáncer en el fondo del mar

En la Facultad de Ciencias Marinas, en la Universidad Autónoma de Baja California analizan el fondo del Golfo de California para combatir el cáncer de colon y pulmón

Desde la antigüedad, el mar ha sido indispensable en la vida del hombre. No sólo como fuente de recursos alimenticios o energéticos, sino como vía de transporte y, ahora, también en la obtención de sustancias que benefician a la salud.

De ahí que la doctora Irma Soria Mercado, de la Facultad de Ciencias Marinas, en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), analice el fondo del Golfo de California en busca de compuestos bioactivos para combatir el cáncer de colon y pulmón, así como aquellos con propiedades antibióticas.

De acuerdo con la investigadora, en el sedimento del océano habitan hongos, conocidos como micromicetos, y bacterias de lento crecimiento llamadas actinobacterias; los cuales son productores de metabolitos (molécula producida durante el metabolismo) secundarios con aplicaciones en la industria farmacéutica. Ejemplo de ello es la actinomicina, un antibiótico aislado de las bacterias Streptomyces, que descubriera en 1940 el ucraniano ganador del premio Nobel, Selman Abraham Waksman.

La titular del proyecto indicó que para obtener las cepas han realizado muestreos en 133 puntos del Golfo en las zonas de San Felipe, Bahías de los Ángeles, Concepción y Loreto, las Islas Danzante y Carmen; así como sus alrededores, todos ellos a profundidad entre uno y 350 metros.

El sedimento, explicó, es recolectado con pequeñas dragas de acero inoxidable construidas ex profeso para ese fin. Posteriormente, es secado en una campana de flujo laminar (cámara donde un flujo de aire vertical, a modo de cortina, evita que el material se contamine).

Una vez que el depósito marino está deshidratado, indicó que debe pulverizarse para después aplicarlo en cajas petri sobre diversos medios de cultivo por el método de estampado, con ayuda de una esponja estéril. Y finalmente son colocados en incubadoras de 2 a 5 semanas hasta el desarrollo de los microorganismos deseados.

Soria Mercado detalló que, dado que el crecimiento de las actinobacterias es lento, se necesita agregar una dilución de antifungales y antibióticos para impedir la aparición de microorganismos indeseables.

Una vez que alcanzan el tamaño adecuado, agregó, las cepas son purificadas hasta la tercera generación y criopreservadas en glicerol (proceso de congelación de células o tejidos), mientras que, con el propósito de identificarlas, analizan la secuencia de genes del 16S rRNA (ADN) y construyen el árbol filogenético (muestra la relación evolutiva entre varias especies).

La científica de la UABC apuntó que esta tipificación les permite realizar cultivos a mayor escala (volúmenes hasta de un litro); de los que, con el uso de resinas, extraen las células de las actinobacterias. Al mezclar estos extractos con acetonas (solventes orgánicos) pueden aislar los compuestos bioactivos de las bacterias marinas.

El primer bioensayo al que deben someterse estas sustancias, dijo, es a la de la cepa HCT116 de cáncer de colon; así como a H460 de carcinoma de pulmón, pues son a las que tienen mayor accesibilidad. Sin embargo, aclaró, que también analizan sus propiedades antibióticas con algunos patógenos como Staphylococcus aureus y Klebsiella pneumoniae relacionados con el desarrollo de enfermedades infecciosas oportunistas como la neumonía y la sepsis.

A este respecto, Soria Mercado, añadió que el proyecto es una investigación básica; por lo que el desarrollo de fármacos y pruebas clínicas podría tardar algunos años; sin embargo, se muestra optimista con los resultados hasta ahora obtenidos.

La investigadora de la UABC señaló que tras dos años de trabajo con el sedimento del Golfo de California cuentan con mil 470 cepas, de las cuales 333 son del género Salinispora (exclusivas marinas) y pertenecientes a las especies arenícola y pacífica. De esta última encontraron un nuevo filotipo con propiedades altamente bioactivas, así como tres del género Streptomyces, (nativas terrestres).

Cabe señalar que el proyecto ha sido financiado por la UABC a través de convocatorias internas y sus Cuerpos Académicos; además de un proyecto de colaboración con la Universidad de California San Diego y el Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI) de la Secretaría de Educación Pública. (Agencia ID)

Revista Protocolo

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