Salud

¿La maternidad puede esperar?

A partir de los 35 años de edad la calidad de óvulos de las mujeres comienza a disminuir

En tiempos donde el ritmo de vida es acelerado, la información, la comida y todo tipo de servicios compiten en rapidez. Sin embargo, existen aspectos que no llevan tanta prisa, y en esa categoría entra la planificación del embarazo, al menos eso ocurre en un número creciente de parejas profesionistas que habitan en las grandes ciudades; una tendencia que en fechas recientes representa un importante porcentaje de las citas en clínicas especializadas en fertilidad.

De hecho, se ha acuñado el término maternidad tardía para ese fenómeno, que a decir del doctor Oliver Lara Kferman, coordinador médico del Instituto de Fertilidad y Genética (Ingenes), se refiere a las dificultades de concebir un embarazo a causa, principalmente, de la edad madura en las mujeres.

“Es sabido que a partir de los 35 años de edad la calidad de óvulos de las mujeres comienza a disminuir, pero después de los 38 esa pérdida de calidad se acentúa y en consecuencia se dificulta más lograr un embarazo de la manera natural; es decir, a través del coito, en cuyo caso se requiere de intervención médica”, señaló el especialista en reproducción humana.

Asimismo, apuntó que es necesario diferenciar los términos de maternidad tardía e infertilidad, pues por lo que se refiere al último se trata de la incapacidad de tener un embarazo después de intentarlo por un año a través de la actividad sexual sin el uso de método anticonceptivo. En ese caso, se ha determinado que del total de casos, 40 por ciento es debido a algún problema en el organismo femenino, una cifra similar por dificultades en la producción de espermatozoides y 20 por ciento la combinación de ambos.

En el caso de la maternidad tardía, las opciones de tratamiento a las que se puede someter la pareja corresponden a su estado de salud, y ello se determina mediante estudios como el ultrasonido de útero o la histerosalpingografía (chequeo de permeabilidad en trompas) en la mujer, y revisión de volumen y calidad de semen en el hombre.

Una vez identificadas las posibles causas de la falta de concepción, es necesario que el especialista evalúe los diferentes tratamientos que deberá probar la pareja. Entre ellos figura el coito programable o inseminación intrauterina (baja complejidad) y la fecundación in vitro (alta complejidad). El primero consiste en indicar a la pareja el momento propicio de practicar las relaciones sexuales; por su parte, la inseminación corresponde a poner el semen en el útero para lograr la fecundación.

En tanto, “la fecundación in vitro es una técnica en la que se estimula la producción de óvulos por medio de medicamentos, una vez maduros se extraen del organismo femenino y son seleccionados los mejores a fin de fecundarlos o inyectarlos con el espermatozoide elegido con anticipación e implantarlos en el útero de la mujer ya en estado de embriones. Finalmente, 11 días después se hace una prueba de embarazo para corroborar el resultado de la intervención”, apuntó Lara Kferman.

Se estima que la tasa de éxito de esa técnica alcanza al 50 por ciento de las parejas que la emplean, y las posibilidades de embarazo son mayores mientras más joven sea la mujer.

El coordinador médico del Instituto de Fertilidad y Genética señaló que el uso de cualquier técnica por parte de la pareja para lograr el embarazo debe ser tratado en forma integral por varios especialistas, pues recordó que involucra un desgaste físico, económico y, sobre todo, emocional, por lo que recomendó a las personas interesadas en esta ayuda acudir a clínicas especializadas.

Regulación mexicana

En cuanto a la legislación con la que cuenta el país en la materia, el especialista médico expuso que la opción de donación de óvulo está permitida, pero el “préstamo” del útero entre mujeres aún no está reglamentado, como sí lo está en otros países. “Me parece que la legislación debe ser mucho más clara en esta área médica, además de ser revisada y discutida por expertos tanto como por políticos, sobre todo por los avances que se dan en la materia. Asimismo, hay que recordar que la infertilidad está considerada por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad, por lo que requiere ser atendida con la seriedad correspondiente.”

Al referirse a los altos costos que aún representan estas opciones médicas, Lara Kferman comentó que ésa es una de las razones por las que instancias de gobierno no pueden otorgar esos servicios a sus derechohabientes. Sin embargo, precisó que en la actualidad muchas clínicas privadas cuentan con planes de pago accesibles para ampliar el espectro de parejas que intenten atenderse. (Agencia ID)

Revista Protocolo

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