En memoria de Raúl Araiza, padre
Lejos de si los mayas se equivocaron o sus escrituras se malinterpretaron, el mundo no se acabó el pasado 21 de diciembre y aquí seguimos, comenzando un año más.
Para muchos el 13 es un número cabalístico, pues representa, según las creencias personales, buena o mala suerte; razón por la cual muchos ya han empezado a especular sobre lo que 2013 traerá consigo.
Personalmente, considero que la buena o mala fortuna es cuestión de energía y actitud hacia la vida, por lo que el número de este año nuevo no tiene alguna connotación que me haga pensar en cómo será.
Llegamos a 2013 con aspectos positivos y negativos, y se podría pensar que hay más de los segundos que de los primeros. Ahí está la crisis económica europea, las altísimas tasas de desempleo a escala mundial, países en guerra que han dejado a miles de muertos, etc… pero está el otro lado de la moneda, las cosas buenas, por ejemplo y en contraste con lo antes dicho, podemos decir que al menos nuestro país se mantuvo estable económicamente hablando, sigue habiendo pobreza y desempleo, pero afortunadamente los gobiernos trabajan cada vez más para aminorar la brecha que hay actualmente; también la sociedad se siente más unida y consciente en todos los aspectos, desde el político hasta el ambiental.
Todo es cuestión de cómo tomemos las cosas. Si queremos salud, entonces hay que empezar por nosotros mismos, y hacer ejercicio o comer saludable porque así queremos que sea; si queremos dinero y éxito, entonces trabajar siempre con la mejor disposición; si queremos amor, empezar por querernos y después a los demás. Asumir que nosotros, y no fuerzas misteriosas como el número 13, somos los responsables de cómo será este año y hacer lo mejor posible, finalmente para eso estamos aquí, para vivir y disfrutar de la vida.
Mis mejores deseos para que este año, y todos los siguientes, estén llenos de alegrías.
Revista Protocolo