Sociales

Fiesta llena de alegría

Andrés Roemer celebró en grande

Por Helen Krauze

Andrés Roemer y Oliver Stone. Foto: THEHAPPENING.COM

Ya me habían comentado de los festejos de Andrés Roemer, sin embargo nunca pensé encontrarme con una fiesta que —en mucho— me recordó aquellas de los años sesenta y setenta, donde asistía la crème de la crème.

Desde la entrada a la casona, situada en la zona céntrica de la colonia Roma, y que según se dice pertenecía al cineasta Alejandro Jodorowsky (hoy día afincado en París), se percibía el ambiente de música moderna bien escogida por un DJ. Los primeros escalones, de mármol blanco, nos llevaron al salón principal donde cientos de globos rojos, en forma de corazón y serpentinas doradas, colgaban del techo.

Buscamos al festejado, que se perdía entre la multitud. De repente surgió: con vestimenta casual que enfatiza su joie de vivre (o mejor dicho “me vale”). Nadie imaginaría que este personaje es licenciado en derecho por la UNAM y en economía por el ITAM, ambas con mención honorífica Suma Cum Laude. Es, además, maestro en administración pública por la Universidad de Harvard, donde lo reconocieron con el premio Don K. Price Award por distinción académica (único latinoamericano acreedor a dicha presea).

Se recibió como doctor en políticas públicas con especialidad en economía, derecho, economía institucional y políticas de desarrollo social y sustentable con distinción académica por la Universidad de Berkeley, California.

Es periodista, escritor, analista político, filántropo y uno de los más carismáticos conductores de televisión.

Ha escrito infinidad de libros, entre los que destacan: El otro Einstein, por el cual recibió el premio Emilio Carballido al mejor autor en 2009; Oskar y Jack, No: Un imperativo de la generación Next, Entre lo público y lo privado: 1300 + 13 preguntas para pensar sobre pensar, Felicidad: Un enfoque de derecho y economía, Derecho y economía: Una revisión de la literatura y Sexualidad, derecho y políticas públicas.

Volviendo a la fiesta, cuando nadie se lo esperaba, Andrés se dirigió al fondo del salón para presentar a su invitado de honor, que resultó ser nada menos que Oliver Stone, lo que ocasionó un silencio absoluto, seguido de una ola de admiradoras, ansiosas de verlo de cerca y tener una fotografía con él, lo cual no pareció molestarlo, aunque sí confesó que estaba sumamente cansado, ya que había sido un día lleno de presentaciones y entrevistas.

Y ya que hablo de las chicas, debo reconocer que la mayoría muy guapas y a la gran moda: vestidos cortísimos, que mostraban sus largas piernas, enfundadas en gigantescos tacones, como la rusa Gala Koksharova, quien llevaba un hermoso diseño en negro con bordados de colores. La verdad, era como estar en una pasarela para watch the girls go by. Contrariamente a ellas, sólo algunos de los hombres se salvaban de vestir bien, ejemplo: el arquitecto Enrique Norten.

Un capítulo aparte fue el menú de delicias estilo oriental que —blancos meseros— ofrecían, pero lo más sensacional fueron los cientos de pastelillos de diferentes sabores, por cierto, exhibidos en una larga vitrina de uno de los pasillos. Para rematar, un gran pastel —nada cursi— que en un momento dado, partió el festejado.

Me dio gusto saludar por ahí al artista plástico Arnaldo Cohen, enfundado en una cachucha, con su guapa esposa Claudia; al poeta Homero Aridjis y su esposa Betty; a la guapa Alejandrina Solís Cámara, la en verdad linda, Linda Lasky; Sarah Bustani, muy juvenil; Luis Carreño con su familia; Mark Pariente, Sofía Karam y Julián García, además de Valeria Roemer, hija del festejado.

Llamó la atención, desde su llegada, la madre del cumpleañero doña Fanny, por su envidiable figura de modelo. Como directora que fue de la galería de Toño Souza, una de las primeras y más importantes galerías de arte de la ciudad, situada en el Paseo de la Reforma y conocedora que es, platicamos sobre el artístico decorado de la casona, en cuyas paredes destacan reconocidas firmas, así como los exquisitos tapices.

Estoy segura que la noche se alargó hasta la madrugada, aunque nosotras, hicimos la graciosa huída cerca de las 12, al estilo Cenicienta.

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