Arte, sentimiento, sensualidad y misterio son algunas palabras asocia-das con la esencia del flamenco, arte andaluz, nacido al sur de España, que se manifiesta en tres formas: en el cante, el baile y en la guitarra.
Aunque su procedencia es bastante incierta —pues al poseer raíces muy antiguas y ser a su vez una manifestación popular, no se poseen documentos que aclaren su nacimiento—, se cree encontrar sus orígenes en los cantos y danzas populares que existieron en Andalucía hace muchos siglos, donde se establecieron moros, judíos y gitanos. El paso de diversas civilizaciones, razas y culturas por Andalucía ha aportado tal variedad de influencias, y algunas de ellas tan importantes, que han decidido sustancialmente la evolución de sus ritmos y armonías.
Los gitanos
La primera noticia escrita sobre el flamenco se encuentran en una de las Cartas Marruecas de Cadalso (1774). En ellas el escritor atribuye su origen a los gitanos, o al menos especifica que es junto a ellos donde se encuentran sus manifestaciones.
Si bien ello es una realidad parcial, no es menos cierta, pues los ritmos no europeos que el flamenco contiene son curiosamente muy cercanos a los complejos ritmos asiáticos que proceden de la India, y no es ninguna coincidencia que los gitanos proceden originariamente de aquel país. Adicionalmente el pueblo gitano ha sido el primero que ha mantenido el flamenco vivo y lo ha representado con dedicación.
Otra influencia muy fuerte del flamenco es la que se remonta a la época de la España musulmana, procedente de los llamados «moros», diversos grupos étnicos procedentes del norte de África que, sobre todo en Andalucía, se asentaron en la antigua Edad Media.
Esta influencia se puede apreciar claramente en sus armonías, el cante flamenco guarda un gran paralelismo con otras manifestaciones musicales del norte de África, como por ejemplo la música marroquí. La guitarra recuerda no pocas veces a manifestaciones musicales no sólo norteafricanas, sino incluso de la África negra. Y el baile femenino, sobre todo en el movimiento de caderas y manos se asemeja a algunos bailes norteafricanos. Todas estas influencias no sorprenden cuando se sabe que Andalucía estuvo tantos siglos bajo la influencia de esta cultura.
Arte vivo
Se dice que el flamenco es un «arte vivo» ya que ha sido influido —y lo es aún hoy— por muchas culturas, modas y tendencias, pero pese y gracias a esto, nunca ha perdido su personalidad.
De hecho, el flamenco contiene elementos sui generis que no comparte con ningún otro folklore, al mismo tiempo que se disfrutan claramente gran cantidad de influencias que otros pueblos fueron aportando para enriquecerlo aún más.
En el flamenco se maneja un vocabulario propio donde predomina el arte sobre la técnica, es más importante el sentimiento que la estética; es un arte puro y universal, ya que quien se acerca al flamenco participa emotivamente despertando la sensibilidad y llegando al alma. Ése es el duende del flamenco. El flamenco depende de una forma de ser, única e irrepetible, la que cada artista del flamenco lleva dentro.
Del café cantante al tablao
A «palo seco», es decir, sin instrumentos armónicos, se realizaban los primeros cantes, y a fines del siglo XVIII es cuando se incorpora la guitarra.
Los orígenes del flamenco se refieren básicamente al cante, dado que el baile llegó a comienzos del siglo XIX. En sus comienzos, el baile era realizado sólo por mujeres que tenían mucha influencia de la escuela bolera, y que con el paso del tiempo adquirieron su estilo propio.
Más tarde se comenzaron a desarrollar los cafés cantantes y por primera vez se pagó por cantar. Y es en este periodo durante el cual el baile flamenco adquiere un apogeo sin precedentes, dado que era el mayor atractivo para el público y que durante la etapa previa sólo se realizaba en sitios privados.
En 1926 la ley fiscal gravó con 10 por ciento de impuestos a los cafés cantantes, por este motivo nació la ópera flamenca, como espectáculo que se brindaba en las plazas de toros, grandes teatros u otros sitios abiertos y que sólo debían pagar el 3 por ciento por concepto de impuestos. Dicho espectáculo era organizado por empresarios profesionales.
De esta forma se masificó el flamenco y con el auge económico de los sesenta sumado al crecimiento del turismo, nacieron los primeros tablaos como revalorización del café cantante, tal y como se conocen en la actualidad.
Ritmos flamencos
El flamenco posee mucha riqueza rítmica, dentro de estos ritmos existen variedades de «palos», diferenciados por su compás, su tonalidad, sus letras e incluso su lugar de origen:
a) Sevillanas, alegres y galantes
Como su nombre lo indica, ésta es una danza originaria de Sevilla, capital de la región de Andalucía. Es un baile popular, se cree que deriva de la seguidilla manchega o castellana por la semejanza con sus coplas.
Se realiza en pareja, puede ser hombre y mujer o dos mujeres, es un baile de carácter vigoroso, alegre y de galanteo que se demuestra por medio de sus paseos, pasadas y desplantes característicos.
b) Bulerías, para bailar
Este ritmo tan característico dentro de los palos flamencos toma su nombre de bullería (como sinónimo de griterío o jaleo) aunque otros aseguran que proviene de burlería o de burla. Lo que sí es seguro es que la bulería es here-dera directa de la soleá. Su compás rápido es-tá formado por 12 tiempos acen-tuados en el 3, 6, 8, 10 y 12 o también en 3, 7, 8, 10 y 12.
Se caracteriza por ser un can-te bullicioso y ale-gre, generalmente para bailar. Se distingue por su ritmo acelerado y redoblado de palmas, que permite voces de alegría y jaleo.
Dentro del baile se admiten todas las improvisaciones de las que fuera capaz el bailaor o bailaora que lo interpretan, intui-tivamente y siguiendo el compás.
c) Tangos improvisados
El origen de este palo se remonta a los comienzos del flamenco. Nada comparte con el tango argentino pese a que llevan el mismo nombre.
Se cree que su nombre proviene de la onomatopeya tang como un ruido resonante, o toque de un tambor u otro instrumento de percusión.
Distintos tipos de tangos pueden distinguirse hoy en día ya sean de Málaga, Cádiz, Sevilla o Jerez de la Frontera. Su compás sencillo y característico lo destaca entre otros palos siendo un compás de cuatro tiempos en los que se acentúan los últimos tres. Junto con las bulerías, es uno de los compases más festivos y característicos del flamenco, y dentro del baile permite la improvisación del intérprete que realizará su «patada» por tangos.
d) Fandangos, folklore popular
Baile original del folklore español más tarde aflamencado. Hay diversas teorías acerca de su origen, algunos flamencólogos creen que proviene de la cultura árabe, otros de la americana o de la portuguesa, y hasta se cree que su nombre se origina en el fado.
Lo cierto es que el fandango está considerado como el tronco madre de otros palos, verdiales, granaínas, tarantos, etc., y algunos estudiosos lo creen el cante más primitivo existente.
e) Alegrías, festividad y silencio
Pertenece al grupo de las cantiñas y es ori-ginaria de Cádiz, aunque se conoce también una variación de Córdoba. Su origen lleva a la jota de Cádiz, que a su vez proviene de la jota aragonesa, cantada en la época de
la guerra de la independencia, y fue Enrique Butrón quien definió su forma flamenca.
Comenzó como un cante exclusivo para el baile, de carácter festivo y alegre como su nombre lo demuestra, pero sin perder la gracia y el garbo que este baile requiere.
Tradicionalmente es un baile para mujeres, pero en la actualidad los varones también la bailan siendo un palo que no puede faltar en ningún repertorio.
En cuanto al baile, un rasgo propio de las alegrías es el silencio, mientras la guitarra realiza armoniosos acordes, el bailaor demuestra sus cualidades plásticas paseando, marcando pero no zapateando. Otro momento típico es la salida o tercio de preparación tan conocido: «tirititrán tran tran…», el cual se dice fue creado por el cantaor Ignacio Espeleta durante una fiesta donde olvidó la letra que debía interpretar.
