Ciencias Alternas

¿Dónde está Dios?

El mundo no es un lugar en el que Dios existe, sino que Dios es el lugar en el que está el mundo

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

Uno de los Nombres de Dios según la Kabblaha es מקום ‘MAKOM’ que significa “Lugar”. Los ‘Jajamim’ (sabios) nos revelaron que el mundo no es un lugar en el que Dios existe, sino que Dios es el lugar en el que está el mundo.

Para una mente religiosa regular será muy difícil aceptar lo que vamos a explicar aquí. Es muy importante comprender este artículo y sus conceptos para romper con la ilusión de los cinco sentidos. Toda la existencia es Dios y nada más que Él. Estamos formados a partir de un Pensamiento y la Fuerza de Dios.

En el libro de Devarim/Deuteronomio 4:35 encontramos lo siguiente:

אַתָּה הָרְאֵתָ לָדַעַת כִּי יְהֹוָה הוּא הָאֱלֹהִים אֵין עוֹד מִלְּבַדּוֹ

ATTÁ HORÉTA LADÁÄT KI ADO-NÁI HU HAELO-HIM EN ÖD MIL´LEVADDÓ

“A ti te fue mostrado, para que supieses que el Señor es Dios; no hay nadie más fuera de Él”.

El Arizal (Isaac Luria) dijo en “su” libro Ëtz JaimÁrbol de la vida:

“Mirad, antes que las emanaciones fueran emanadas y las criaturas creadas. La sencilla Luz superior llenaba toda la existencia. Y no había un vacío, como algo desprovisto de atmósfera, un hueco o un foso. Sino que todo estaba lleno de una luz sencilla, infinita. Y no había ni una parte, como un principio o un fin. Sino que todo era una luz suave, fluida. Y se llamaba אור אין סוף ‘Or En Sof’ (Luz Sin Fin)”.

A partir de esa Luz, fue creado el mundo. No hubo importación de material de ningún tipo. Sin planetas distantes, sin grúas pesadas, sin trabajadores extranjeros, sin ingenieros. Nada más que el Pensamiento y la Fuerza de nuestro Creador. Un big bang y todo llegó a suceder.

Los elementos básicos que conocemos como los bloques de construcción de toda la materia en este mundo son los átomos. Consiste en tres elementos energéticos: electrón, protón y neutrón. La ciencia avanzada nos dice que no tienen sustancia real sino patrones de energía “atrapados” por una fuerza desconocida.

Moisés y el Zóhar nos dicen que esta fuerza es ‘HaVaIáH’ יהו»ה porque “EN ÖD MIL´LEVADDÓ – No hay nadie más fuera de Él”.

‘HaVaIáH’ יהו»ה es la fuerza y el sistema que gobierna nuestra existencia. Es la fuerza invisible que existe en el “espacio” donde los átomos y todas las partículas están en movimiento. Es el sistema del ‘Árbol de la Vida’ que contiene los átomos y todos los patrones de energía en su estructura conocida.

El electrón, el neutrón y el protón son el aspecto del sistema de ‘Tres Columnas’. Su estado de existencia en constante movimiento define el tiempo y el mundo temporal que experimentamos.

Temporal es una ilusión en una presencia eterna de la Luz. Como la ciencia nos enseña con las leyes de la termodinámica, la energía se transforma a sí misma pero nunca se puede perder porque es la fuerza de Dios. El proceso de transformación define el tiempo y el estado temporal de existencia de lo que llamamos materia.

Nuestro punto de vista es el ‘árbol del conocimiento del bien y del mal’. El movimiento constante de la Luz y la conciencia o, mejor aún, la conciencia que mantiene la Luz en movimiento define elementos separados. Es el mundo de Maljut (mundo material). No tiene Luz en sí mismo debido a la ilusión. La unidad y la existencia de la fuerza de la Luz en todo esto están ocultas. De alguna manera nos “mareamos” y nos quedamos atrapados en patrones de conciencia que nos rodean de que no vemos la Luz.

Comprender y trabajar nuestro camino a través de la Luz nos conecta con el ‘Árbol de la Vida’, es decir, con la verdadera realidad que va más allá del plano físico. Solo entonces podremos ver la Unidad de la Luz en todo. Seguir las leyes espirituales nos ayuda a “desprendernos” de las ‘Kelippot’ (“cáscaras”, “conchas”) que crean velos y nos separan de la Luz.

Nos dice el libro de Shemot/Éxodo 33:20:

וַיֹּאמֶר לֹא תוּכַל לִרְאֹת אֶת־פָּנָי כִּי לֹא־יִרְאַנִי הָאָדָם וָחָי

VAIÓMER LO TUJAL LIROT ET-PANAI KI LO-IRÁNI HAADAM VAJAI

“Dijo más: No podrás ver Mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”.

Somos parte de Dios y no podemos ver la verdad porque estamos atrapados en la conciencia del cuerpo. Cuando morimos, podemos vernos a nosotros mismos como parte de Dios. Debido a las diferentes etapas y procesos del Tikkún (“corrección”), todavía tenemos una identidad del alma después de la vida.

Las herramientas espirituales y especialmente el Zóhar son la forma de acercarnos al ‘Árbol de la Vida’.

Cuando nos elevamos a nosotros mismos por encima de la materia, podemos salir de la ilusión y revelar a Dios del que somos parte. Podemos curar todas las enfermedades porque no podrían existir en el estado del ‘Árbol de la Vida’. Se sabe que las personas con una fe fuerte se recuperan más rápido de una crisis porque rompen la ilusión de la materia y tocan el ‘Árbol de la Vida’.

Si los científicos usasen las letras hebreas, las oraciones, las meditaciones y cualquier otra herramienta espiritual como parte de la tabla periódica de elementos, habría un gran avance en el área de la mente sobre la materia. Si más personas compartiesen este entendimiento, se ensancharía el puente entre Maljut, que es el mundo material, y el ‘Árbol de la Vida’ (mundo espiritual).

Rabbí Shimön bar Iojai (“autor del Zóhar”) tenía la mayor conexión con las dimensiones espirituales. Pudo controlar la naturaleza y la fuerza de la muerte. Él podría reanimar a las personas y aprovechar todos los campos de energía (también conocidos como ‘Malajim – ángeles’) para unirlos a su voluntad.

Dejó el mundo en sus propios términos, dejándonos la esencia de su mente y energía a través del Zóhar. Estaba hecho del mismo material que nosotros, pero su conciencia atravesó los niveles físicos de conciencia. Del árbol del conocimiento del bien y del mal se elevó al ‘Árbol de la Vida’. Sus acciones fueron como Dios y nos dejó la herramienta del Zóhar para ganar la misma conciencia.

Cuando empezamos a comportarnos con las reglas de ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’ y ‘No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti’, podemos convertirnos en seres elevados como tantas almas de hombres y mujeres que han alcanzado la gloria divina y canalizar la fuerza de Dios que ya somos nosotros. Cuando comprendemos que el mundo material no es la única realidad a la que pertenecemos, sino que el mundo espiritual es un infinito de posibilidades, y podemos dar respuesta, Dios está y es en mí y toda la Creación.

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Acerca del autor

Hugo Martínez

Diseño Gráfico

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