Ciencias Alternas

El hábito de sentirnos ofendidos

Una de las mayores fuentes de ofensas es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

Las personas se pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien “les hizo”. La sorprendente revelación es que nadie te ha ofendido. Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren. O como se expresa en Kabbalah “la forma en la que eliges reaccionar”.

Afirma Raquel Zavala que solo son las expectativas creadas por ti y tus pensamientos, ya que no son reales y solo son imaginarias. Si tú esperabas que tus padres te dieran más amor y no te lo dieron, no tienes por qué sentirte ofendido.

Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo, las que fueron violadas. Tus ideas son las que te lastiman.

Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal o cual forma y no lo hizo, tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entre las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te permites que te hieran. De ahí el “no tener agenda” y entregar realmente el amor incondicional.

Incluso puedes afirmar que estás enojado con Dios, pero son tus creencias erróneas sobre Dios lo que permites te lastimen. Dios jamás ofende ni daña a nadie. Un hábito requiere de todas sus partes para funcionar. Si pierde una, el hábito se desarma.

El hábito de sentirte ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las “ofensas”. Cuando nacemos, somos auténticos, pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos de nuestros padres, la sociedad y la estructura del mundo material. Creando una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y de cómo deben actuar los demás. Perdiendo de vista que a la única persona a la que te debes es a ti.

Una de las mayores fuentes de ofensas es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando le dices lo que debe hacer y te dice “no”, creas resentimientos por partida doble. Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías. Segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es. Y es un círculo vicioso. Todas las personas tienen el derecho divino de guiar su vida como les plazca. Aprenderán de sus errores por sí mismos. ¡Déjalos ser! Nadie te pertenece, y tampoco nada: ni sus procesos, ni sus decisiones, ni las consecuencias de ello. Asume únicamente lo que es para tu más alto bien y tu evolución.

A ninguna persona, proyecto, trabajo, relación, ilusión o sueño lo debemos perseguir, por el contrario, llega a tu encuentro cuando estás listo. Cualquier intento de atraparlas te va a agotar, y puede que lastimar. Ámalas, disfrútalas y déjalas ir. Como manifesté en un mensaje de hace unos días “no persigas mariposas, mejor embellece tu jardín y permite que ellas lleguen a ti”.

Para ello, trata de aterrizar las siguientes ideas que te puedan favorecer en tu evolución, si es necesario léelas varias veces, pues de momento el entendimiento puede tener bloqueos, solo permite que la Luz te asista:

  • Entiende que nadie te ha ofendido. Son tus ideas acerca de cómo deberían actuar las personas y Dios, las que te hieren. Estas ideas son producto de una máscara social, que has aprendido desde tu infancia de forma inconsciente. Reconoce que la mayoría de las personas nunca va a cuadrar con esas ideas que tienes. Porque ellos tienen las suyas.
  • Deja ser a las personas. Deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su responsabilidad. Dales consejos si te los piden, pero permite que tomen sus decisiones. Es su derecho divino por nacimiento: el libre albedrío. Al final te darás cuenta que cada quien tiene su sistema y tal vez lo que a ti te sirve, en otro espacio no sea la mejor idea.
  • Nada ni nadie te pertenece. Ni tus padres, ni amigos, ni parejas. Todos formamos parte del engranaje de la naturaleza. Deja fluir las cosas sin resistirte a ellas. Vive y deja vivir. De lo contrario la Luz te enseñará el desapego de una manera dolorosa, así que por la vía del amor decide soltar y respetar la individualidad de cada ser.
  • Deja de pensar demasiado. Ábrete a la posibilidad de nuevas experiencias. No utilices tu inventario. Abre los ojos y observa el fluir de la vida como es. Cuando limpias tu visión de lentes oscuros y te los quitas, el resultado es la limpieza de visión. En ocasiones pensar tanto las cosas te lleva a una confusión que termina en sabotaje, así que en el mundo de las ideas, no des cabida a la duda o el temor. Mejor sé habitante del mundo espiritual.
  • La perfección no existe. Ni el padre, madre, hermano o hermana, amigo, pareja, empleo, auto, casa, etc., perfectos. Es un concepto creado por la mente humana que a un nivel intelectual puedes comprender, pero en la realidad no existe. Porque es un concepto imaginario. Un bosque perfecto serían puros árboles, sol, sin hojas secas o lugares con lodo y no, no es así. Para un pez, el mar perfecto sería aquel donde no hay depredadores ¿existe? No. Solo a un nivel intelectual. Naturalmente, al pez solo le queda disfrutar de la realidad. Cualquier frustración de que el mar no es como quiere que sea no tiene sentido. Deja de resistirte a que las personas no son como quieres o no piensan como tú. Acepta a las personas como el pez acepta al mar y ámalas como son.
  • Disfruta de la vida. La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo. Vive sin tener que darle gusto a nadie, eres tan completo que solo necesitas ser feliz para lograr la plenitud.
  • Perdona y libera. Imagínate que ambos están cómodamente sentados. Dile por qué te ofendió. Escucha su explicación amorosa de por qué lo hizo. Y te darás cuenta que no había nada que perdonar, sino mucho que comprender. Te dará una enorme paz. Es tan corto el periodo de vida que tenemos, que solo tenemos tiempo para vivir, disfrutar y ser felices. Nuestra compañera la muerte en cualquier momento, de forma imprevista, nos puede tomar entre sus brazos. Es superfluo e inútil gastar el tiempo en pensar en las ofensas de otros. No puedes darte ese lujo.

Se suele decir que la felicidad es una decisión. Si bien no siempre podemos controlar lo que nos ocurre o lo que nos rodea, podemos decidir cómo reaccionar. Cuando sentimos que estamos por caer en pensamientos negativos, tenemos la opción de redefinir nuestra manera de pensar.

Karen Berg, fundadora del Centro de Kabbalah, solía decir: “El secreto de la alegría es saber que recibimos exactamente lo que necesitamos en todo momento”. El Creador sabe lo que necesitamos, aunque parezca doloroso en este momento. ¿Cuántas veces algo te ha salido mal, pero te lleva a crecer y aprender, o te trae algo aún mejor?

Tal y como dijo Thich Nhat Hanh: “No hay un camino a la felicidad, la felicidad es el camino”. Nuestra meta no es volvernos personas felices, sino más bien acercarnos más al Creador. La alegría es el vehículo a través del cual podemos lograrlo. Mientras más alegría y apreciación despertemos por todo en nuestra vida, más nos alineamos con el Creador. Al practicar alegría, nos abrimos a recibir más bendiciones y la alegría definitiva: la unión con el Creador. ¡Eso es algo por lo que podemos alegrarnos!

www.moisesmatamoros.com

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