Ciencias Alternas

Jesús Maestro: Más allá de la religión

Jesús nos vino a enseñar cómo conectar con la esencia detrás de las cosas, con la realidad verdadera y no la que el ego nos presenta de manera engañosa

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

Muchos son los libros y opiniones sobre Jesús, en esta ocasión no se pretende dar una disertación teológica, sino reflexionar sobre el Cristo más allá de la religión. Esto subraya la extraordinaria actualidad de la figura de Jesús y la multiplicidad de los enfoques posibles, hay quien lo condena, hay quien sigue su estilo de vida, y hay a quien le es indiferente.

Tal vez hoy lo más importante es buscar referentes, que más allá de la propia creencia, exista una búsqueda personal “del rostro de Dios”, cada quien desde su ser y hacer está en constante trascendencia. Jesús es manantial y cumbre de este propósito, por eso es alfa (principio) y omega (fin). Por eso Jesús es Maestro, porque nos enseña y guía a la búsqueda del Dios que es Amor.

Cabe destacar que esta reflexión no pretende contraponer lo que las religiones dicen sobre Jesús, simplemente que ninguna religión tiene los derechos de autor de Dios. Las religiones son interpretaciones valiosas acerca de Dios, sin embargo es imposible encasillar a Dios en un sistema o estructura. La religión nos dará pauta para acercarnos más al propósito último: ser más afín a Dios mismo (ser imagen y semejanza).

Jesús como Maestro Ascendido es Uno con la Fuente Omnipresente y Omnisciente de Luz viniendo de la perfección, la conciencia primera y la sabiduría eterna. Jesús es la encarnación de la fuente de todas las plenitudes, es fuerza creadora que contiene todo como Hijo de Dios. Jesús nos enseña dentro del alma a conectar con la Luz de manera plena.

Jesús vino a mostrarnos que Dios no premia o castiga, no hay un formato para “ganarse el cielo”, debido a que Dios mismo solo es plenitud. Sin embargo las enseñanzas de Jesús van sobre qué tanto nos acercamos o nos alejamos de dicha fuente. Entonces entra en acción el concepto de la Kabbalah “ser causa, ser como la Luz, ser como la fuente”. Y justo así nos lo enseñó Jesús: quitar todo velo que impida ser causa y dejar de ser efecto.

Jesús nos vino a enseñar cómo conectar con la esencia detrás de las cosas, con la realidad verdadera y no la que el ego nos presenta de manera engañosa. Jesús nos dio garantía que la Luz (Dios mismo) nunca se va. El plan de Dios es que experimentemos la felicidad de manera ininterrumpida. Entonces volvemos al punto: Jesús no le pertenece a ninguna religión, Jesús es Luz infinita para la Creación. Jesús es amor, y por eso yo amo; Jesús es perdón, y por eso yo perdono.

Profundizamos que Jesús como maestro no es teoría, sino acercarnos más al espíritu que a la materia. Por eso Jesús no tuvo carencias y nos pide convencernos que ante los ojos de Dios no nos falta nada. En la sabiduría divina nos adentramos a esta semejanza dándonos cuenta que la reactividad se apodera de nosotros en el enojo, la queja, la discusión, la imposición, la comodidad en zona de confort, buscando aprobación, estar feliz solo por lo bueno, no afrontar responsabilidades, preocuparse, complacer a otros, depender de los demás, inseguridad, miedo y tristeza.

Jesús nos da muestra de cómo ser proactivos: a través de la creatividad, la claridad, el compartir, la paz interior, la sanación, la generosidad, la gratitud, poniendo límites saludables, buscando siempre un propósito superior, siendo humildes y sin tomarse las cosas personales. Jesús mismo tuvo situaciones que resolver de este tipo para mostrarle al ser humano cómo desconectar el sistema robótico del ego.

Jesús y sus enseñanzas nos muestran constantemente la oportunidad que tiene el alma de ser como Dios Padre y trabajar la ley de afinidad. Si somos hijos de Dios, lo lógico es parecernos a Él. Pero he aquí otro punto medular de las enseñanzas del Cristo: cómo identificar y vencer al Oponente (el Satán). Sin duda que el pasaje bíblico de las tentaciones en el desierto es sumamente ilustrativo, pero más allá de eso, el “agitador o adverso” está como voz reactiva pretendiendo la separación de la escucha verdadera.

Jesús nos enseña a identificar a ese Satán, que siempre se disfraza de negativo para poder alcanzar lo positivo, ya que nos ayuda a manifestar nuestro potencial. Así es como entendemos que si no tenemos desafíos no podemos revelar nuestra propia esencia. Claros ejemplos cuando Jesús fue cuestionado por “violar la ley” al hacer curaciones y milagros cuando estaba prohibido. Jesús asumió el desafío, lo hizo suyo y reveló la misma Luz de Dios.

En Jesús Maestro aprendemos a ubicar en verdad que nadie es culpable de nuestras supuestas desgracias, y no tenemos enemigos, pues todos son mensajeros de Luz. Jesús nos enseña que el enemigo es la ira que se siente, la reacción que se tiene, el enemigo es el control, el juicio, el vacío. Es así como se remueven espacios y se llega al legado más grande del Cristo: amar al prójimo.

Como el primero entre los Maestros Ascendidos, Jesús nos ayuda a ser menos racionales y con mayor carga espiritual saber tomar decisiones. Jesús también sabe de procesos, incluso narrados desde que Él era un recién nacido. Jesús vivió todo lo que hemos pasado, justo con el objetivo de manifestarnos su esencia humana y coronó su misión dándose a sí mismo a causa de la humanidad.

El Cristo vino a enseñarnos que nosotros revelamos Luz a través de compartir, y eso parece ser bastante sencillo. Pero compartir no es simplemente un acto, es también un cambio en la forma en la que vemos nuestra vida y nuestra relación con aquellos a nuestro alrededor. Se requiere suficiente conciencia para compartir con un corazón bondadoso, para desear ayudar a otras personas de verdad. El mismo Jesús compartió su vida, y lo mejor aún, dio su vida en sacrificio para la redención de la humanidad.

Además, el proceso de revelar la Luz nunca termina, tanto es así, que tenemos un Cristo vivo y presente. Puede que hagamos cambios y crezcamos, solo para descubrir que hay más trabajo por hacer. Incluso aquellos de nosotros que estamos muy conscientes espiritualmente debemos trabajar de forma continua a medida que nos esforzamos por obtener un entendimiento espiritual más profundo en cada momento.

Cada vez que enfrentamos una situación negativa, nuestro primer impulso puede ser dar la vuelta hacia la dirección contraria para evadir la situación por completo. Pero debemos recordarnos a nosotros mismos que estas situaciones negativas son oportunidades para encontrar y revelar Luz. Este fue el legado de Cristo, una de sus legendarias parábolas “El hijo pródigo”, donde realmente se observa esta contrariedad pero a la vez se torna mutante: lo que parecía una tragedia resultó traer consigo una “bendición escondida”.

Y si en ese momento podemos cambiar nuestra perspectiva para cuidar y ayudar a los demás con mayor entusiasmo, nos acercaremos más a nuestro verdadero ser. Jesús nos enseña que transformarse no significa convertirse en algo fuera de la propia naturaleza, significa redescubrir tu verdadera naturaleza y quién eres realmente. La chispa del Creador (dicho también el Espíritu Santo) ya se encuentra dentro de ti. Solo necesitas echar aire a la flama mediante acciones positivas de compartir. Así es como sabemos y atesoramos la certeza, que Jesús el gran Maestro nos sigue mostrando el camino, la verdad y la vida. Jesús nos dio cátedra del Amor Incondicional, por eso siempre y por siempre es y será el Gran Maestro.

“Mientras más grande sea la bendición y la Luz, más oculta deberá estar”

Michael Berg

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Acerca del autor

Hugo Martínez

Diseño Gráfico

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