Ciencias Alternas

Shana Tova: Rosh HaShaná 5782

Rosh HaShaná es el momento de reconocer el mal, el deseo de cambiar nuestra cabeza y de coronar al Creador, en lugar de tener la fuerza de recibir para uno mismo, poder expandir el verdadero compartir

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

La raíz de Rosh HaShaná (Cabeza de año, año nuevo) es el nacimiento espiritual del primer hombre que descubrió la fuerza general de la naturaleza. La fuerza oculta que incluye todas las leyes y fuerzas de la naturaleza que pueden ser descubiertas si logramos igualarnos a ella. Rosh HaShaná se considera el día en que Adam ha Rishon (el primer hombre) descubrió al Creador, Bore, del hebreo Bo-Re “Ven y ve”.

Desde hoy lunes 6 de septiembre y hasta el miércoles 8 tenemos esta oportunidad de conexión en el marco del festejo de este nuevo año. Con la salida de la primera estrella en el firmamento recordamos la creación del primer hombre: su primera luz y su primera sombra (pecado). Sin embargo es importante saber que nuevamente podemos volver al origen, al punto de partida, que es el mismo Dios.

Rosh HaShaná es una fase en el camino a la corrección en la que queremos coronar, con la buena fuerza. Todas nuestras costumbres son una réplica de las acciones espirituales internas para corregir el mal. Soplar el Shofar simboliza acciones espirituales sublimes, muy difíciles de explicar en un lenguaje sencillo. El deseo por “Un año bueno y dulce” simboliza la necesidad de endulzar la inclinación al mal, de separar el deseo de recibir de la intención egoísta y de cubrir nuestro crudo deseo de disfrutar, con la buena intención de otorgar. Esta es la inclinación al bien, y así tener un año dulce.

“Que nuestros derechos (Zjuyot) sean tantos como una granada” se deriva de la raíz Zajut, que significa “pureza” y se refiere a la purificación de nuestro ego, para blanquearlo, hacer el mayor número de acciones por el bien de los demás y también por el bien del Creador. Las buenas acciones son acciones que vienen después de la corrección de nuestro tikún y antes de que todo sea ego.

Rosh HaShaná es, de hecho, el momento de reconocer el mal, el deseo de cambiar nuestra cabeza y de coronar al Creador, en lugar de tener la fuerza de recibir para uno mismo, poder expandir el verdadero compartir. Durante Rosh Hashaná, la realidad física en la cual se hallan los problemas es separada de la realidad espiritual y de esta forma somos separados de la negatividad que hemos creado en el mundo. Los días desde Rosh HaShaná hasta Iom Kipur se conocen como los “diez días de retorno” o aseret iemei teshuvá en hebreo. En ellos, Dios decreta todo lo que le va a ocurrir a cada persona el próximo año. Por este motivo es muy importante que entendamos de qué se tratan y los usemos de la mejor forma posible.

La percepción superficial de la historia del mundo es que a partir de su comienzo eventos ocurren de forma aleatoria y así van trazando su dirección. Según esta filosofía, no tiene sentido hablar del “fin del mundo”, a menos que se refiera a algún evento trágico con respecto a nuestro planeta. Sin embargo, el judaísmo enseña que Dios dirige los eventos del mundo, de forma tal, que el futuro se va a “reencontrar” con el comienzo. En ese momento toda la humanidad lo reconocerá como el único y verdadero Creador. A partir de ahí, comenzará el proceso de transformación de este mundo a una nueva y diferente dimensión llamada el “Mundo Venidero”. Ahí Dios recompensará a los justos donde vivirán para siempre.

La Kabbalah enseña que Dios creó y dirige el mundo a través de diez atributos llamados sefirot y cada uno de ellos muestra un aspecto diferente de Dios.

  • La primera sefirá se llama Kéter (corona – razón) y representa la voluntad de Dios de crear el mundo para beneficio de sus habitantes.
  • La segunda es Jojmá (sabiduría) y simboliza la planificación empleada por Dios al crear y al dirigir el mundo.
  • La tercera es Biná (entendimiento) que alude al detallado raciocinio utilizado por Dios.
  • La cuarta es Jésed (bondad) y simboliza la misericordia y el amor de Dios para el mundo.
  • La quinta es Guevuráh (poder)y refiere al plano de la justicia divina y la severidad.
  • La sexta es Tiferet (belleza) y refleja la empatía, la unión y equilibrio de la bondad (Jésed) y la severidad (Guevuráh).
  • La séptima es Netzaj (victoria) es el triunfo de lo perene y lo eterno de acuerdo a la Luz.
  • La octava es Hod (esplandor) y refiere a la alabanza constante, la comunicación directa con el Creador a través de la oración.
  • La novena es Yesod (fundamento) y asocia la conexión a la Tierra, así como los ciclos lunares.
  • La décima sefirá se llama Maljut (reinado) y representa la relación de Dios con el mundo como la única y real Fuente de poder y de control de todo lo que ocurre.

Los dos días de Rosh HaShaná equivalen a las primeras dos sefirot: Kéter y Jojmá por el siguiente motivo:

El comienzo del año representa la creación del mundo en el proceso del Génesis. “Al comienzo Dios creó los cielos y la Tierra” (“Bereshit bará Elokim et hashamaim veet haaretz”). Uno de los secretos de la palabra bereshit se revela al separar la palabra en dos: be y reshit. Be representa al número 2 en guematria y reshit significa “primordial”. Es decir, que a través de dos sefirot: Kéter y Jojmá, Dios creó lo primordial. Con Kéter creó al Mundo Venidero y con Jojmá creó a este mundo.

En el primer día de Rosh HaShaná fortalecemos nuestra voluntad de escoger hacer el bien y de querer vivir en el Mundo Venidero. Cuando suplicamos en los rezos: “recuérdanos para la vida…” (“zojreinu lejaim…”) nos referimos a la vida eterna. También utilizamos el Shofar para expresar que este deseo nace de la profundidad del alma, a grado tal, que no se puede definir con palabras.

En el segundo día de Rosh HaShaná definimos nuestras metas para el año nuevo en un nivel general. En los días intermedios desarrollamos con más detalle cómo alcanzar esas metas.

Iom Kipur equivale a la sefirá de Maljut. Maljut representa el reinado de Dios que será revelado con la venida del Mesías. Iom Kipur es el único día al año, en el que inmediatamente después de decir el Shemá Israel, recitamos en voz alta la alabanza “bendito sea el nombre de su glorioso reinado, por toda la eternidad” (”baruj shem kevod maljutó leolam vaed”). Al recitar estas palabras nos enfocamos en nuestra misión en la vida y durante el resto del día expresamos nuestro arrepentimiento de habernos equivocado y nuestra resolución de retornar al camino correcto.

“El Shofar limpia nuestro ‘registro de comportamiento’ y transforma en virtudes las negatividades escritas en él. Estas virtudes se incluyen luego en el grupo de consideraciones cósmicas que determinan el guion de nuestra vida para el nuevo año. El pasado y el presente se vuelven uno, nuestra conciencia es reparada y los juicios son disminuidos por medio del Shofar y las meditaciones kabbalísticas”. Rav Berg (Días de Poder).

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