Comercio y Negocios

Chile habanero, negocio picante y pujante

México debe aprovechar su denominación de origen para crecer en mercados donde tiene alto valor

Revista Protocolo

Ciudad de México, 23 de marzo de 2020.— Cultivo emblemático de la península de Yucatán, el chile habanero se ha extendido desde la franja costera del Golfo de México hasta Tamaulipas. Por su grado elevado de picor tiene una diversidad de usos en las industrias alimenticia, medicinal, de telecomunicaciones o hasta en artículos para defensa personal, por lo que tiene demanda en Estados Unidos, Europa y Asia, donde alcanza un alto valor.

El haber obtenido la Denominación de Origen (DO) abre un horizonte muy prometedor que podría colocarlo en el mercado de exportación a la par del tequila o el mezcal.

La base del éxito de este cultivo y la obtención de la DO, además del trabajo de productores, industriales, comercializadores y autoridades, es la tarea que desempeñan investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), quienes mediante el Programa de mejoramiento genético de chiles desarrollaron las variedades Jaguar y Mayapán en los campos experimentales. Las Huastecas en el sur de Tamaulipas y de Mococha, Yucatán, respectivamente, que se adaptan a diversas condiciones de clima y de suelo, por lo que estos materiales ocupan entre 75 y 80 por ciento del mercado de semillas de habanero en México.

Su alta demanda y el valor se relacionan con su acelerado crecimiento, dado que hace una década, la superficie sembrada de chile habanero era de 950 hectáreas y hoy se estiman alrededor de mil 400 hectáreas, 80 por ciento de esta superficie se cultiva con Jaguar y Mayapán.

En el mercado internacional se venden empaques de 4.5 kilos de producto en fresco hasta en 500 pesos pagados al productor. En el comercio nacional el valor es fluctuante y oscila desde ocho y diez pesos por kilo hasta 50 o 60 pesos cuando está escaso o hay poca producción, precisa el investigador del INIFAP, Moisés Ramírez Meraz.

El rendimiento promedio nacional de chile habanero, detalla Ramírez Meraz, es alrededor de 12 toneladas por hectárea (ton/ha), porque gran parte de los productores no usan tecnología adecuada; con alta tecnología se cosechan de 16 a 20 ton/ha a campo abierto; mientras que en agricultura protegida, que abarca 20 por ciento de la producción total, en macrotúneles se obtienen de 25 a 38 ton/ha y en invernadero desde 30 hasta 60 ton/ha.

Wilson Avilés Baeza, también investigador del INIFAP, destaca que el material desarrollado por el organismo tan solo en Yucatán beneficia de mil a mil 200 pequeños productores, y más de 50 agroindustrias que producen y transforman de cuatro mil a cinco mil toneladas anuales de fruto fresco para consumo nacional e internacional.

Una ventaja de la semilla del INIFAP es que cuesta de 12 a 14 centavos cada una; los híbridos de transnacionales, de 1 a 1.30 pesos. Por ejemplo, para sembrar 20 mil plantas por hectárea de Mayapán o Jaguar se invierten tres mil 500 pesos para semilla, y en híbridos entre 20 mil y 26 mil pesos; “una diferencia tremenda. Esto se explica porque el INIFAP es una institución que trata de generar productos y servicios de calidad y al alcance del bolsillo del productor”, expresa el especialista.

Al abundar en los usos del chile habanero, los investigadores anotan que se emplea en medicamentos para problemas de artritis u otro tipo de dolores; en pinturas para los cascos de barcos; en telecomunicaciones como agregado de compuestos para protección de señales de comunicación en zonas marinas o subterráneas, como es el caso de la fibra óptica, porque evitan el daño de roedores o moluscos; también se emplea para aerosoles, ya que el gas pimienta es un extracto de la capsaicina.

Antes la comercialización era para el mercado en fresco, pero en la última década la industria absorbe 50 por ciento y ese porcentaje crece a “pasos agigantados”, recalcó Moisés Ramírez.

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