Comercio y Negocios

Emigrantes mexicanos little donkeys de canadienses

Detrás del desarrollo de Ontario, Canadá, población conocida como la «capital del tomate» –que alberga 70 por ciento de la industria agrícola en invernaderos–, está la mano de obra barata mexicana, confiable y sumisa.

Pese a existir el Programa de los Trabajadores Agrícolas Mexicanos Temporales (PTAMT), convenio entre México y Canadá para contratar mano de obra agrícola, que opera desde hace 30 años, y que en teoría brinda protección para los emigrantes mexicanos, sindicatos y organismos independientes han denunciado las duras condiciones de hacinamiento, maltrato, uso de pesticidas sin protección y aislamiento que cotidianamente aquéllos enfrentan.

Lo anterior ha salido a la luz pública gracias al documental El contrato, escrito y dirigido por Min Sook Lee, y producido por el National Film Board of Canada, donde se incluyen testimonios de algunos emigrantes como los siguientes:
«Trabajamos todos los días, pero no nos pagan los días festivos, como a los canadienses, ni siquiera el tiempo extra y eso que muchos venimos trabajando desde hace 10 o 15 años. Si alguno de nosotros se enferma, la solución para el patrón es mandarnos de regreso a México.»

Acerca de los pesticidas otro trabajador denuncia que los patrones sólo les dan órdenes pero no les explican cómo protegerse de los químicos. «Nos arden los ojos y nos duele la cabeza, pero tenemos que obedecer porque si no nos regresan.» El caso de Marcos Gasca Navarro es patético, ya que sufrió un accidente cuando manejaba un pesticida, por lo que perdió el 80 por ciento de la visión en un ojo.

«El patrón nos dice que somos sus little donkeys (pequeños burros) y nos presiona para que trabajemos rápido. La mayoría de los patrones cree que venimos sólo a trabajar y que no merecemos un trato como seres humanos», denuncia otro campesino.

Sin derechos

Durante una temporada, poco menos de cuatro mil trabajadores emigrantes de México llegan a la ciudad (de los 10 mil 500 que participan en el programa de trabajadores según el convenio entre México y Canadá). Estos emigrantes son vistos como una fuerza de trabajo ideal, específicamente porque no tienen la posibilidad de renunciar a sus empleos, señaló Min Sook Lee.

En Ontario, ciudad de 26 mil habitantes, es ilegal que los trabajadores del campo se afilien a un sindicato, sean emigrantes o ciudadanos; no hay programas de salud y los accidentes en la agricultura son comunes; no hay pago de horas extras. Los trabajadores contribuyen al sistema de impuestos canadiense pero no pueden recibir muchos de los beneficios, afirmó Min Sook Lee.

Un estudio del United Farm Workers Union (Sindicato de Trabajadores del Campo Unidos) y el Canadian Labour Congress (Congreso Canadiense del Trabajo), estimó que en 2000, las aportaciones al seguro de desempleo realizadas por los jornaleros emigrantes y sus empleadores ascendieron a por lo menos 11 millones de dólares.

Al final de la temporada, los empleadores llenan un cuestionario por cada trabajador, quien debe llevar dicha evaluación, en un sobre sellado, de regreso a México y entregarlo a un oficial de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en la ciudad de México. Una evaluación positiva es virtualmente una garantía de regreso el próximo año. Los trabajadores que reciben una evaluación negativa generalmente no son aceptados el año siguiente. El temor a recibir un reporte en su contra obliga a que muchos trabajadores no se quejen por el maltrato.

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