Cultura

Alexandrine de Premio Real, pasión por la pintura

Inmersos en la obra de la artista somos sujetos de percibir la sublimidad y composición de los colores que utiliza, la distribución que da a la materia se transforma en textura y tiempo en el cual el pensamiento se desplaza. Los trazos geométricos primarios marcan una separación de lo abstracto lírico y lo abstracto constructivo.

Alexandrine de Premio Real, desde muy pequeña sintió una fuerte atracción por la pintura ya que observaba a su padre quien era pintor de retrato en París.

Comenta que era muy bueno y reconocido, sin ser profesional. Su calidad y talento, la convencieron de que la pintura, al igual que para su padre, era su camino.

Cuando cumplió 15 años ingresó a la escuela del Louvre, con el propósito de primeramente estudiar la pintura de todos los tiempos y de todos los países.

Convencida de su pasión por la pintura ingresó a las Academias Julián y La Gran Chaumiere en donde tuvo como maestros al reconocido internacionalmente Andre Lothe. También fue alumna de Yves Brayer y Lucien Simón, hoy grandes de la pintura de Francia.

Años más tarde empezó a volar sola, realizando acuarelas y pintura muy romántica de las cuales no conserva ningún trabajo. Platica que fue tanta su pasión e ilusión realizarse como pintora, que incluso durante una época se convirtió en una persona rebelde a quien no le interesaba casarse ni tener familia, sólo quería pintar.

Ilusión que se ensombreció al estallar la Segunda Guerra Mundial, ya que el arte fue olvidado y a consecuencia ingresó a la Cruz Roja para atender a los heridos ya que sentía un gran compromiso por la patria.
Una artista en México

Después de la guerra, en 1948 su hermano recibió una propuesta de trabajo en una compañía dedicada a la exportación de productos franceses y le pidió que lo acompañara a México.

Unos meses después la artista viajó a nuestro país, lugar en el que reside hasta la fecha. Aquí se incorporó a La Esmeralda donde tomó cursos complementarios y se convirtió en discípula de Germán Cueto.

Continuó pintando en forma apasionada, contrajo matrimonio con un rumano, ex diplomático, quien la apoyó siempre hasta su muerte. Hoy, Alexandrine recuerda cómo admiraba él sus trabajos y le mostraba una sonrisa cada día.

Sus pintores favoritos son: Matisse, Picasso, a quien considera el gran genio del siglo, y Braque; todos ellos denominados de la escuela de París. Cuando llegó a México le atrajo mucho la pintura mexicana, en especial Rufino Tamayo. También aprecia la obra de Manuel Felguérez y Vicente Rojo.

La educación inicial la llevó a empezar por lo figurativo, pero después de 13 años decidió evolucionar y concentrar sus sentimientos y su mente en lo que llama abstracto lírico, época que prevalece 14 años con inspiraciones muy fuertes en la obra de Matisse.

Es en 1973 cuando, de acuerdo con un encuentro interior, nace una nueva etapa a la que llama abstracto constructivo y su serie «blanca», compuesta de 14 lienzos los cuales son el resultado de una reacción en contra de la mentalidad y dramas que suceden actualmente en todo el mundo.

«Yo quise expresar algo de serenidad y equilibrio porque eso también existe en el mundo, por eso escogí la geometría y el color blanco.»

Ha realizado más de 20 exposiciones individuales entre las que sobresalen: Club des Allies, en 1957, y Galerie Arc en Ciel, en 1960, en París, Francia. En la Galería Baz-Fisher de San Miguel de Allende, Guanajuato en 1965.

En el Instituto Francés de América Latina en México; en el Museo de Arte e Historia de Ciudad Juárez, Chihuahua; en la Galería Etceterum, en la Ciudad de México; y Club France México.

Su participación en más 50 exposiciones colectivas en el Salón de Otoño en París, Francia; Salón de los Independientes París; Instituto de Arte Mexicano, en la ciudad de México, y Herber Gallery de San Antonio, Texas.

El Instituto Nacional de las Bellas Artes en México; The Houstonian en Houston, Texas; Asociación Internacional de Artistas Plásticos, Tlaxcala, y en el Museo de Monterrey, en 1996, por mencionar algunas.

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