Cultura

Celebran el talento de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide

Una de las máximas figuras de la fotografía en el ámbito internacional recibió la Medalla Bellas Artes

La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide

Arropada por cientos de familiares, amigos y seguidores de su obra, la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide (ciudad de México, 1942) recibió la Medalla Bellas Artes. La Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes fue insuficiente para recibir a las casi 500 personas que asistieron y tuvieron que seguir la ceremonia de entrega a través de una pantalla gigante, colocada en la Sala Internacional del Palacio.

La directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, María Cristina García Cepeda, entregó la Medalla Bellas Artes a quien es considerada como una de las máximas figuras de la fotografía en el ámbito internacional, en reconocimiento a su trayectoria de 45 años de labor ininterrumpida, así como por su contribución a las artes visuales de México.

“Es un honor distinguir con la Medalla Bellas Artes a Graciela Iturbide, una artista cuya mirada sensible y poder expresivo han sabido capturar la esencia y la dignidad de nuestro pueblo. Tu arte ha trascendido el plano del registro puro de tradiciones y paisajes cotidianos, para elevarse a una condición de poesía visual; la tuya es una lírica de imágenes cuyos versos en blanco y negro han sido capaces de conmover e inquietar la mirada de varias generaciones”, señaló la directora del INBA.

Antes, la escritora y periodista Fabienne Bradu y el especialista en fotografía Alfonso Morales, director de la Revista Luna Córnea, refirieron la trayectoria de la fotógrafa, quien incursionó en la fotografía al ingresar en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1969, donde conoció al maestro Manuel Álvarez Bravo, y con quien trabajó como asistente entre 1970 y 1971.

Fabienne Bradu, autora del libro Graciela Iturbide habla con Fabienne Bradu (2003), contó que la amistad con Iturbide fue la guía hacia un conocimiento más profundo y desempolvado de clichés y prejuicios que tenía sobre la fotografía. “Ella me enseñó a ver sus fotografías y me descubrió a algunos de los artistas más afines a su sensibilidad.”

La escritora señaló que Graciela Iturbide suele ir por el mundo en un estado de distracción bastante legendario que, sin embargo, se antoja su condición sine qua non para apresar la visión que plasmará con la cámara. Su estado más frecuente, dijo, es una manera de sonambulismo que horada el imán de un objeto aislado, un rostro que se recorta sobre el aire, un ángulo de realidad, una esquina, las escenas insólitas cuyo milagro dura sólo un instante.

“El primer prejuicio que me despejó Graciela Iturbide es que la fotografía no es un reflejo de la realidad, ni siquiera un espejo, sino una interpretación en la que intervienen la intuición, el azar, la pericia y la sensibilidad del artista. Porque esta confusión entre fotografía y realidad es la más compartida del mundo, solemos pensar que cualquiera puede sacar una foto, mientras no cualquiera se aventuraría a escribir un poema o un cuento, a componer una sinfonía, a bailar un dueto o a pintar un cuadro”, expresó Fabienne Bradu.

Alfonso Morales destacó que Iturbide se ha distinguido por retratar lo que le llama la atención, lo que la seduce, lo que repentinamente le produce alguna emoción. Indicó que no suele haber programa predeterminado ni estrategia predefinida para esta fotógrafa que transita por los reinos naturales, humanos y civilizatorios, guiada por la intuición y siempre dispuesta a ser sorprendida.

“Aun en sus proyectos más etnográficos o documentales, Iturbide no ha dejado de indagar en el significado poético, espiritual y místico de la fotografía, que entiende como herramienta útil para convocar visiones y no como reificación derivada del poder de los aparatos”, dijo Morales.

“Carezco del ‘ojo de lince’ del que habla Henri Cartier-Bresson, soy más reposada, me quedo con lo que está ahí, estático. Antes que el tiempo, me interesa la plasticidad del símbolo”, ha dicho Graciela Iturbide, quien ha expuesto individualmente en el Centre Georges Pompidou (1982), el San Francisco Museum of Modern Art (1990), el Philadelphia Museum of Art (1997), el Paul Getty Museum (2007), la Fundación MAPFRE, Madrid (2009), el Photography Museum Winterthur (2009) y la Barbican Art Gallery (2012), por mencionar algunos.

Antes de concluir el homenaje, se proyectaron 50 imágenes captadas por Graciela Iturbide, realizadas entre 1969 y 2014, muchas de ellas le han valido reconocimientos como el premio de la W. Eugene Smith Memorial Foundation, 1987; el Grand Prize Mois de la Photo, París, 1988; la Guggenheim Fellowship por el proyecto “Fiesta y Muerte”, 1988; el International Grand Prize, Hokkaido, Japón, 1990; el Premio Hasselblad, 2008; el Premio Nacional de Ciencias y Artes, Ciudad de México, 2008; Doctora Honoris Causa en Fotografía por el Columbia College Chicago en 2008; y Doctora Honoris Causa en Artes por el San Francisco Art Institute en 2009, entre otros.

El próximo 10 de agosto, Graciela Iturbide ingresará a la Academia de Artes como Académico de Número y pronunciará el discurso “La poesía de la fotografía”, en el Auditorio del Museo Nacional de San Carlos, acompañada de la exposición Naturata, serie sobre la naturaleza que inició en el Jardín Botánico de Oaxaca y continúa enriqueciendo.

En noviembre realizará una residencia de un mes y medio en Kobe, Japón.

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