Cultura

Conferencia sobre Max Aub

Max Aub huyó de la ciudad de Djelfa, en Argelia, donde estaba internado en un campo de concentración y arribó a Veracruz, en el Golfo de México

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Al centro, el Embajador Eduardo Roldán

ARGEL.— El embajador de México en Argelia, Eduardo Roldán, participó el 9 dejunio en una mesa redonda, organizada en colaboración con el Instituto Cervantes de Argel sobre la vida y la obra de Max Aub, en la que participaron la directora de los Institutos Cervantes, Carmen Caffarel; la presidenta de la Fundación Max Aub, Elena Aub; el crítico de arte, Manuel García, y la eminente profesora de la Universidad de Argel Saliha Zerrouki.

En esta ocasión, el embajador Roldán señaló que en algún momento de su vida, Max Aub pudo escoger entre las nacionalidades francesa, alemana o española, pero optó por ser mexicano y así permaneció hasta el fin de su vida. Sin embargo, resaltó que fue español, alemán, francés, argelino y mexicano, porque los hombres ilustres no requieren nacionalidad o documentos de identidad, que son seres sin fronteras.

El embajador recordó que Max Aub huyó de la ciudad de Djelfa, en Argelia, el 18 de mayo de 1942, donde estaba internado en un campo de concentración, luego encontró su camino hasta Marruecos y se embarcó en Casablanca para arribar a Veracruz, en el Golfo de México, el mismo puerto al que llegó el Sinaia, el primer barco abarrotado de republicanos españoles que tocó tierras mexicanas.

Se refirió a lo que escribió el escritor mexicano José Emilio Pacheco sobre Max Aub, quien señaló que “los poemas que escribió en Djelfa son poemas de resistencia contra la derrota, la humillación constante, la desesperanza de ver hundida y traicionada la propia causa y, al parecer, triunfante e invencible el avance de los ejércitos fascistas”. Al respecto, Eduardo Roldán enfatizó que fue en tierras mexicanas que Max Aub escribió la mayor parte de su obra y desarrolló una intensa actividad intelectual en el más amplio sentido del término.

Añadió que Aub se integró con facilidad y entusiasmo a los círculos literarios de México donde hizo migas con Alfonso Reyes, Octavio Paz y otros escritores y académicos mexicanos; recordó que fue profesor en el Instituto de Cinematografía y también de teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México. Agregó que en la UNAM inició la serie de discos titulada Voz Viva, que recogió la lectura de poemas y otros textos de autores mexicanos y latinoamericanos, los cuales constituyen ahora un verdadero tesoro, pues muchos de los autores que grabaron su voz para la serie Voz Viva sólo lo hicieron para la Universidad de México, de modo que esas grabaciones se estiman por ser únicas.

El embajador Roldán señaló que a principios de los años sesenta Max Aub fue nombrado director de Radio Universidad, donde contribuyó en el enriquecimiento de las posibilidades de la difusión cultural y marcando una nueva etapa de la vida de la radio cultural de México en aquellos años que fueron clave en la historia del México contemporáneo. Señaló que en 1963 Aub recibió el Premio Nacional de Teatro por su obra La cárcel, si bien su contribución al teatro en México se recuerda sobre todo por su labor como maestro de varias generaciones de gente de teatro. Enfatizó que él mismo se he alimentado de Radio Universidad, escuchándola y participando en programas de índole cultural, económico y político.

Agregó que Aub es conocido por su disciplina como escritor y por su agudo sentido del humor, un torrente inagotable de su imaginación crítica y se distinguía por ser amante de las bromas. Al respecto, destacó que dentro de este círculo del humor, en su libro de cuentos Crímenes ejemplares Aub encuentra en los motivos más intrascendentes, o acaso absurdos, el origen de lo que va a desembocar en un crimen: “Lo maté porque era de Vinaroz”. O bien: “Y una mañana despierta uno muerto”, lo que promete más de un enigma para sus relatos.

Eduardo Roldán señaló que en su teatro hay una riqueza desbordante de temas y tratamientos; en algunas de sus obras teatrales la ironía y el humor que Aub plantea su imaginación desafía a la realidad aparente que todos damos por un hecho.

Por lo que se refiere al ámbito del periodismo, resaltó que durante más de 20 años Aub publicó comentarios editoriales en los diarios El Nacional y Excélsior de la ciudad de México.

Destacó también, respecto a Max Aub y a los miles de republicanos españoles que llegaron a México tras la Guerra Civil española, el aporte inmenso que hicieron a México, entre profesores universitarios, filósofos (José Gaos, Wenceslao Rosses), pensadores políticos, filólogos, científicos, escritores, periodistas, pintores, cineastas (Luis Buñuel), actores y actrices (Amparo Rivelles), hombres y mujeres talentosos y talentosas (Pepita Domingo, Placido Domingo padre e hijo) que con su labor profesional impulsaron la modernización de México y contribuyeron a formar generaciones de intelectuales, escritores, profesionales de las diversas ramas del saber. Enfatizó que en México siempre se mantendrá viva la gratitud por todos los españoles que dieron lo mejor de sí para México, al tiempo que guardaban una profunda convicción de que España podría superar la dictadura franquista. Recordó que México nunca reconoció al gobierno de Franco y mantuvo sus relaciones y acogió al gobierno republicano hasta el instante en que se restableció la democracia en España.

En síntesis, el embajador Eduardo Roldán resaltó que “la existencia de Max Aub es tan viva que por ello le recordamos hoy, rendimos homenaje a su vida y obra; y qué mejor manera de reconocerle en Argel, donde se inspiró Cervantes para escribir El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y Los baños de Argel, una ciudad cercana de Djelfa, y lo hacemos con la presencia de españoles, argelinos y mexicanos distinguidos que dejamos testimonio de todo lo que hizo, con su nombre en la Biblioteca Max Aub”.

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