Cultura

El día que dijeron a José Luis Cuevas: “Pintas de la ching…”

En una tarde de toros, un asistente hizo mofa del trabajo del artista entre toda la concurrencia. La broma perduró hasta nuestros días

Protocolo/Redacción
Fotografías: Internet

Así como fue querido, muchas personas nunca simpatizaron con José Luis CuevasComo buen irreverente, José Luis Cuevas se volvió uno de esos personajes querido por muchos, pero también odiado por otros. No solo por su obra polémica, que si bien tenía un público que la admiraba, era detestable para otros; también por verse involucrado en movimientos políticos y sociales, donde sin empacho alguno, criticaba lo que no le gustaba o no le parecía.

Pero nunca, la antipatía que se le demostró en una tarde de toros.

Como buen aficionado a las corridas, desde los años setenta a inicios de los noventa, era común ver al autor de La Giganta en la Plaza de Toros México, a veces en los tendidos y otras veces como invitado especial en el callejón. Pero un momento que quedó registrado en los aficionados, en una tarde de taurina para el olvido, fue cuando un asistente, aprovechando el silencio que se generaba, desde la parte más alta del “Coso de Insurgentes” sin temor alguno, y al percatarse de la presencia del artífice, gritó: “¡José Luis Cuevas!”

Sorprendido por ser reconocido, el artista del “Movimiento de la Ruptura” se paró de su asiento y trató de ubicar al gritón, quien una vez al sentirse identificado, continuó con su alarido:

“¡La corrida pinta como usted!”

Cuevas, sin verbalizar, reaccionó con un gesto dudoso, movió sus brazos y manos para preguntar a su identificador: “¿Cómo?”

“¡De la chingada!”, respondió aún más fuerte el exclamador, entre las risas, aplausos y hasta mentadas de madre, ante una afición taurina que le demostraba su desprecio y disgusto. José Luis volvió a su asiento y tras la muerte del toro, se paró de su asiento y salió con la cara agachada.

Desde entonces, a Cuevas, nunca más se le volvió a ver en una plaza de toros, pero aquel chiste se convirtió en parte del repertorio colectivo de muchos “anti-cuevistas”, muy común escucharlo cada vez que se inicia un periodo presidencial, algún evento que se piensa que será aburrido o cualquier situación que pretende ser desagradable.

Sin embargo, se supo en reuniones de amigos que el mismo artista hacía mofa de aquella ocasión.

Literalmente, aquella tarde de fiesta brava, a Cuevas le pintó… de la chingada.

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