Cultura

El ojo de Manuel Álvarez Bravo en París

En noviembre pasado se inauguró en la Casa de América Latina en París, la exposición fotográfica El ojo de Manuel Álvarez Bravo, organizada por la Secretaría de Relaciones Exteriores, por conducto de la embajada de México en Francia.

La muestra, que permaneció en exhibición del 13 de noviembre de 2001 al 5 de enero del presente año, constó de 75 piezas pertenecientes a la colección del Museo de Arte Moderno de México y tuvo como propósito principal dar a conocer la cultura de México en el extranjero.

Manuel Álvarez Bravo es el único fotógrafo destacado que, a pesar de sus 99 años de edad, se mantiene en plena actividad artística. Su obra refleja la realidad de nuestro país en distintas épocas del siglo pasado.

Esta exposición incluyó trabajos realizados por Álvarez Bravo desde 1927, la mayor parte tomados en México, abarcando todas las etapas de su trayectoria como maestro de la cámara.

Al respecto, el director general de cooperación educativa y cultural de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Gerardo Estrada, consideró que Álvarez Bravo es un hombre entregado a su trabajo, en el que destaca por el nuevo realismo que impone su estilo.
«Imágenes que hablan, miradas que cuentan historias, cuerpos inmóviles que revelan en un instante sucesos presentes y futuros. También objetos inanimados que cobran vida ante los ojos del espectador.»

La exposición, estableció Estrada, se conforma por una visión antológica, que permite conocer su ruta creativa; es una selección representativa de su obra que da al espectador la oportunidad de atisbar al México que enamoró a Breton, que conmovió a Rivera y que apasiona a Álvarez Bravo.

En la organización de la muestra participaron también el Consejo Nacional para la Cultura y las artes, el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno y el Centro Cultural de México en París.

Para este año se tiene previsto un homenaje al maestro Álvarez Bravo, con motivo de su centenario.

Realidad en blanco y negro

Fotógrafo mexicano que vio la luz a principios del siglo XX, narrador fiel, en instantes atrapados por su lente, de la vida de México, sus costumbres, sus tradiciones, sus sueños, sus secretos. Álvarez Bravo da vida, en su obra, al arte en blanco y negro, con paciencia, curiosidad y gran sentido de la oportunidad.

El poeta mexicano Octavio Paz se declaró admirador de su obra, y le dedicó el poema Cara al tiempo, con el cual trazó su visión de la obra del artista mexicano. El arte de Álvarez Bravo, resume Paz, es una combinación estética en la que: «…el ojo piensa,/ el pensamiento ve,/ la mirada toca,/ las palabras arden…»

Historia de un artista

Manuel Álvarez Bravo vivió los primeros años de su vida la agitada existencia de una nación afectada por la violencia. La Revolución Mexicana trajo para él, como para muchos jóvenes de la época, imágenes imborrables de una lucha social que hablaba de necesidades básicas, aspiraciones firmes y convicciones claras.

En un país que derramaba sangre fraterna en el campo, la cultura se vuelca a definir la demanda de una mejora social, que era lo que daba sentido a la confrontación. De ahí los muralistas mexicanos y su obra; de ahí los escritores como Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán o los políticos e intelectuales como Manuel Gómez Morín, José Vasconcelos o Vicente Lombardo Toledano.

Y ahí, en el centro de esta ráfaga de ideas y de compromiso, Manuel Álvarez Bravo encontró caminos propios para expresar su visión de un país que alumbraba con el nuevo siglo.

La relación entre la cámara y el artista vino de la mano de múltiples experiencias y aprendizajes, vinculados a nombres como: Rufino Tamayo, Diego Rivera, José Clemente Orozco y Frida Kahlo.

Además, tuvo la oportunidad, gracias a Diego Rivera y Frida Kahlo, de conocer a André Breton, con quien teje una relación fuerte y duradera. Gracias a Breton, se compenetra con el movimiento surrealista; y es él quien incluye la obra de Álvarez Bravo en una exposición surrealista, denominada Mexique, que se celebró en la Galería Renou et Colle, en París.

Entre los reconocimientos que le distinguen destacan: el Premio Nacional de las Artes de México, la beca John Simon Guggenheim Memorial Foundation de Estados Unidos y la Orden de las Artes y las Letras, del gobierno francés. Fue nombrado, además, por el gobierno de México, Creador Emérito.

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