Vernos en el espejo del pasado, instrumento para reafirmar la confianza en nosotros mismos: Salvador Rueda
 |
| Al inaugurar la exposición |
Acompañado por José Manuel Villalpando, titular de la Comisión Organizadora de los Festejos por el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución; Alicia Reyes, directora de la Capilla Alfonsina, y Manuel González Garza, director del Instituto de Cultura de Aguascalientes, el director del Museo Nacional de Historia, Salvador Rueda Smithers, inauguró las exposiciones Huellas de don Miguel Hidalgo y Costilla en el Castillo de Chapultepec y Bernardo Reyes. Mientras los otros siguen su camino, cuéntame a mí tu historia que permanecerán en exhibición hasta fines de octubre.
Salvador Rueda dijo que conmemorar, vernos en el espejo del pasado, es un instrumento para reafirmar la confianza en nosotros mismos. Estamos en el umbral de la magna fiesta de la memoria mexicana —agregó— en plena cuenta regresiva para conmemorar los dos momentos fundadores de nuestro rostro colectivo: el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, un momento para la reflexión sobre lo que somos hoy y queremos ser en el futuro.
“Pero para ello —alertó— hay que hacer algunas pausas. La fiesta de la memoria no llama al desfile desarticulado de acciones cívicas o al frenesí de las verbenas que se multiplicarán en toda la geografía, que las habrá y buenas, sino a disfrutar y dialogar sobre lo que se lee, se ve, se aprende o se recuerda.”
Como parte de esas pausas, mencionó que en el marco del programa Al alba de los centenarios, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), propone echar una mirada al momento de paz aparente que antecedió ambas explosiones revolucionarias, la Independencia y la Revolución, en muchos sentidos génesis de nuestra manera de ser y de pensar.
Agregó que en los programas institucionales se han organizado exposiciones que remiten al largo aliento histórico, a los antecedentes más distantes del quebranto de la Nueva España, como La expulsión de los jesuitas, en 1767, o el de la Plata novohispana, ambas del Museo Nacional del Virreinato; o la remodelación y nueva oferta museográfica del Museo de San Miguel Allende, Guanajuato; o en el propio Castillo de Chapultepec, las Pláticas de degustación: los sabores de la historia y la próxima exhibición de retratos titulada De novohispanos mexicanos.
Explicó que con la exposición Huellas de don Miguel Hidalgo y Costilla en el Castillo de Chapultepec, asistimos a un juego de tiempos, a la conjugación de distintos pasados; a un ensayo que atisba en la biografía del cura caudillo, aficionado a los libros de historia y a la música, que se desdobló en dirigente rebelde, a la par que se explica la singular historia de muchos de los objetos-referencia al iniciador de la lucha independentista.
Por lo que toca a la muestra Bernardo Reyes. Mientras los otros siguen su camino, cuéntame a mí tu historia, observó que nos traslada a la segunda mitad del siglo XIX y al inicio de la Revolución Mexicana. El énfasis se hace en 1909-1910, hace cien años, cuando cuatro nombres se pronunciaban con insistencia en el mundo político nacional: Porfirio Díaz, José Ives Limantour, Bernardo Reyes y, muy tímidamente, Francisco I. Madero.
En este sentido, apuntó que la muestra es un paseo por la vida de Reyes, hombre que creció en el juarismo, maduró en el porfirismo, que se opuso y murió en el acontecimiento más dramático de la Revolución Mexicana en 1913, la llamada Decena Trágica.
En su oportunidad, José Manuel Villalpando subrayó que el año próximo la memoria, el recuerdo histórico, serán fundamentales, pero aclaró que nuestro papel no puede quedar ahí sino que es necesario darle vida y actualidad a esa historia.
“Hidalgo y Reyes marcaron camino. ¿Cuál es el rumbo que nosotros vamos a marcar ahora? La historia es memoria, pero también compromiso y sólo los mexicanos de hoy, tenemos el deber y el derecho de hacer la nueva historia”, concluyó.
Revista Protocolo
