Cultura

Primer naufragio esclavista de mayas en México, pasaje poco conocido

Según investigaciones del INAH, entre 1855 y 1861, el barco de vapor La Unión llevó a Cuba un promedio mensual de 25 y 30 mayas capturados durante la Guerra de Castas o engañados con documentos falsos

Revista Protocolo

Ciudad de México, 18 de septiembre de 2020.— A 3.7 kilómetros de Sisal, Yucatán, una historia poco conocida resurge gracias al trabajo de expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes como resultado de un trienio de investigación han identificado al vapor La Unión, el primer barco que hoy se sabe fue usado para el tráfico de esclavos mayas.

Para los investigadores de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, el descubrimiento es de singular relevancia ya que, más allá de lo complejo que es identificar “con nombre y apellido” a un pecio, este habla de un pasado ominoso para México, el cual debe reconocerse y estudiarse en función de su contexto y época.

Lo anterior adquiere mayor sentido al evocar que, si bien la esclavitud estaba prohibida desde la Independencia, y no obstante que el 6 de mayo de 1861, el presidente Benito Juárez emitió un decreto para impedir la extracción forzada de cualquier individuo maya, el incendio que el 19 septiembre de ese mismo año causó el hundimiento del vapor en su camino a Cuba, demostró que la esclavitud continuaba sin obedecer ley alguna.

La arqueóloga subacuática Helena Barba Meinecke, responsable de la oficina Península de Yucatán de la SAS, comentó que la investigación, desarrollada con apoyo del director del Centro INAH Yucatán, es de relevancia internacional dado que hasta hoy no se había documentado una embarcación que traficara personas mayas.

En los últimos años, señala Barba Meinecke, se han descubierto otros naufragios esclavistas: las naves Clotilda y Henrietta Marie, en Alabama y Florida, respectivamente; el Trovador, en República Dominicana; y el San José, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica; pero todos eran lo que se conocía como “barcos negreros”, aquellos que por más de 400 años sustrajeron personas de África para venderlas en el continente americano.

El pecio La Unión se localizó arqueológicamente en 2017, en el marco del Proyecto Integral para la Protección, Conservación, Investigación y Difusión del Patrimonio Cultural Subacuático de la SAS, en coordinación con el Centro INAH Yucatán y los habitantes de la región; ese año, se ubicaron los remanentes de un barco inicialmente nombrado Adalio, en homenaje al abuelo del pescador Juan Diego Esquivel, quien guio a los arqueólogos al sitio.

Se observó que el pecio correspondía a un vapor de la primera etapa de dicha tecnología, fechada entre 1837 y 1860, cuando esos barcos eran impulsados con un sistema de calderas, máquinas con balancín y ruedas de paleta “tipo Mississippi”.

Pese a que las calderas estallaron y la embarcación se incendió, la sentina (parte inferior del casco, en la zona más baja de la sala de máquinas y justo por encima de los doblefondos) descendió siete metros desde la superficie hasta el fondo de las aguas someras.

Al cubrirse de arena, la madera del fondo del casco se conservó, lo mismo que elementos reconocibles, como ruedas de paleta, calderas, compartimentos y objetos para la sujeción como pernos de cobre; además se identificaron artefactos relacionados con la vida cotidiana a bordo, como vidrio de botellas, cerámica y cubiertos de latón.

Tras esa primera temporada de campo, el equipo de la SAS indagó en archivos provinciales de Yucatán y Baja California Sur, así como en los nacionales de México, Cuba y España. Luego de un proceso de tres años, se logró reunir la información suficiente para corroborar que el Adalio es, en realidad, el vapor La Unión.

Helena Barba explicó que los elementos de coincidencia fueron: que las calderas se encontraron estalladas y la madera presentaba evidencia de un incendio; la sintonía entre la tecnología vista en campo y la descrita en los planos del barco; y la propia ubicación del pecio, similar a la que manejaron los informes privados y notas de prensa de la época.

La Unión perteneció a la empresa española Zangroniz Hermanos y Compañía, establecida en 1854 en La Habana, Cuba, la cual, en 1855 fue autorizada para comerciar en México, realizando travesías entre Sisal, Campeche, Veracruz y Tampico.

Usualmente llevaba a Cuba pasajeros de primera, segunda y tercera clase, junto con mercancía, como fibras de henequén, cueros curtidos, palo de tinte y pieles de venado. No obstante, sus mandos también estaban en contubernio con los esclavistas, quienes introducían en pequeños e insalubres espacios a los mayas que capturaban o engañaban.

Un año antes de su hundimiento, en octubre de 1860, la nave fue sorprendida en Campeche cargando 29 mayas, pero el escarnio no acabó con el contrabando de La Unión. Fue hasta después de aquel trágico 19 de septiembre, en cuyo naufragio falleció la mitad de los 80 tripulantes y 60 pasajeros, que el entonces gobierno de México puso atención en los cateos en los puertos, a fin de impedir el tráfico de personas en las rutas hacia Cuba. En las cifras anteriores no cuentan los esclavos mayas, pues no eran considerados personas sino mercancías.

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