El artífice colombiano deja un vasto legado de obras de arte basadas en la influencia del cubismo y arte figurativo alemán
Colaboración invitada: Gabriela Gorab
Ciudad de México, 3 de mayo de 2021.— “Pinto mi infancia. Los arquetipos de mi papá y mi mamá son muy claramente representados en mi pintura. Los espacios son representaciones de los lugares donde viví y crecí», así definía Francisco Correa la inspiración de su obra.
Francisco Correa (1951-2021) nació en Pueblorrico, Antioquia, Colombia. Su infancia fue feliz, llena de libertad y caprichos, su padre fue un terrateniente importante. En 1958 se trasladó con su familia a la ciudad de Medellín.
Estudió arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia donde agarró el gusto por el dibujo.
A mediados de la década de 1960, siendo niño, experimentó el comienzo de una guerra asimétrica de baja intensidad entre el gobierno de Colombia, grupos paramilitares y guerrillas comunistas que marcaron al país para siempre.
Francisco estudió pintura europea en profundidad, apasionado por el arte africano, el arte primitivo para ser exactos, ya que le parecía completamente atemporal. Sus mejores influencias fueron los pintores europeos del siglo XIX al XX.
El artista colombiano fue creador de su propio estilo, basado en la influencia del cubismo y arte figurativo alemán; de igual forma, recopiló muchos elementos africanos de los cuales adquirió un estilo con una interpretación muy personal.
En México su último representante fue la Galería de Héctor Díaz situada en Guadalajara, Jalisco.
Francisco Correa murió a causa de covid-19 el pasado jueves 29 de abril de 2021 en Medellín, Colombia.
Desde este espacio, se envían condolencias a su esposa Gene Zuluaga Mejía y demás seres queridos, así como a su gran número de discípulos en quienes tanto dejó huella.
