Deportes

Lo de la velocidad suprema

Sobre la Fórmula Uno. A mil por hora

GP Australia 2010

México, D. F.— Con enorme gusto extendemos el saludo más afectuoso para los lectores de la revista-On line, Protocolo, así como para aquellos que llegan a abrevar en el resto de las ediciones de 3W México.

Con esta noticia inaugural de top Fórmula Uno, ya partícipe en el Entry de la organización dirigida por la señora Wendy Coss y León, nos presentamos para dar el mejor trato a un tema que, con seguridad, pronto va a encontrar un eco muy positivo entre este distinguido grupo de atentos seguidores.

La Fórmula Uno entendida como una disciplina deportiva que tiene que ver con la competición de automóviles de carrera de la más alta tecnología.

Pero no tan sólo en términos de dar cuenta quién gana una prueba montado sobre cuál marca de auto; sin eludir, que por supuesto, haremos las crónicas de cada uno de los Grandes Premios que se dirimen durante el año por todo el planeta. Y las haremos bien.

No parará allí la cosa. Ya que correremos en pos de la ventura para relacionar a la F Uno con todo.

De hecho, todo tiene que ver con todo, como nos lo hizo saber Sigmund Freud hace ya un buen rato. En cambio, el dramaturgo clásico de la latinidad, Terencio (Publius Terentius Afer) nos lo había espetado desde siglo y medio antes de Cristo: hombre soy y nada humano me es ajeno.

Así es. Así será. El deporte de la velocidad suprema —con la maniobrabilidad óptima— relacionado a la tecnología más puntera. Y con el mundo de las firmas patrocinadoras de la mayor universalidad. También, con los bemoles de las finanzas del globo y algunos eventos políticos puntuales. Hasta con el corazón, enamorado o no, de algunos de los protagonistas. Con la geografía o con el turismo por los países más disímbolos. Asimismo, con las mujeres hermosas. Los nobles y los plebeyos. En suma, como lo preconizaban el padre Freud y el sabio Terencio, con todo lo que nos dé la imaginación y el material más dúctil —así como verdadero— a la mano.

Los paradigmas del caso

Baste como una visualización relativa a ello, el hecho de hacer notar que en la Puerta de Alcalá o en el dorado ingreso por Brandemburgo; en Las Cibeles de Madrid o en algunos arcos del triunfo sea en París o bien en Budapest, acaso en Viena: la nave siempre alada que se posa orgullosa sobre los monumentos hermosos, no es otra cosa que un coche de Fórmula Uno de distinto tiempo y claro, tripulado por un dios o por algún mortal. Tirado por pegasos, por caballos, por leones o por grifos que quiere señalar lo mismo: la victoria. La supremacía…

No hay que soslayar que en la muralla de Troya, son Aquiles o Paris quienes se regocijan retándose para la lucha y lo hacen sobre coches jalados por bestias. Uno ganará. Otro saldrá derrotado. Los F Uno de la edad dorada griega.

Ha sido también que en su arribo a lo que más tarde sería Roma, desembarcan los Ítalos y muy pronto después de los sacrificios, juegan a las carreras celebratorias. En efecto: los caballos, la rueda, la competencia: en busca de asir los laureles desde siempre.

La Carpa. Circus Máximus. F1. Sobrenombres nada peyorativos. La pista central de los paganos y los creyentes de las calendas idas, hoy, como siempre. Eso sí. Con el hombre en su vehículo en pos de la gloria, de la inmortalidad. Qué maravilla.

Cada cual en su época

Con una sutil diferencia, si es que hay que guardar las proporciones. No se trata de cuadrigas de dos o de cuatro caballos. Se trata de naves impulsadas por cerca de los 900 de ellos. Mediante 15 mil o hasta 17 mil revoluciones por minuto. Gracias a las aceleraciones que rozan los 350 kilómetros horario y, a bordo de los lomos indomables de unos corceles que no deben de pesar, nunca, ni un miligramo por debajo de los 640 kilos.

Un prodigio. El cuasi milagro técnico de mantener adherido al piso un avión-caza, volteado de panza, para que en vez de elevarse como Ícaro: surque con toda dulzura el viento y sobre el asfalto: se imponga a los veintitrés lebreles que le corretean detrás. El campeón.

No diremos hasta pronto, luego de este saludo bien lleno de afecto, sin regalar como ofrenda a los más grandes volantes de la historia del formulismo lo que serán nuestras siguientes entregas.

Y con un abrazo enorme para cada uno de nuestros nuevos cómplices en el disfrute que nos obsequiaremos a partir de ahora.

De ustedes,

Ángelo della Corsa y su Team victorioso.

A mil por hora… top Fórmula Uno 2011

Dedicado a:

Wolfang Von Trips
Jim Clark
Jochen Rindt
Gilles Villeneuve
Elio de Angelis y Ayrton Senna tan admirados, siempre

Fotos: MotorSport y F1Minute

Revista Protocolo

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