Embajadas

Sonatina mexicana para Rubén Darío

Juan Carlos Gutiérrez Madrigal, embajador de Nicaragua

La embajada de Nicaragua en México conmemora el 155 aniversario del natalicio del “Príncipe de las letras castellanas” y “Padre del Modernismo”

Margarita está linda la mar,
y el viento lleva esencia sutil de azahar;
yo siento en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar un cuento”
:

Ciudad de México, 19 de enero de 2022.—Rubén Darío no era un rey que tenía un palacio de diamantes, tampoco una tienda hecha de día y mucho menos un rebaño de elefantes…

Rubén Darío, cuyo nombre real fue Félix Rubén García Sarmiento, fue el “Príncipe de las Letras Castellanas” y tenía una pluma y un don único para escribir cuentos, poemas y prosas que creó por su enigmática rebeldía creativa que se reflejó en una profunda renovación estética del lenguaje, pero sobre todo de la métrica, por algo, hasta la fecha es conocido como “el Padre del Modernismo”.

Y sí, Margarita, la Embajada de Nicaragua en México lo honró la mañana de ayer en su 155 aniversario luctuoso… y aunque su legado lo mereciera, no hubo pompas brillantes, ni tampoco desfilaron 400 elefantes… solo una ceremonia en el Parque América de la colonia Polanco en la Ciudad de México, donde se encuentra su busto. Ahí, hablaron sobre su trayectoria Oscar Munguía Franco, concejal de la alcaldía Miguel Hidalgo; Gustavo Martínez Cianca, director para Centroamérica y de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), y Juan Carlos Gutiérrez Madrigal, embajador de Nicaragua en México.

Después de ofrecer un breve resumen de la biografía de Rubén Darío, el embajador Gutiérrez Madrigal destacó una anécdota poco conocida por algunos del autor del libro Azul:

“Siendo cónsul de Nicaragua en Francia, Rubén Darío asistió a una elegante fiesta en los Campos Elíseos de París. El suntuoso traje de etiqueta no ocultaba sus rasgos indígenas, al cruzar el gran salón, una aristócrata francesa, creyendo que el poeta no la entendería, comentó: ‘A leguas se nota que es un indio, solo le falta la pluma’ y al escuchar esto, Rubén Darío se regresó y en un perfecto francés, le respondió: ‘se equivoca, señora, la pluma la traigo aquí’ y sacándola de la bolsa, se la enseñó y dijo: ‘seguro que sé utilizarla mucho mejor que usted’.”

Así, Margarita, Rubén Darío brilla más que aquel astro que esa princesa cortó del cielo, con el que se hizo un prendedor, en que lucen con la estrella verso, perla, pluma y flor.

“Margarita está linda la mar
y el viento lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar un cuento”.

(Fotografías: Luis Felipe Hernández Beltrán)

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