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La muralla que desafía la historia

Aun en la era moderna, la historia real de China no se puede distinguir fácilmente de la leyenda, ya que desde tiempos inmemoriales, los hechos fidedignos de la tierra del dragón siempre se han combinado con los mitos heroicos, y la frecuente falta de documentación externa hace difícil diferenciar entre la fábula y la verdad.

Tal es el caso de la famosa marcha larga de Mao Tse-tung, quien según los seguidores del gran reformista comunista, marchó con un ejército de 100 mil soldados –a veces hasta descalzos– en la década de 1930 a lo largo de 12 mil kilómetros de montañas nevadas y áridas sabanas para así llevar a su pueblo al preludio de la revolución cultural.

De hecho, investigadores occidentales han analizado el supuesto camino de Mao y sus tropas para concluir que, si es que caminaron desde la provincia de Jiangxi en el sur hasta Shaanxi en el norte como cuentan los historiadores chinos, la distancia que cubrieron fue de cinco mil kilómetros menos que los 12 mil reportados.

Además, es altamente improbable que el líder socialista y sus allegados anduvieran sin zapatos, pues siempre estuvieron bien equipados y lo más seguro es que la mayor parte del viaje se realizara a caballo y no a pie.

Pero, gracias a 70 años de inculcar una política y un orgullo nacionalista, la jornada épica de Mao constituye hoy día una parte integral de la psique china, y pese a la abundancia de atlas y mapas fiables, el chino actual sigue fuertemente convencido de que el padre de la revolución caminó descalzo 12 mil kilómetros.

Y si la historia china reciente es vaga y quimérica, los hechos antiguos del país más poblado del mundo son aún más indefinidos.

Es con esta percepción de la fluidez entre los hechos y la mitología china que hay que tratar de analizar la verdadera historia de la Gran Muralla.

Un solo muro

Uno de los conceptos erróneos más comunes acerca de la muralla es que se trata de una construcción continua única que atraviesa el subcontinente la cual fue erigida bajo la corona de un solo emperador con el fin de defender su territorio de los mongoles del norte.

De hecho, este gran monumento no es un solo muro, sino una serie de diferentes murallones que fueron construidos en diversas épocas y bajo varias dinastías en un transcurso de dos mil años.

Y mientras la mayoría de las fuentes históricas acreditan a la dinastía Zhou como la iniciadora de la edificación actual en el siglo VII a. C., algunos investigadores modernos insisten en que su construcción empezó en el año 221 a. C. bajo la dirección del emperador Qin Shihuang, dejando el debate sobre el origen de la muralla al afán y a la interpretación.

Sea cual fuere la verdad, lo que sí parece ser seguro es que Qin logró conectar la red de pequeños amurallamientos para crear una sola muralla larga.

Esta pared de defensa contra los bárbaros del norte trajo consigo muchos nombres a través de los siglos siguientes, incluyendo “La Muralla Larga”, “Las Murallas Fronterizas”, “El Mural de Alexander” y “La Primera Muralla de la Frontera”.

Su título actual fue donado por europeos que visitaron China en el siglo XVII.

Mito chino

Un hecho indiscutible es que la Gran Muralla ha cobrado muchas vidas. Un antiguo mito chino dice que por cada piedra de la muralla, murió un hombre para su construcción.

Esta alegoría puede ser más realidad que fábula, pues se estima que millones de trabajadores perdieron la vida debido a la exigente labor, la hambruna y las enfermedades.

Es más, los arqueólogos han descubierto miles de cuerpos humanos dentro de las fundaciones de la muralla.

Un viejo cuento chino, aún muy popular hoy en día, reza sobre Meng Chiang-nu, una mujer que fue al norte extremo de la muralla para ver a su marido quien estaba trabajando en su construcción.

Al llegar al lugar donde su esposo estaba asignado, la mujer encontró sus huesos dentro de la construcción.

Como esposa fiel, decidió suicidarse, y los otros trabajadores enterraron los restos de los amantes dentro de la muralla, donde todavía se pueden oír los gritos de tristeza de Meng Chiang-nu cuando el viento pasa por la región.

Pero no sólo los orientales han creado mitos sobre la Gran Muralla.

Por décadas, libros occidentales confirmaron que este hito chino fue la única construcción hecha por el hombre que puede ser vista desde el espacio sideral.

Esta fábula apócrifa finalmente feneció el pasado 17 de octubre cuando el astronauta chino Yang Liwea aseguró, durante su reciente misión histórica, que la Gran Muralla China era invisible más allá de los confines terrestres.

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