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Rómulo Caballeros: «el PPP requiere ideas y acciones conjuntas de todas las partes involucradas»

Reconocer y valorar de manera explícita la existencia de dos Méxicos (el norte y el sur) por parte del presidente Vicente Fox, es lo más destacado en el Plan Puebla-Panamá y esto le permite mostrarse como un proyecto con profundidad y consistencia a largo plazo.

Además, su fortaleza dependerá en gran medida del trabajo que se haga para buscar la vinculación de ideas y estrategias planteadas por todas las partes involucradas.

Rómulo Caballeros Otero, embajador de Guatemala en México, afirmó a Protocolo que el proyecto recoge de manera legítima las preocupaciones por la existencia de una región mexicana moderna y otra tradicional, aunque en la parte centroamericana debe enfocarse el problema de otra manera porque ahí no existe un contraste radical, tan marcado.

En la región centroamericana ha surgido una preocupación muy grande por los efectos devastadores ocasionados por los fenómenos climáticos, en particular los provocados por el huracán Mitch.

Se trata de una zona con gran fragilidad ecológica, humana y social. Sin embargo, frente a esta problemática los gobiernos centroamericanos están elaborando planes de prevención, contingencia y prosperidad económica a largo plazo.

En este contexto, puntualizó Caballeros, la comunidad internacional está apoyando y ofreciendo créditos tendentes a incrementar la cooperación entre los países centroamericanos. De manera que la propuesta de Fox, que en gran medida es el capítulo México, debe unirse a las realidades concretas de El Salvador, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Belice y Guatemala.

El plan será un éxito en la medida que se concierten acciones de manera conjunta y, de ninguna manera, en el sentido de que México le adivine el futuro a Centroamérica, puntualizó el funcionario guatemalteco.

Sin duda alguna, agregó, los beneficios que se deriven del plan en el sureste mexicano, serán favorables para el desarrollo de Centroamérica.

Por ejemplo, el sector empresarial guatemalteco es más competitivo con el de Chiapas o Yucatán que con el nivel de desarrollo logrado en Monterrey o Guadalajara.

De hecho, el sureste mexicano es abastecido con equipos de refrigeración industrial provenientes de Guatemala, así como calzado rural (botas con determinadas características para el campo del sureste mexicano) que al parecer en León, Guanajuato, se olvidaron elaborar.

Guatemala también considera muy atractivo el mercado mexicano en la venta de bicicletas y costales de fibras sintéticas que se utilizan para recoger cosechas. Las diferencias geográficas permiten, a su vez, que se canalicen ciertos productos naturales y envasados que en un lugar se pueden cosechar y en otro no, para ser comercializados.

Tal es el caso, por ejemplo, de la frambuesa, que gracias al clima de ciertas partes de Guatemala se puede cosechar, en tanto que en México no se presentan las condiciones adecuadas.

Acortar distancias

Una estrategia muy importante que se espera que sea desarrollada en el Plan Puebla-Panamá es el impulso a la red carretera, ya que esto permitirá acortar distancias de manera notable.

Tapachula está a dos horas y media de Guatemala y ofrece servicios de salud y veterinarios que llegan obviamente más rápido desde este punto que del Distrito Federal.

El mercado guatemalteco también importa productos mexicanos, razón por la cual las redes carreteras modernas facilitarán su traslado.

Caballeros puntualizó que los gobiernos centroamericanos y el de México deben ponerse de acuerdo en cómo, cuándo y qué redes carreteras y puertos deben impulsarse y desarrollarse. De esta manera, el Plan Puebla-Panamá funcionará en la medida en que también funcionen los tratados de libre comercio que ya se han firmado. México está invirtiendo en puertos como el de Madero y Coatzacoalcos con el fin de modernizarlos y hacerlos competitivos en el ámbito internacional, y Centroamérica necesita mucha inversión para infraestructura.

Todo lo que debe hacerse, insistió Caballeros, es lograr una intercomunicación lógica en México, para que a su vez se dé también con Centroamérica. Desde 1991 arrancó el Proyecto Tuxtla, que es de interés bilateral entre México y Guatemala y que está desarrollando la zona fronteriza para fortalecer el tejido social y productivo.

Sin duda alguna, su buen desenvolvimiento tendrá efectos positivos importantes entre las poblaciones limítrofes y ayudará a atenuar una serie de actividades ilegales que ahí se dan (tráfico ilegal de personas, narcotráfico, compraventa de armas, de especies de flora y fauna en peligro de extinción y tráfico de automóviles robados, entre otros). Una zona desarrollada social y económicamente contribuye a abatir o eliminar estos problemas.

Actividades dominantes

La agricultura y el comercio son las dos actividades económicas más importantes en Guatemala y cada una contribuye con cerca de 25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), seguidas del sector manufacturero con 15 por ciento y las actividades gubernamentales con 10 por ciento de contribución al PIB.

La producción manufacturera se caracteriza por la elaboración de textiles y ropa de vestir, cosméticos y alimentos procesados. La mayor parte de estos productos son exportados a México y otros países centroamericanos, así como del Caribe.

El Plan Puebla-Panamá es una buena oportunidad para incrementar el intercambio comercial con México y desarrollar sectores que tanto para Guatemala como para México son claves como el agrícola. Para ambos países es preocupante la situación que guardan las poblaciones rurales.

El gobierno guatemalteco en los últimos años ha incrementado su gasto social y procura expandir la infraestructura mediante programas de desarrollo económico que beneficien a los sectores más necesitados. Gran parte de los recursos vienen de préstamos privados y ayudas internacionales, pero Guatemala debe generar de manera adicional 700 millones de dólares por medio de impuestos y otros conceptos fiscales.

Uno de los sectores que sin duda se verán más beneficiados con la puesta en marcha del Plan Puebla-Panamá es el turístico, especialmente con la integración del circuito maya, que no es una abstracción, sino algo concreto. Actualmente, no hay infraestructura carretera ni líneas aéreas que unan Tulum con Tical.

Si tan sólo aumentáramos la estadía turística por tres días en Tical, «saldríamos de pobres y le quitamos un pelo de gato a México», expuso Caballeros.

Las diferencias, explicó, son enormes y como muestra basta un botón: Cancún recibe cada año cerca de cinco millones de turistas, mientras que Guatemala sólo 900 mil en el mismo periodo.

Pensar en un circuito maya en el que se incluyan otras ciudades centroamericanas, podría ofrecer mayor variedad y opciones al visitante extranjero.

Finalmente, Caballeros destacó la necesidad de reencauzar los recursos financieros que hoy en día se invierten para que tengan un efecto diferente y esto tiene que hacerse de manera concertada, analizando cuáles son la piezas centrales del Plan Puebla-Panamá.

El sector público proporciona la infraestructura que en su momento sería aprovechada por la iniciativa privada, con planes a largo plazo y gracias a una homogeneización de los niveles de subsidios y un marco jurídico transparente que dé certidumbre a los inversionistas.

El Plan Puebla-Panamá debe tomar en cuenta las iniciativas mesoamericanas, las cuales fueron propuestas recientemente y que son las siguientes: iniciativa de desarrollo sustentable; desarrollo humano; prevención y mitigación de desastres naturales; promoción del turismo; condiciones que faciliten el intercambio comercial; integración vial; interconexión eléctrica e integración de los servicios de telecomunicaciones.

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