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Cristalería arte sobre la mesa

El vidrio fue conocido desde los más remotos tiempos y siempre envuelto en una atmósfera de admiración y misterio.
Patricia Elena Blanco Ratti

Según Plinio el Viejo, su descubrimiento fue casual. Parece ser que unos navegantes fenicios encontraron restos de concreciones vítreas entre las cenizas de una hoguera que habían encendido en un paraje desértico para protegerse del frío.

La historia posiblemente sea cierta ya que el vidrio es una sustancia que se forma por la fusión entre el sílice y el calcio en presencia de un elemento alcalino y que existe en abundancia en las cenizas de algunas plantas y algas costeras. Si tenemos en cuenta que la arena de la playa contiene los otros dos elementos, hemos llegado al vidrio.
Alrededor del mundo

Los primeros en fabricar vidrio en cantidades importantes fueron los egipcios, que exportaban en la antigüedad unas cuentas de vidrio que se usaban para hacer collares. Esta industria existió en Egipto entre la VI y la XVIII dinastía, con seguridad relativa unos 1,500 años antes de Cristo.

Pero la realidad es que los que tuvieron la supremacía de su fabricación fueron los fenicios, logrando un vidrio de más calidad que sus competidores los egipcios.

Alrededor del siglo I antes de Cristo se produce la invención del “soplado” durante los primeros siglos de la era cristiana. Alejandría será la más importante ciudad con respecto al vidrio, tanto es así que cuando Augusto la conquistó, parte del tributo pagado a los vencedores lo fue en objetos de vidrio.

En la antigua Roma eran muy numerosos los objetos de vidrio que se utilizaban en la mesa como botellas, vasos, etc. Su importancia era tal que tenemos constancia escrita de que en el reinado de Tiberio se fundó en Roma una sociedad de sopladores de vidrio. Más tarde, cuando el emperador Constantino se traslada con su corte a Bizancio, favoreció con su protección a este gremio y así tuvo un nuevo florecimiento la industria del vidrio, creando piezas magníficas.
En la Europa Occidental, esta industria se instala en Venecia en el siglo V, adquiriendo una gran importancia a partir del siglo XIII en la isla de Murano.

Pero a pesar de todo, no se consideraban como objetos de verdadero lujo dignos de la mesa de un soberano; esta anécdota así nos lo confirma:

Al emperador Federico III, cuando visitó Venecia en el 1468, le fue ofrecido un vaso de vidrio de gran belleza por el Dux y el Senado. Éste, después de alabar su belleza y perfección, como por descuido lo dejó caer. Lamentó el incidente y al inclinarse a recoger los trozos comentó: “Ahí tenéis en qué aventajan los vasos de oro y plata a los de vidrio; por muy bellos que sean éstos, hasta sus pedazos tienen valor”. Tomaron buena nota de esto los nobles venecianos y a partir de ese día sólo le fueron presentados vasos de oro.

En el siglo XVI aparecen los primeros vidrios alemanes, pero básicamente como objetos prácticos. A finales del XVI aparecen las famosas vidrieras de Bohemia y en el XVII el cristal inglés eclipsó al de Bohemia como éste lo había hecho antes con el de Venecia. El apogeo de la industria vidriera en España se sitúa en el siglo XVI.

A la mesa

En una mesa elegante debe de haber, por lo menos cuatro copas: una más grande para el agua, otra de menor tamaño para el vino tinto, y otra de color verde o roja para el vino blanco, y otra especial para el champaña. La ubicación de las copas es el lado derecho, en ubicación y gusto de la dueña de casa… lo ideal sería, sobre la diagonal superior derecha a partir del posaplatos, alejándose en forma oblicua, hacia atrás: la del agua, la de vino tinto, la de vino blanco, si se coloca la de champaña se la pondrá fuera de la línea y ocupará la espalda izquierda de la copa de vino tinto. La copa de jerez, que se trae con el consomé, se coloca delante de la de agua, hacia el comensal.

Podemos también hacer una comida estupenda, con sólo dos copas, o sea la copa de agua y la copa de champaña. Si fuera así lógicamente tendrá que ser un champaña de la mejor calidad, y de gusto Brut exclusivamente. Pero personalmente nada me gusta más que colocar todas las copas a la mesa.

Copas de color

Cuento el origen de las copas de color. En Alemania el vino blanco era tan claro como el agua. Entonces se fabricaron copas de color verde, rojo, amarillo, violeta, morado, etc.

En el siglo XX, las famosas manufacturas de Baccarat en Francia fabricaron copas de colores igual que en Alemania. Con el tiempo esto quedó en desuso, y sólo quedaron la copa verde y la roja, para todo el resto del mundo. Sólo Alemania, continuó con la variedad de todos los colores.

Como vemos, la civilización ha puesto en nuestras manos el frágil cristal, ya no existen más cálices de oro ni de plata, que tanto le gustaban al emperador Federico III, entonces debemos de saber que una copa no se choca, la copa se levanta a la altura de la frente, y con un suave movimiento de la muñeca de la mano nos permitirá beber, sin mirar al cielo, la cabeza derecha, y con una sonrisa será suficiente.

La copa se toma de la parte alta, jamás del pie. Un cocinero la toma del pie porque tiene que batir el vino para sentirle el aroma, para incorporarlo a la preparación. Pero a la mesa, somos damas y caballeros así que la copa la tomamos de la parte alta no del pie.

• Especialista en protocolo, cortesía y buenos modales.

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