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El Corazón de Chile en México

Nueva imagen de Viña Tarapacá

Con una superficie de aproximadamente cuatro mil kilómetros cuadrados y situada al suroeste de América del Sur, se encuentra la enigmática Chile, país que en el siglo XVII despertó en el mundo entero su gran pasión por una extraordinaria producción vitivinícola.

Sus fronteras lo definen como un país largo y angosto y las versiones sobre el origen de su nombre son diversas, sin embargo la que más llama la atención es la relatada por la figura intelectual chilena, el abate Molina, quien atribuye el significado de Chile a la palabra mapuche: trih o chi, con la que se llamaba a un pájaro que tenía unas manchas amarillas en sus alas.

Después de sortear dificultades y enfrentar los decretos reales que en 1620 el rey Felipe II enunció, Chile logró poco a poco, pero con solidez, posicionar en la década de los ochenta su producción vitivinícola al comercializar y exportar con gran éxito en los mercados europeos. La calidad de los vinos chilenos fue reconocida en ferias y concursos, cuando obtuvieron el “Grand Prix” de París en una muestra especializada en 1889.

El vino chileno, ha fortalecido —desde las últimas décadas del siglo XX— los lazos técnicos y comerciales con enólogos y viñedos franceses y estadounidenses, ganando en negociaciones y posicionamiento. Como resultado, muchos vinos chilenos han escalado posiciones hasta encontrarse entre los mejores del mundo. Los viñedos de Chile en donde se concentran las mejores producciones vitivinícolas, se encuentran en el Valle del Maipo, localidad donde emerge, Viña Tarapacá.

Siguiendo el curso del río Maipo, se encuentra la zona vitivinícola con mayor tradición de Chile: el Valle del Maipo. Lo encierran la Cordillera de los Andes y la Cordillera de la Costa, haciendo que el suelo tenga gran porosidad, textura arcillosa y un clima templado tipo Mediterráneo que hace de la región, una zona propicia para el cultivo de la vid.

Estas condiciones naturales permiten un manejo muy controlado del crecimiento de las vides y una madurez lenta de las uvas. Ahí nace Viña Tarapacá, bodega vitivinícola con una trayectoria de más de 130 años de experiencia, que a través del delicado proceso de elaboración —que combina tradición y tecnología—, da como resultado un exquisito vino de sabor y calidad internacional.

De calidad reconocida en todo el mundo, Viña Tarapacá presenta en México la nueva imagen de dos de sus vinos: Gran Tarapacá y León de Tarapacá. Ésta, es un reflejo de su distinción y calidad; mostrando las cualidades particulares de cada vino.

Gran Tarapacá proviene de una selecta cepa de uvas que se deja reposar durante seis meses en barricas de roble francés, enriqueciendo los aromas que trae la fruta del viñedo con una ligera mezcla de flores y madera. Por su parte, León de Tarapacá es una línea de vinos jóvenes, donde predomina el dulzor, la fruta aromática liviana y una redondez excepcional, características de la uva que le da su origen.

Revista Protocolo

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