Internacional

África, un genio original

La materia gris africana existe. Un ejemplo, la pompa hidráulica del profesor Lamine Camara de Guinea, quien tiene un palmarés impresionante: medalla de oro en el Salón internacional de inventos de Ginebra (Suiza) y medalla de oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual en 1998, medalla de oro en el Salón Eureka de Bruselas (Bélgica) en 2000 y Gran Premio del Salón Africano para la Invención y la Innovación de Libreville (Gabón) en 2002. El principio de su invento: una presión de un kilo es suficiente para levantar 10 litros de agua, frente a dos y tres kilos para levantar cinco litros con las pompas clásicas. Un invento revolucionario que sin embargo no ha encontrado todavía inversionistas públicos o privados para su desarrollo en África.

Otro ejemplo es el horno solar del profesor Abdoulaye Touré de Senegal, un proyecto ingenioso de utilización de energías renovables y de protección del medio ambiente, y entre tres y cuatro veces más barato que las cocinas clásicas, realizable in situ y sin necesidad de combustible. Además, su temperatura puede alcanzar más de 200 grados. El Sol se convierte así en un aliado de toda la zona del Sahel. La iniciativa ha sido apoyada por el gobierno, que ha trasladado al profesor de su puesto en la enseñanza pública al desarrollo de acciones de concienciación y de formación sobre el terreno.

En el reino de la economía informal

Más allá de los buscavidas, en África existe una legión de pequeños y grandes emprendedores. Para comprender mejor la vitalidad organizativa de un continente en movimiento, es necesario adentrarse en la economía informal, que representa el 80 por ciento de la economía de numerosos países, como Malí o Senegal. Un teléfono móvil de segunda mano y algunas tarjetas prepago, y ya existe un operador de telecomunicaciones. De manera más general, los negocios de todo tipo y a cualquier nivel forman muy a menudo el tejido económico nacional básico. Pequeños empresarios a los que ningún banco clásico quiere ayudar, encuentran una respuesta a sus necesidades en instituciones de la microfinanza, que en la mayoría de casos son iniciativa de comunidades locales, a su vez creadas con el apoyo de agencias de cooperación y de organizaciones no gubernamentales internacionales.

La obtención de fondos también puede hacerse de manera informal, mediante lo que los africanos francófonos llaman «tontines», un sistema de ahorro inventado en el siglo XVII por el banquero italiano Lorenzo Tonti, que fue perfeccionado en el continente. En África, este sistema es un fondo común periódico (generalmente mensual) en el que cada participante espera su turno para recuperar la totalidad de la suma recogida. En Europa, este producto financiero, utilizado como inversión de seguro de vida, prevé un periodo de 20 años tras los cuales los cotizantes, todavía en vida, se reparten los beneficios obtenidos.

La diáspora, una fantástica fuerza constructiva

La «tontine» en versión africana es un medio fácil de generar un pequeño capital que la diáspora ha conservado. De hecho, la diáspora desempeña un papel clave en la aportación de capital a sus países de origen. Y los gobiernos lo saben. Malí, por ejemplo, ha creado un ministerio de malíes en el extranjero. Y sus transferencias de capital son una de las principales fuentes económicas del país.

La movilización de la diáspora, enmarcada o no por el Estado, puede ser una fantástica fuerza constructiva. La Universidad de Montagnes de Camerún y sus formaciones en medicina, farmacia o ciencias y tecnología, se financian en su totalidad por los camerunenses en el extranjero.

Aunque la educación es una prioridad para todos los estados, el saber no es sólo escolar. En el caso de África, es ancestral. La medicina tradicional es uno de los ejemplos más vibrantes. Burkina Faso le ha dedicado incluso un espacio, el Salón Internacional de Remedios Naturales Africanos, cuya última cita se celebró en 2004 en Ouagadougou. Remedios del pasado para males de hoy. Las «traditerapias» son una solución alternativa a la ciencia poco onerosa. Hepatitis, disentería, paludismo, enfermedades causadas por el sida. La medicina natural puede curar un amplio abanico de patologías.

Valores ancestrales

Algunas plantas tienen secretos que las empresas farmacéuticas ansían conocer. Como las virtudes del cactus hoodia, que los bushmen de Sudáfrica han consumido siempre para evitar el hambre y la sed durante sus largos periodos de caza. El laboratorio inglés Phytopharm ha extraído de ella un tratamiento contra la obesidad.

África tiene mucho que enseñar al resto del mundo, también culturalmente. El ubuntu es un ejemplo. Este concepto tradicional, pilar de la nueva Sudáfrica, es una palabra zulú, que podría traducirse como «la humanidad hacia los demás», un sinónimo de apertura y de tolerancia. Gracias a este valor ancestral, el país del «arco iris» ha podido superar el traumatismo del apartheid.

Numerosos países del continente han comprendido la importancia de la tradición y su utilidad contemporánea. Así, las autoridades de Ghana reconocen que no pueden funcionar sin los jefes tradicionales en los municipios. La autoridad natural de estas poderosas figuras es además un preciado intermediario en acciones de concienciación sanitaria.

Además, las tradiciones africanas muestran a veces una universalidad poco frecuente. Sundiata Keita, el más ilustre de los reyes mandingos, indicaba en el siglo XIII, en la Carta de Kuruhan-Fouga, que las mujeres debían estar asociadas a todos los gobiernos. El texto, cuyo espíritu se ha perpetuado, invitaba a todos los seres del reino a no ofender nunca a las mujeres, porque «son nuestras madres».

Fuente: revista Label France, artículo escrito por David Cadasse.

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