Internacional

De guerra comercial tecnológica a guerra de diplomacia científica

La autora comparte con Protocolo la situación que actualmente viven y enfrentan China y EEUU a raíz del COVID-19 y con ello, repasa los distintos tipos de diplomacia que se manejan en los protocolos internacionales

Aribel Contreras Suárez*

Ciudad de México, 24 de abril de 2020.— Comencemos con tres conceptos relevantes para después pasar al epicentro de la situación. En primer lugar, debemos entender que la diplomaciaes el arte en que cada país lleva sus relaciones exteriores. Existen diversas definiciones pero no entraremos en detalles.

Se tiene conocimiento que la diplomacia existe desde la antigua Grecia, ya que se dice que en dicha época existía una figura —keryke— que pudiera facilitar la solución a conflictos de diversas índoles. También se sabe que la diplomacia, por siglos, fue de carácter ambulante. Es decir, que se trataba de una diplomacia realizada a través de representantes específicos que desempeñaban su actividad en un país por un tiempo determinado, hasta concluir el proyecto para el cual se le envió. A partir de la Edad Media, se ve que es la Iglesia católica quien comienza a enviar misiones diplomáticas temporales ante los soberanos para adoctrinar y para expandir su poder político. Más tarde, esta práctica se transformaría en la conformación de nunciaturas apostólicas acreditadas ante las cortes y los monarcas católicos. Esta práctica aún prevalece por parte de la Santa Sede y se les sigue llamando nunciaturas.

A partir del siglo XV se visualizó la necesidad de que dichas misiones o representantes tuvieran un carácter más permanente por lo que en aquella época, las relaciones políticas entre los reinos empezaron a construir una nueva diplomacia donde Venecia fue pionera a través del establecimiento de misiones en Roma y Constantinopla. A sus embajadores, se les denominaba oratores ya que cumplían con funciones de mantener la ética cristiana y, por ende, de ser el enlace entre el pueblo y las doctrinas de Dios.

Hoy en día, el mundo cuenta con cuatro mil 849 embajadas, mil 887 consulados y 373 misiones permanentes, según datos del Índice de Diplomacia Global. De acuerdo con este índice, China ocupa el primer lugar en cuanto presencia en el mundo contando con 169 embajadas, 96 consulados y ocho misiones permanentes. Mientras que Estados Unidos está en la segunda posición con 168 embajadas, 88 consulados y nueve misiones permanentes.

En segundo lugar, tengamos presente a la medicina que es “el conjunto de conocimientos, aptitudes y prácticas basados en teorías, creencias y experiencias indígenas de las diferentes culturas, sean o no explicables, usados para el mantenimiento de la salud, así como para la prevención, el diagnóstico, la mejora o el tratamiento de enfermedades físicas o mentales”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Y en tercer lugar, pongamos a la ciencia, la cual es el conjunto de conocimientos que se tiene sobre el mundo. El término viene del latín scire que significa el arte de saber.

Si fusionamos estos tres elementos, hasta antes del año 2020, tal vez no tendría sentido. Pero a partir de la COVID-19, la cual —según la OMS— es la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente, esto adquiere una nueva dimensión ya que ha afectado a más de dos millones 285 mil personas y ha causado más de 155 mil decesos. Una vez que el epicentro ubicado en China, ahora tiene como nuevo epicentro a EEUU y de ser una epidemia, se convirtió en pandemia. Pareciera que la guerra comercial-tecnológica entre ambas naciones, hoy adquiere una nueva directriz: una nueva guerra de diplomacia científica pero pasando en el camino por una guerra de diplomacia médica.

Diplomacia médica

El término de diplomacia médica como tal no existe, al menos no encontré definición alguna en ningún diccionario de relaciones internacionales. Es importante considerar que el concepto se utiliza desde hace 70 años cuando los médicos cubanos comenzaron a viajar a diferentes países para aportar su conocimiento en diferentes especializaciones.

Hoy este concepto lo visualiza diferente. Mientras China hace uso de su diplomacia digital para informarle al mundo —a través de diferentes plataformas digitales— cómo está donando material a diversos países y cómo comparte la experiencia china para combatir dicha enfermedad y así fortalecer su posición como potencia; EEUU se encarga de echarle la culpa de la pandemia. El presidente Donald Trump insiste en que es un “virus chino” donde China lo exportó intencionalmente al mundo y varios analistas aún siguen argumentando que hay teorías conspirativas.

Sin embargo, vemos que China saldrá fortalecida en términos geopolíticos y geoeconómicos. Geopolíticos porque mediante una gran estrategia de poder suave le hace saber al mundo que este gigante asiático está donando material médico y compartiendo conocimiento. Y geoeconómicos porque, dada su zona de influencia, vemos cómo en un reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI), el área de Asia emergente y en desarrollo será la menos afectada por la pandemia. Según el FMI esta zona geoeconómica tendrá un crecimiento del 1 por ciento para este año y para el año 2021 será de un 8.5 por ciento.

Mientras que el resto del mundo tendrá tasas negativas para este año y menos del 5 por ciento para el año entrante. Esto se deriva también a que, a pesar de que su economía estuvo estancada y dejó a un lado la producción de mercancías por tres meses; ahora es China quien fabrica a toda velocidad gran parte del material y equipo médico que se requiere para contener esta pandemia.

En año electoral, el mandatario estadounidense pondrá en juego todo tipo de estrategias, no solo en cuanto a su comunicación política, sino que además, ha decidido aprovechar la situación de un correo que Taiwán mostró a los medios internacionales. Dicha comunicación muestra que, desde el 31 de diciembre de 2019, escribió a la OMS poniendo a su atención a siete casos de una neumonía atípica.

Lamentablemente el gobierno del país asiático argumentó que nunca recibió respuesta por parte del organismo multilateral, lo cual hoy pone en evidencia lo que Trump sustenta, que la Organización Mundial de la Salud minimizó al COVID-19 y no actuó como debería. Ya que, además de que la OMS negó dicha comunicación, no dimensionó la afectación mundial que este virus pudiera tener y se tardó mucho en anunciar que de epidemia pasábamos a una pandemia. Lo cual generó decisiones tardías por parte de los gobiernos. No se le puede ni debe echar la culpa de todo, pero sí es su responsabilidad velar por la salud mundial. De aquí, que es por eso que el presidente de EEUU haya decidido retirar todo apoyo financiero al organismo multilateral de salud. Así que ahora vemos cómo este organismo internacional abonará capital político para la reelección de Trump.

Varios países tuvieron que hacer una labor quirúrgica para trasladar a sus connacionales a sus países de origen. En el caso de México vemos cómo la cancillería, junto con los consulados y embajadas trasladaron a diez mil 157 mexicanos. También cómo ahora el rol de los diplomáticos se ha enfocado a tener información precisa de las medidas sanitarias del país para asesorar correctamente a los connacionales, a buscar proveedores de material y equipo médico necesario para enviarlo a sus países, a acelerar los procesos de visas para el envío de delegaciones médicas a otros países para ayudar a combatir la pandemia, y a darle un giro muy importante a la diplomacia médica.

Diplomacia científica

“La diplomacia científica es la parte de la actividad científica que tiene como objetivo la generación y promoción de la ciencia, la tecnología, y la innovación en el ámbito bilateral y multilateral para la solución de problemáticas globales.” En este caso en particular que estamos viviendo, pongo a su atención el tema de la investigación que EEUU anunció que ha abierto. Lo que pretende es justo retomar la información recibida de diplomáticos estadounidenses a su embajada en Pekín sobre una alerta en el año 2018. Dicha información se centra en que científicos diplomáticos de EEUU visitaron el Instituto de Virología de Wuhan en varias ocasiones y subrayaron cuatro temas: i) su preocupación por la debilidad en cuanto a la seguridad y gestión de dicho laboratorio; ii) consideraban que dicho laboratorio representaba un riesgo para una nueva pandemia ya que sus investigaciones se centraban en los coronavirus en murciélagos y su potencial de transmisión humana; iii) la escasez de investigadores y técnicos con la capacitación necesaria, y iv) si este laboratorio pudiera significar una amenaza de salud pública.

Así que esta es la puerta abierta donde EEUU investigará más a fondo de si el COVID-19 fue elaborado en el laboratorio, si salió de este instituto por falta de seguridad, o qué fue lo que exactamente sucedió, en lugar de la hipótesis de que el paciente cero surgió del mercado de animales vivos en Wuhan. Y de esta manera evidenciar el silencio del gobierno chino y poner como cómplice a la OMS.

Reflexiones finales

La semana pasada escribí en otro medio de comunicación que entre la diplomacia médica, la diplomacia científica y la diplomacia digital estarían EEUU y China los próximos meses. Por lo que los demás países buscarán que los resuciten a través de la cooperación y la solidaridad como vacunas para esta pandemia; pero de igual forma por la epidemia de la desinformación, de la confrontación y de la polarización en tiempos de urgencia por una verdadera unión y paz mundial.

Sin duda, veremos una nueva reconfiguración de esta segunda guerra fría —que he insistido durante hace mucho tiempo que es lo que vivimos— donde China seguirá contagiando a EEUU y viceversa. También veremos a ambos países haciendo uso de su diplomacia digital mientras los demás países intentarán salir de terapia intensiva para sanar las heridas del impacto económico a través de cirugías profundas o bien, con tratamientos paliativos a largo plazo.

El fin último de ambas naciones es probarle al mundo que el otro país fue el responsable de haber creado el virus donde ambas partes se defenderán y darán argumentos políticos donde lo único que debería prevalecer son los argumentos científicos.

(Colaboradora invitada)

* La autora es coordinadora de la Licenciatura en Negocios Globales de la Universidad Iberoamericana

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