Internacional

Elecciones 2020 EEUU: Panteras Negras vs. Tigres Blancos

Joe Biden ganará las elecciones 2020: Lichtman

Jeanette Becerra Acosta

El huracán Isaías y diluvios tropicales siembran terror y desesperanza a lo largo y ancho de la costa este de EEUU —de Florida a New Hampshire—; un número récord de más de 6.6 millones de desempleados; manifestaciones antirracistas, cada vez más violentas por la injerencia represiva del gobierno federal, y hasta el pasado 5 de agosto, las innegables cifras superiores a los casi cinco millones de contagiados de covid-19 y 156 mil muertos, auguran el fin del “sueño americano”y la debacle electoral de Donald Trump el próximo 3 de noviembre.

Allan Lichtman

Pese a su soberbia y arrogancia, es previsible imaginar que Trump sabe que camina en la cuerda floja hacia su tan ansiada reelección y por eso se atrevió a proponer la insólita y descabellada moción de aplazar las elecciones hasta que el pueblo pueda votar en las urnas y no por correo (a causa de la pandemia), y porque quiere conocer los resultados la misma noche del 3 de noviembre. De no ser así, dijo, “la elección 2020 será la más imprecisa, fraudulenta y una vergüenza para EEUU”.

Las cúpulas del poder en Washington reaccionaron indignadas, demócratas y republicanos por igual, con expresiones que fueron desde reafirmar que el país es “una democracia, no una dictadura”, hasta calificarlo de autoritario y racista. El líder republicano de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell por Kentucky, le respondió que la fecha de las elecciones, “está escrita en piedra” y los demócratas que controlan la Casa de Representantes reiteraron que ni siquiera el presidente tiene el poder para aplazar los comicios, pues no puede mutilar la Constitución para ajustarla a su medida para satisfacer sus caprichos personales.

La fecha para una elección nacional en Estados Unidos es fija, por ley, y solo puede cambiarse por ley. Este proceso para elegir a toda la Casa de Representantes y un tercio del Senado, así como al presidente, se realiza cada cuatro años, el primer martes después del primer lunes de noviembre. Eso por sí mismo hace que sea casi imposible retrasar una elección nacional. Paralelamente, la Constitución establece una fecha específica en la que el presidente en turno debe terminar su mandato.

“Según la vigésima enmienda, el mandato del presidente titular termina al mediodía del 20 de enero. No hay disposiciones legales que permitan que un presidente permanezca en el cargo después de esta fecha, incluso en el caso de una emergencia nacional, salvo la ratificación de una nueva enmienda constitucional”, especifica la Constitución.

Nunca, aun en los peores momentos de la historia como la Guerra Civil, la Pandemia Española de 1918, la II Guerra Mundial o el 9/11, se aplazó una elección nacional y si algo realmente terrible sucediera, por ejemplo, un ataque al país, como un ciberataque a las medidas de votación o un desastre natural de graves consecuencias, podría retrasarse, según expertos constitucionalistas.

Sin embargo, la fecha todavía tendría que ser cambiada por ley. Si se pudiese hacer, algo que es extremadamente improbable, la fecha no se puede retrasar durante mucho tiempo pues los votos deben contarse, los electores del Colegio Electoral ser seleccionados y sus votos registrados, y la Constitución dice que el presidente en ejercicio debe presentarse antes del 20 de enero.

La sugerencia de Trump, que está en una desventajosa posición entre las preferencias del electorado, pues su contrincante Joe Biden parece arrasará con los votos de las minorías, hispana, afroamericana y asiática; las mujeres y un número importante de electores jóvenes blancos entre los 18 y 35 años de edad, pronostican las encuestas, denota su desesperación de aferrase al poder e intenta a como dé lugar, manipular al electorado con la idea que votar por correo en vez de acudir a las urnas, atenta contra la ejemplar democracia del país, además de que será inexacta y quizá hasta fraudulenta.

“¿Por qué no retrasarlas hasta que las personas puedan votar de manera adecuada y segura?”. Incluso para él, la idea de posponer las elecciones fue una violación extraordinaria del decoro presidencial. Demuestra, entonces, su poco o nulo conocimiento de la historia del país ya que el artículo II de la Constitución, solo otorga facultades al Congreso para elegir la fecha de las elecciones generales, misma que fue promulgada por una ley federal en 1845. Para cambiar esa fecha, el Congreso debe promulgar una legislación, ser firmada por el presidente y quedar sujeta a impugnación en los tribunales.

Incluso si todo eso sucediera, no habría mucha flexibilidad para elegir una fecha alternativa para las elecciones: la Constitución establece que el nuevo Congreso debe tomar posesión el 3 de enero y que el mandato del nuevo presidente debe comenzar el 20 de enero a mediodía. De este modo, las fechas no se pueden cambiar simplemente con la aprobación de una legislación normal. Mientras tanto en Washington, se pasó de la consternación a una preocupación manifestada en diarios, programas de televisión y declaraciones de los poderosos y no tanto, de que si Trump pierde, no aceptará su derrota y podría encender una revuelta entre sus seguidores, “muy al estilo de las dictaduras latinoamericanas como las de Ortega en Nicaragua o la de Venezuela”.

Por si todo lo anterior fuera poco para Trump, el profesor de la American University, Allan Lichtman, famoso por sus exactas predicciones sobre quién ganará la Casa Blanca, sin equivocarse ni una sola vez desde 1984, apareció en el New York Times esta semana para emitir su veredicto para este año: “Joe Biden derrotará al presidente Trump”. Lichtman, que no cree en las encuestas pues “no estamos hablando de una carrera de caballos”, fue uno de los que afirmó en 2016 que Trump sería el próximo presidente, y también que podría afrontar un proceso de destitución o impeachment.

Aunque considera que será una elección muy cerrada y reconoce que hay factores extraordinarios que aún podrían alterar el resultado, su famoso sistema de “Las 13 claves para la Casa Blanca”, que desarrolló hace cuatro décadas con un científico ruso, experto en predecir terremotos, Vladimir Kellis Borok, Lichtman, también conocido como el “Nostradamus” de las elecciones presidenciales, investigó y documentó cada elección de 1860 a 1980. Y así llegó a notables conclusiones.

En lugar de una entrevista, el diario neoyorquino lo presentó por escrito en unos cuantos párrafos y publicó un video donde el profesor explica paso a paso las 13 claves que le han permitido afirmar sin titubeos quién será el próximo presidente. Su sistema incluye factores como la titularidad, las cifras económicas a largo y corto plazo, los disturbios sociales y los escándalos, así como el carisma personal de los candidatos.

Su experiencia y dedicación en un profundo análisis de los candidatos involucrados y en su gobierno, si es que va por la reelección, deriva en que uno de ellos obtenga siete de las 13 claves que en 2020 favorecen a Biden y seis a Trump, otorgando al candidato demócrata la más mínima ventaja para la victoria. En cuanto al actual mandatario, resaltan seis claves a su favor: es el titular, no se enfrenta a ningún tercero serio o retador primario republicano; ha hecho grandes cambios de política y evitado cualquier falla militar crucial en el extranjero, y se enfrenta a un oponente que considera “poco carismático”.

Pero también opina que Biden tiene importantes ventajas, especialmente a la luz de la pandemia del covid-19 y del movimiento nacional de protestas contra la brutalidad policial y el racismo sistemático. El malestar social, el colapso económico actual y el ocultamiento de las ganancias económicas de Trump por la pandemia influyen en la victoria de Biden, agrega. La constante ola de escándalos durante la presidencia de Trump (mujeres que lo denunciaron por intentar sobornarlas respecto a sus aventuras extramaritales o su terquedad en no ser transparente en relación al pago de impuestos), también hace que sea más probable que Biden prevalezca.

Otra ventaja para Biden, en su análisis, es que los demócratas obtuvieron avances en las elecciones intermedias de 2018 cuando recuperaron la Casa de Representantes, y a diferencia de la opinión de un buen número de estadounidenses, Lichtman no cuenta a Trump como un “titular carismático”, argumentando que apela a una base de votantes estrecha, lo que le da otro punto a Biden. “Los electores no se dejan llevar por encuestas, votan pragmáticamente con base en qué tan efectivo fue gobernando al país.”

Señala en el video del Times que “hay fuerzas en juego fuera de los cayos”, específicamente la supresión de votantes y la intromisión rusa en las elecciones. Cabe destacar que semanas antes de las elecciones de 2016, su sistema clave le dio a Trump una ligera ventaja sobre Hillary Clinton, incluso cuando la mayoría de las encuestas la mostraban con una ventaja dominante. Explicó que factores que incluyen la carrera de Gary Johnson como tercer partido, los fracasos de los demócratas en las elecciones de mitad de periodo y el hecho que el presidente en funciones, Barack Obama, no estaba en la contienda, la candidatura de Trump hizo de 2016 “la elección más difícil de evaluar” desde que comenzó sus predicciones.

Su primer acierto viene desde la victoria de reelección de Ronald Reagan en 1984. En 2000, predijo que Al Gore ganaría las elecciones y de hecho, Gore ganó el voto popular, pero perdió la presidencia ante George W. Bush después que la Corte Suprema dictaminó detener el recuento de los votos electorales de Florida por cinco votos contra cuatro, casualmente gracias al voto de la victoria que emitió el juez afroamericano Clarence Thomas, que le debía su puesto en el más alto tribunal de la nación a su padre George H. Bush. Quizá por eso, Lichtman aún defiende la validez de su predicción.

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