México

Falta desarrollar en México conocimiento y tecnología contra tornados

Tornados, fenómenos naturales potencialmente desastrosos

Imagen del tornado registrado en el Zócalo de la ciudad de México el 1 de junio de 2012, alcanzó una velocidad de 217 kilómetros por hora en su punto más alto. Foto: WebcamsdeMéxicoDe los 252 tornados registrados de 2000 a 2014 en México —un promedio de 18 al año—, el del pasado 25 de mayo en Ciudad Acuña, Coahuila, ha sido el más mortal, con 14 personas fallecidas, 290 lesionadas y daños a 750 casas. Este fenómeno natural, pese a formar parte de la vida del planeta como los huracanes, inundaciones y sismos, ha sido muy poco estudiado en nuestro país.

Este rezago se encuentra en el desarrollo de metodología científica y de tecnología, así como en la creación de una base de datos, lo cual representa un problema porque un tornado, a diferencia de un huracán, por ejemplo, es difícil de anticipar tal y como ocurre con un sismo, lo importante entonces es saber qué tan vulnerables somos ante eventos de este tipo, y por vulnerabilidad se debe entender qué tan preparados estamos ante ello.

A partir de lo anterior, el investigador Jesús Manuel Macías Medrano, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), asegura que en México existe una alta vulnerabilidad, lo que hace necesario desarrollar conocimiento y tecnología con el objetivo de diseñar protocolos de alertamiento y elaborar planes de protección civil para atender emergencias —construir refugios—, y con ello disminuir los desastres.

Aunque en todo el país se registran tornados, es en el centro donde se encuentra la más alta incidencia: Hidalgo, Tlaxcala, Estado de México y parte de Veracruz. También ocurren en el sur y norte de Tamaulipas, así como en Coahuila y Chihuahua. El 1 de junio de 2012 un tornado pasó por el Zócalo de la ciudad de México con una velocidad de 217 kilómetros por hora.

¿Qué es un tornado?

El tornado es un fenómeno meteorológico que se produce por una rotación de aire de gran intensidad y de poca extensión horizontal, que se prolonga desde la base de una nube madre, conocida como Cumulunimbus. La base de esta nube se encuentra a altitudes por debajo de los dos kilómetros y se caracteriza por su gran desarrollo vertical, en donde su tope alcanza unos diez kilómetros de altura hasta la superficie de la tierra o cerca de ella. Se producen en conexión con líneas de inestabilidad —grupos de nubes de tormenta organizadas en líneas; se hacen acompañar de fuertes vientos, chaparrones, descargas eléctricas y a veces granizo— y frentes.

La velocidad del viento ha llegado a ser en algunos casos por arriba de los 500 kilómetros por hora; el diámetro promedio es de 250 metros, oscilando entre los 100 metros y un kilómetro. La vida de los tornados puede ir de unos pocos minutos a algunas horas, en casos muy excepcionales.

Para poner en perspectiva la importancia del estudio de los tornados, el investigador Macías Medrano refiere que Estados Unidos tiene el mayor desarrollo tecnológico y científico para estudiar estos fenómenos, “sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial cuando se multiplicó el uso de radares Doppler y sus meteorólogos empezaron a desarrollar mucha investigación sobre tornados por la gran cantidad de daños y pérdidas que ocasionaban, por tal motivo tuvieron la necesidad de conocerlos”. En promedio, en dicho país se presentan entre 900 y mil tornados al año, lo que lo coloca en el primer lugar en ese rubro en el mundo.

Los de micro y mesoescala

Se reconocen dos tipos de tornados, los superceldas, que son muy fuertes, los más dañinos, mortales, de velocidades de viento mayores a los 200 kilómetros por hora, y otros que se consideran débiles, denominados no-supercelda o no mesociclónicos.

La mayoría de los tornados que se registran en México y Estados Unidos son de los llamados no-supercelda, sin embargo el ocurrido en Ciudad Acuña, en Coahuila, alcanzó la categoría EF4, como el que tuvo lugar en Piedras Negras, en 2007, categorizado EF3.

La Escala Fujita Mejorada (EF) es una escala de seis niveles —que va de la EF0 a la EF5— que permite calcular la velocidad del viento de un tornado tomando en cuenta los daños que haya causado.

“Los tornados supercelda se analizan muy bien con los radares, se pueden identificar sus rasgos o las variables meteorológicas que lo acompañan como velocidad y dirección del viento, temperatura, presión, entre otras características. Hay que aclarar que no todos los cúmulos de nubes producen tornados pues se tienen que dar otras coincidencias como vorticidad horizontal, que es el arremolinamiento en sí”, explicó el también coordinador de la Comisión Interinstitucional para el Análisis de Tornados y Tormentas Severas (CIATTS).

Con ayuda del radar se puede definir con más certeza si se está formando un tornado o si se están presentando las condiciones para que se forme, de esta manera se puede contar con un margen de 20-25 minutos de anticipación para actuar ante una eventual situación de riesgo. En cambio, los tornados no-supercelda son más difíciles de seguir porque todavía los radares meteorológicos no los alcanzan a identificar, por ello si se observa uno y se estudian ciertas variables de la atmósfera se estaría en posibilidades de anticipar su formación.

La configuración de un tornado es más rápida que la de un huracán, pues mientras éste es un fenómeno de enormes dimensiones en su ciclón —que pueden ser kilómetros—, razón por la cual son observables por satélite y permite conocer su localización en los océanos siendo esto un indicador de su trayectoria, no es el caso de los tornados, que son eventos más pequeños de dimensión y la tecnología para identificar los supercelda —que son los identificables— apenas da una anticipación de algunas horas, en el mejor de los escenarios.

El estudio de los tornados, desde las universidades

Para el doctor Macías Medrano, el plano ideal de investigación es desarrollar la ciencia meteorológica para profundizar en el estudio de micro y mesoescala, estudio que, opinó, debe hacerse en las universidades y centros de investigación ya que en la actualidad existe un pobre desarrollo en el área.

A la par se hace necesario la construcción de radares en México, puesto que los que se utilizan se compraron en el extranjero a un alto costo y resulta aún más elevado si llegan a descomponerse pues las refacciones son igualmente caras. “Nosotros hicimos investigación al respecto en el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (Cecade) y corroboramos que podemos fabricarlos aquí.”

El especialista en desastres destacó que el hecho de que se reconozca a Estados Unidos como el lugar donde hay mayor propensión a tornados en el mundo, obedece a que justamente se ha desarrollado conocimiento, tecnología y base de datos. En México se están llevando registros de este fenómeno desde hace 15 años, así como en Argentina, donde la investigación comenzó en los años setenta del siglo pasado, debido también a la alta incidencia de tornados. En Brasil, donde también ocurren con frecuencia, así como en Colombia, Perú y Costa Rica, se está empezando a estudiarlos.

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