Tecnología

Emprenden el vuelo en el Tec de Monterrey

Profesores y alumnos desarrollan un avión de pilotaje automático

Emprenden el vuelo en el Tec de Monterrey.
Foto: ITESM

Los aviones son ya parte esencial de la panorámica aérea, incluso a su peculiar estruendo se ha acostumbrado el oído. Pero por más ordinarios que nos parezcan, prácticamente desde su inicio estos aparatos se han lanzado a una carrera interminable de innovación.

A pesar de que México no es reconocido por tener una industria aeronáutica de punta consolidada, existen esfuerzos que hacen pensar que es posible establecerla.

Uno de ellos es la obtención del avión de pilotaje automático desarrollado por profesores y alumnos de posgrado del Tecnológico de Monterrey Campus Monterrey, cuyas aplicaciones útiles van desde la fumigación remota, la vigilancia costera y la evaluación de escenarios de desastre, hasta el monitoreo urbano.

De hecho, los investigadores involucrados en el desarrollo de la aeronave, los doctores Arturo Galván Rodríguez, de la División de Mecatrónica y Tecnologías de Información, y Aldo Díaz Prado, adscrito a la cátedra de BioMEMS, así como del ingeniero Alejandro Escárpita, alumno del doctorado en Ciencias de Ingeniería, decidieron crear la empresa, Aerovantech, SA de CV, e incorporarla a la Incubadora de Empresas del Tecnológico de Monterrey a fin de consolidar y, eventualmente, comercializar su producto.

Después de probar varios prototipos, los desarrolladores pasaron a la etapa actual de fabricación del primer avión comercial de gran alcance y autonomía denominado Beta1. “El año pasado arrancamos las actividades de la empresa e hicimos los primeros prototipos a través de prueba y error; más tarde buscamos nuevas adaptaciones hasta que demostramos que nuestro aparato volaba y podía mantenerse en el aire por un periodo largo de tiempo”, mencionó Díaz Prado.

Las dimensiones del Beta1 alcanzan los tres metros de longitud, cinco metros de envergadura y 85 centímetros de altura; y tiene un peso aproximado de 95 kilogramos al despegue, incluyendo el combustible. El armatoste supera en velocidad los 200 kilómetros por hora y se mantiene en un recorrido máximo de mil 500 kilómetros.

Otras características de la aeronave creada en el Tecnológico de Monterrey es que ocupa una pista mínima de despegue, pues se estableció como distancia de arranque la longitud de una cancha de futbol. Cuenta con dos motores, redundancia electrónica y mecánica, y paracaídas balístico con despliegue automático si la computadora detecta una anomalía de comunicación o parámetros de vuelo.

De acuerdo con los emprendedores, existe un mercado competitivo para este tipo de invenciones, pero lejos de sentirse presionados están seguros de poder continuar con éxito en el proyecto. “Hemos demostrado las capacidades del producto y creamos una empresa formal con presencia jurídica, que ha adquirido capital intelectual y financiero para poder ser sustentable. Tenemos fuertes inversionistas y entramos al mercado con mucha competitividad”, detalló Díaz Prado.

El investigador dijo sentirse orgulloso de formar parte de una empresa creada por profesores y alumnos del Tecnológico de Monterrey. “Gran parte de este logro se debe al apoyo del Centro de Innovación y Transferencia de Tecnología (CIT2)”, afirmó.

“Esto puede servir como un antecedente que demuestre la factibilidad de sacar las empresas con un trabajo conjunto entre profesores y alumnos, y así llevarlas a un nivel de comercialización. Cuando se tiene el espíritu emprendedor, se puede incursionar en el desarrollo tecnológico y encontrar los mecanismos de apoyo necesarios para el éxito”, concluyó. (Agencia ID)

Revista Protocolo

Países que nos están viendo

ALIANZAS