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Real de Catorce, de “pueblo fantasma” a Pueblo Mágico

Con el descubrimiento de minas de plata en el siglo XVIII comienza la importancia de esta población potosina

Caminos a base de piedra en Real de Catorce
Caminos a base de piedra en Real de Catorce

Si a usted le preguntan por el pueblo Real de Minas de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce, probablemente su cara será de molestia o incredulidad, pues difícilmente pensará de la existencia de una población con un nombre tan extenso y casi imposible de pronunciar. Pero si a usted le preguntan simplemente por el poblado de Real de Catorce, seguramente le dirá algo y si sabe de geografía, mandará inmediatamente a su cuestionador al estado de San Luis Potosí.

Y es que este Pueblo Mágico de México denominado así por la Secretaría de Turismo desde 2001, fue la población minera de plata más importante del estado potosino, ubicada en la Sierra de Catorce, que carga con una historia de trabajo desde que se descubrió en el siglo XVIII, donde se invirtieron esfuerzos inimaginables y mano de obra humana para llegar a él con facilidad y con ello poder laborar en las minas y obtener el prestigiado metal.

Con el paso del tiempo, el recurso platero fue acabándose y con ello la actividad minera, por lo que empezó a quedar abandonado y ser llamado “pueblo fantasma”. Pero con el paso del tiempo, volvió a la vida…

Con una arquitectura colonial que aún conserva su esencia y según investigadores, desde esa época no se le ha tenido que hacer modificaciones ni reestructuraciones, tiene entre sus atractivos la Parroquia de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de estilo neoclásico de piedra a base de cantera. Año con año, devotos de todo el mundo de San Francisco de Asís, acuden a ella a cumplir sus mandas, pues es el santo que se venera.

Destacan también la Capilla de Guadalupe, que encierra tesoros pictóricos religiosos del siglo XVII. Así como la plaza de toros y el palenque, ambos de cantera rosa, de los que se sabe que desde su construcción hasta nuestros días han sido pocos los arreglos y reestructuraciones que se les han hecho.

Es una de las pocas poblaciones de México en donde los habitantes conservan tradiciones a punto de perderse, como la celebración real del Día de Muertos el 1 y 2 de noviembre, durante la cual familiares de difuntos acuden a los panteones a llevar comida a sus muertos y con ello, armar una emotiva fiesta a base de cantos que dura toda la noche. También la realización anual de la pasión de Cristo en Semana Santa.

El atractivo principal es la espectacular vista desde la alta montaña a todo el valle, desde donde puede apreciarse el desierto, la región de los indígenas huicholes Wirikuta, sitio en donde los habitantes descendientes en su mayoría de los fundadores, guardan rituales como la adoración a los dioses por medio de peregrinaciones y agricultura. Así como la vestimenta tradicional huichol.

También las diferentes minas que rodean a esta población, pese a que ya no producen el metal, pues quedó completamente agotado, no dejan de tener un atractivo visual con la cantidad de águilas de diferentes especies que aprovecharon lo vacío del lugar para anidar. Otras más se utilizan para la práctica de deportes extremos, especialmente aquellos que tienen que ver con escalada.

Actualmente, Real de Catorce junto con la capital potosina, son los dos lugares en donde el turismo anualmente deja una derrama económica importante para el estado de San Luis Potosí.

Por esas razones que bien valdría la pena experimentar, Real de Catorce pasó de ser “pueblo fantasma” para convertirse en un Pueblo Mágico.

Revista Protocolo

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