Protocolo 36 - page 30

Entrevista
/
Interview
“Quieran a México, si no lo pueden querer, no pueden querer ni a Líba-
no”, es el mensaje que el arzobispo Antonio Chedraui Tannous, líder
de la Iglesia Apostólica Ortodoxa en México, profesa a sus feligreses.
En entrevista con
Protocolo
, el arzobispo nacido en Trípoli, Líbano, y
quien en 1994 obtuvo la nacionalidad mexicana, asegura que el men-
saje para sus seguidores religiosos —conformados principalmente por
una nutrida comunidad libanesa asentada en México— es siempre el
mismo: “Primero sean mexicanos, trabajen para México e inviertan en
México, y ya después, si quieren, ayuden a Líbano.” Aunque sostuvo
que “gracias a Dios, Líbano nunca ha sido limosnero, ni ha esperado la
ayuda de otros”, se ha levantado solo por la fortaleza de su gente.
El reconocido líder religioso sostiene que adquirió la nacionalidad
mexicana por su propia voluntad y afirma: “yo la escogí, con todo el
orgullo que puede tener un ser humano”.
V
alores
cristianos
y humanos
Chedraui Tannous llegó a México el 28 de diciembre de 1966. Desde
ese entonces, fue consagrado obispo y recibió el nombramiento de
vicario patriarcal para México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe
de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa de Antioquía.
Desde la sede en la Catedral de San Jorge, ubicada en la colonia
Roma Sur de la ciudad de México, el arzobispo Antonio Chedraui lleva
una estrecha relación con los sectores políticos y sociales más impor-
tantes de México.
Chedraui, quien es licenciado en teología por la Universidad de
Atenas, dio un mensaje en el que enfatizó los valores cristianos y
humanos, y aseguró que los clérigos son “ciudadanos antes de ser
clérigos” por lo que tienen el derecho a expresarse; la vocación de
la iglesia en el mundo es decir la verdad. Al respecto, reiteró: “Yo
estoy a favor de que quien comete un delito debe ser castigado
con todo el rigor de la ley, ya sea clérigo o laico. Estamos viendo lo
que pasa en la sociedad, por eso debemos exigir que siempre se
cumpla la ley, desafortunadamente —acotó—, aunque se imponen
leyes más fuertes y aumentan los castigos, esto no sirve porque,
desagraciadamente, no se aplica la ley”.
El arzobispo Chedraui, quien también ha manifestado la oposición de
la iglesia a la “legalización de los matrimonios del mismo sexo”, y, sobre
todo, a la autorización de que estas parejas adopten niños, aseguró
que “ya es suficiente de estar tratando de atacar a la iglesia, y pidió no
olvidar que ésta es una parte de la sociedad, y que si esta última es
corrupta, seguirán surgiendo dentro de ella elementos corruptos, pero
no por ello se debe de culpar de todo a la iglesia”.
L
a
fuerza
libanesa
Después de ocupar diversos cargos en la Iglesia Ortodoxa Antioque-
na, tanto en Trípoli, en Damasco y en Monte Líbano, Antonio Chedraui
Tannous fue asignado a México y desde su llegada, como él mismo lo
afirma: “he estado luchando a favor de la sociedad mexicana y tratan-
do de fortalecer los lazos entre México y el Líbano”. Durante estos casi
44 años considera que ha logrado establecer muy buenas relaciones
con la mayoría de los embajadores de Líbano en México. “Nos han
ayudado tanto en el Líbano como en otros países árabes para poder
cumplir con nuestra misión.”
Al preguntarle cómo ayudan los libaneses a la reconstrucción de
Líbano después de la guerra civil y los conflictos con Israel, reflexivo,
el arzobispo respondió: “Cada libanés es consciente que tiene que
reconstruir su país.” Y como ejemplo citó que durante la guerra civil
su hermano, a pesar de los bombardeos, fue a ayudar a reconstruir
un edificio y aunque en ese entonces el arzobispo Chedraui tuvo la
posibilidad de sacar a su hermano y a su familia de Líbano, ellos se
negaron a abandonar el país.
“Love México, because if you cannot love it, you can not even love Leba-
non”, is the message Archbishop Antonio Chedraui Tannous, leader of the
Apostolic Orthodox Church conveys to his congregation.
In an interview with Protocolo, the Archbishop born in Tripoli, Lebanon,
and who in 1994 obtained the Mexican citizenship, says the message to
his religious supporters, mainly the large Lebanese community settled in
México, is always the same: “First be Mexican, work for México and in-
vest in México, then, if you want, help Lebanon”.
Although he added that "thank God, Lebanon has never been a beggar,
nor expected help from others," it has risen only through the strength of
its people. The renowned religious leader explained that he acquired the
Mexican nationality by his own will and stated: "I made that decision as
proud as a human being can be”.
C
hristian
and
H
uman
V
alues
Chedraui Tannous arrived in Mexico on December 28, 1966. Since then,
he was consecrated bishop and appointed patriarchal vicar of the Ortho-
dox Catholic Church of Antioch, for Mexico, Venezuela, Central America
and the Caribbean
From St. George Cathedral’s headquarters located in la Colonia Roma
Sur in Mexico City, Archbishop Antonio Chedraui maintains a close rela-
tionship with the Mexican political and social sectors. Chedraui, who has
a degree in theology from the University of Athens, gave a message that
emphasized the human and Christian values, and said that the clergy
men are "citizens before clerics" and therefore have the right to express
themselves. The Church’s vocation in the world is telling the truth. In this
regard, he reiterated: "I agree that anyone who commits a crime should be
punished to the full extent of the law, whether he is a cleric or layman. We
are aware of what is happening in society at large, so therefore we should
always require full compliance with the law. Unfortunately -he said-, even
if laws and sanctions are imposed in the strongest fashions, this does not
work out because sadly the law is not applied”.
Archbishop Chedraui, also explained the church is against the legaliza-
tion of same-sex marriages, and especially, to the authorization of these
couples to adopt children, and added that "it is enough to be attacking the
church all the time”, and remained that at the same time, it should not
be forgotten that after all, “it is a part of society and that if the latter is
corrupt, corruptive elements will continue to emerge. Nevertheless, the
church must not me blamed for everything that happens.
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