Cultura

Estrenan Jesús en Hiroshima

Montaje escénico en homenaje a las víctimas de la bomba nuclear

Foto: R.M./Conaculta

Cuando de definiciones se trata, a Fernando Huerta Zamacona, fundador de la compañía Oni Baba Clown, le gusta optar por el misterio. A su agrupación la han llamado desde “un show de darketos”, pasando por “militantes de la danza gotic”, hasta “líderes del clown oscuro”.

Tras montar más de seis espectáculos donde los cuestionamientos acerca de la muerte y la naturaleza humana parecen ser la constante, además de ganar fama entre el público underground por sus participaciones en festivales como Macabro, Oni Baba Clown estrenó esta semana en el Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes de Conaculta la obra Jesús en Hiroshima, montaje en el que exploran nuevamente los límites del ser humano para sortear el sufrimiento y la locura.

Teniendo como escenario una clínica psiquiátrica ubicada en la ciudad japonesa que sufrió el ataque nuclear en 1945 por parte de Estados Unidos, la obra conjuga el teatro, la danza y el espectáculo multimedia, mostrando que entre las compañías mexicanas el significado de dramaturgia performática ha conquistado nuevas dimensiones a finales de la primera década del siglo XXI.

Un grupo de pacientes de un manicomio que hacen manifiestos sus delirios en el mundo físico, una reunión de ángeles que intentan salvar a las almas en pena de caer al inframundo y una banda de espíritus malignos liderados por la muerte que tratan de desencadenar el caos entre los hombres, son algunos de los personajes que integran el espectáculo, compuesto por cinco escenas que combinan la teatralidad y el trabajo coreográfico.

El director de la obra, dijo que la presencia de Jesucristo dentro de la trama, alude a los mártires que por una u otra razón han seguido sus pasos a causa de las guerras durante el siglo XX.

“Es una obra que se fundamenta en diversos aspectos de la cultura budista, así como en un análisis del espacio y los cuerpos como componentes esenciales para narrar una historia. Creo que muchas veces las palabras sobran y en la danza y la gestualidad se encuentran los elementos que más dramatismo aportan a un montaje.”

Dijo que otro aspecto de la obra presenta la lucha entre los espíritus de la violencia y los espíritus de la paz en el interior de cinco sobrevivientes del holocausto atómico japonés, centrándose en su lucha interior.

“En la obra se mezclan también el butoh-dance-performance y el teatro emergente, que reúne la música tradicional japonesa con fragmentos de la obra kabuki El Dojoji, una de las más famosas en esa corriente oriental. Cuando escribí el guión también me inspiré en la novela Lluvia negra, de Ibuse Masaje, creo que las imágenes que se desprenden de su literatura me inspiraron mucho”, dijo Zamacona.

Durante el espectáculo el público se sorprendió también por la iluminación que oscila entre la saturación y el claroscuro, mostrando una influencia cinematográfica.

El director de la compañía explicó que todo el diseño visual y la adaptación coreográfica la realizó tomando como base las composiciones del filme expresionista japonés Una página de locura, del cineasta Teinosuke Kinugasacuya, quien ha experimentado con los ambientes oscuros y las texturas que parecen salidas de un cuento ciberpunk.

Los miembros de la compañía perfeccionaron gran parte de sus movimientos, según explicó Zamacona, con todas las experiencias que adquirió durante las clases de danza emocional y clown que impartió a lo largo de tres años en un centro de salud mental.

“Fue una experiencia muy enriquecedora porque nos dio toda una nueva perspectiva sobre el mundo interior de las personas que sufren algún padecimiento mental. Creo que otro aspecto implícito en la obra son las experiencias personales de los pacientes de este centro que de alguna manera se reflejan en las caracterizaciones.”

Con movimientos entre la rapidez y algunas flexiones lentas que recuerdan el teatro japonés, los bailarines desarrollaron cada uno de los cinco actos en los que de manera implícita se representa una suerte de vía crucis donde un Cristo moderno parece alcanzar la iluminación al vencer a los emisarios del mal.

El público celebró el espectáculo con fuertes aplausos que se prolongaron por varios minutos en el Teatro Salvador Novo; el coreógrafo principal correspondió el entusiasmo con numerosos agradecimientos. “Ésta es una obra acerca de nosotros mismos y de esa lucha entre el bien y el mal que se suscita en nuestro interior a cada momento.”

Jesús en Hiroshima se presentará hasta el 21 de febrero de miércoles a viernes, a las 20:00 horas, sábados, a las 19:00 horas y los domingos a las 18:00 horas, en el Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes. Churubusco y Tlalpan, colonia Country Club.

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