Presentan a la músico húngara Boglarka Nagy, de las pocas ejecutantes del instrumento de aliento tarogato, con el que tocó los himnos nacionales de Hungría, México y la UE
Texto y fotografías: Luis Felipe Hernández Beltrán para la revista Protocolo Copyright©
Al momento de buscar información sobre Pal Kapenyes en las principales plataformas virtuales, todas remiten a un escultor húngaro nacionalizado mexicano, creador de importantes obras de arte pequeñas o monumentales bajo técnicas geométricas, mecánicas o multiformes, como El pueblo del sol, símbolo de Acapulco, Guerrero, que remite a siluetas de distintas personas dentro de un astro rey.
Sin embargo, así como Kepenyes ha tenido una vida exitosa de más de 60 años en el mundo del arte, su biografía tiene una parte triste poco contada: fue uno de los millones de ciudadanos húngaros que vivió en carne propia los estragos de la Segunda Guerra Mundial y en 1956, la revolución en su país natal.
Ahora ya como mexicano y con un perfecto y entendible idioma español, Kapenyes recibió, recientemente, un homenaje en la residencia del embajador de Hungría, Iván Medvecsky, acto en el que participó poniendo un arreglo floral y haciendo una guardia de honor en la escultura de su autoría que se encuentra a las afueras de la residencia húngara y que recuerda aquel pasaje triste para el país europeo.
Ese detalle, fue el número estelar de la fiesta nacional de Hungría en México, además de contar con la participación de la músico húngara Boglarka Nagy, quien con un tarogato, instrumento de aliento, interpretó la música de los himnos nacionales de Hungría, México y la Unión Europea (UE), al grado de recibir felicitaciones de algunos invitados.
Otro húngaro que se “llevó” la tarde, fue el chef Kristián Pagztor, quien a la vista de todos, elaboró pan de dulce con canela, alimento característico de Hungría, con el que se deleitaron el paladar los más de 200 asistentes, a la par de distintos bocadillos y bebidas.
