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Recuerda Embajada de Nicaragua a Rubén Darío

A 103 años de su fallecimiento, se realiza una emotiva ceremonia en el monumento al poeta nicaragüense en la colonia Polanco

Texto y fotografías: cortesía de Aidé Reynoso Castro

La Embajada de Nicaragua en México, por medio de su encargado de Negocios, Juan Carlos Gutiérrez Madrigal, rindió ayer, miércoles 6 de febrero, un homenaje a uno de los más emblemáticos poetas del modernismo en la lengua hispanoamericana: el poeta Rubén Darío, conocido como “Príncipe de las letras castellanas”.

Al acto, acudieron los embajadores en México de Jamaica, El Salvador, Guatemala, Irán, Bolivia, Colombia, Cuba, Costa de Marfil y la Delegación de Palestina, así como representantes de las embajadas de Serbia, Brasil, Estados Unidos y Tailandia; además del encargado de negocios de la República Árabe Saharaui Democrática, y personal de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México.

Con la colocación de una ofrenda floral por la conmemoración del tránsito a la inmortalidad, se rindió homenaje al poeta, periodista y diplomático, Rubén Darío, “Príncipe de las letras castellanas”, que nació un 18 de enero de 1867 en Metapa, Nicaragua, asiduo lector de El Quijote, Las mil y una noches, Los oficios de Cicerón, entre otros, era un hombre amante de la lectura y a sus 19 años escribió un libro de poemas, Azul, publicado en Valparaíso en 1888.

Hay que destacar que no solo transformó la forma de hacer poesía, sino que también destacó en otros géneros literarios como cuento y crónica.

Sus versos y su vida se estudian en las escuelas y su poesía se declama con solemnidad.

Rubén Darío, uno de los poetas más influyentes del pasado siglo XX, quien lideró una verdadera revolución en el mundo de las letras, vivió solo 49 años, falleció el 6 de febrero de 1916 en León, a 150 kilómetros de Managua.

La trascendencia de este nicaragüense singular tiene que ver con su obra literaria que transformó la poesía, sus obras tienen vigencia en la poesía hispanoamericana y hoy reunidos con una actitud fraterna honramos su memoria al padre del modernismo, al gran representante de la literatura hispana.

Una de sus citas más célebres.

Juventud, divino tesoro, / ¡ya te vas para no volver! / Cuando quiero llorar, no lloro… / y a veces lloro sin querer…

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