Te presentamos dos versiones del porqué se eligió este fruto para comerlo al iniciar un nuevo año
Por: Luis Felipe Hernández Beltrán
En toda celebración de Año Nuevo, podrá no haber suculentos guisados, vino espumoso, es más, hasta gente con quién celebrar y compartir, pero lo que no puede ni debe faltar, son las uvas, elemento característico de tan importante fecha.
Basta con terminar la cuenta regresiva al compás de los últimos segundos del Año Viejo, para que el primer alimento que uno se lleve a la boca en el nuevo año, sean doce uvas, que como bien es sabido cada una significa un mes, y al comerlas, se deberá pedir un deseo con la esperanza de verlo cumplido.
Pero… ¿a qué se debe que comamos las doce uvas en Año Nuevo?
Aunque no hay nada que lo sustente, cuenta la historia que esta tradición se remonta a mediados del siglo XIX en España, cuando un grupo de agricultores de vides, durante el año habían tenido mala suerte pues no se les daban sus cosechas, pero milagrosamente en el último mes, recolectaron una cantidad abundante de uvas, y para dar gracias por tan deseado suceso, decidieron agradecer a Dios comiendo doce uvas esperando que cada mes siguieran reproduciéndose sus cosechas.
Otros más, principalmente aquellos que gustan del esoterismo, dicen que la uva, por su forma ovalada, representa la abundancia, por lo que se suma a las tantas supersticiones que acompañan esa noche, como símbolo de que todo lo positivo abundará durante el año en quien las consuma.
Lo que sí es cierto, es que terminada la Navidad, el 25 de diciembre, la uva es la fruta más vendida en todo el mundo para disfrutar de la bienvenida al año venidero, pues no se sabe de un solo país que no siga la tradición, independientemente de las políticas o religiones que se profesen.
Sean camerlet o merlot, o hasta pasitas, las uvas no pueden faltar en la cena de Año Nuevo, y si no las tienes, pues hasta se vale echarse doce gotas de vino, al final de cuentas, derivado de la vid; así que… ¡Mucha abundancia para este 2019!
